La inteligencia artificial supera a la robótica, ya que va más allá de almacenar información y cumplir indicaciones; puede relacionar datos, crear obras artísticas y literarias, generar la ficción de movimiento en fotos, inocular ideas dirigidas selectivamente e incluso proponer decisiones. Esta creación tecnológica fascina pero se tiende a tomarla como un peligro. Aunque, para ser precisos, podríamos decir que lo virtuoso y lo peligroso no es la herramienta de comunicación en sí, lo peligroso es el ser humano. La inteligencia artificial desarrolla algoritmos como un GPS para arribar a un lugar, pero el que la programa, la instrumenta y toma las decisiones no es artificial, es humano.
La repetida búsqueda de controlar a los otros ha llevado, a través de las épocas, a implementar distintas acciones; pero también existe el asombroso deseo de ser controlado. La amenaza viene de afuera, del que quiere apoderarse de nuestras decisiones, pero también desde adentro, de nuestra necesidad de obedecer órdenes. El sujeto busca un dios que dé respuesta a sus desconocimientos y angustias, y que afirme verdades exactas. No se trata de alguien que ayude a pensar y decidir sino alguien “que decida por mí”, sin riesgos. Según un estudio sobre la subjetividad actual, el oráculo del siglo XXI, la fuente de sabiduría, es Google. Mantiene la ilusión de que hay un depósito del saber que puede responderlo todo.
La información cibernética es racional y concreta, pero no posee la sutileza humana, el humor, el malentendido. Su limitación aparece en el lenguaje usado en WhatsApp que requiere del emoji, para transmitir afectos y limar durezas. Sin embargo la inteligencia artificial agrega otra posibilidad, la facilidad de ser personalizada en alguien conocido y cercano, que vincule diversos contenidos para ofrecer una respuesta a las inquietudes personales. Así, es consultada también solicitando consejos afectivos e incluso, ante distintos eventos vitales, es convocada como terapeuta.
¿Qué puede ofrecernos el psicoanálisis en relación a este tema? El psicoanálisis afirma que la información no es suficiente para entender una problemática personal. Sin la elaboración de lo resistido es imposible el levantamiento de la represión. Leer un libro de psicoanálisis es distinto de psicoanalizarse. Para lograr un cambio debe actuar la transferencia sobre un analista que señale las resistencias que sostienen los síntomas.
Es necesario trabajar sobre la búsqueda de omnipotencia, las culpas, la necesidad de castigo, el amor al que agrede, la erotización del sufrimiento, la obediencia a mandatos destructivos, el intento de completar al Otro necesitado convirtiéndose en su esclavo. La inteligencia artificial ofrece respuestas, el psicoanálisis ofrece preguntas. Éstas son un primer paso para comprender y defendernos del ataque interno y externo que nos convierte en objeto del otro, llámese la madre o la inteligencia artificial.
El hombre, en contradicción con su demanda consciente, teme la verdad y el cambio, combate lo que le hace sentirse impotente, humilde, equivocado. Le angustia enfrentar los límites del Otro al que idealiza, ya que lo deja inseguro y sin garantías. En este sentido, la Inteligencia artificial sería una solución: se muestra como un terapeuta omnisciente, como la madre fálica omnipotente. Es un nuevo cuento fantástico, con hadas y héroes de poderes mágicos. Sin castración.
Así como la madre permite construir el aparato psíquico y dar lugar a la subjetividad, en su función debe reconocer frenos. La inteligencia artificial tiene excelentes y valiosas posibilidades para ser un instrumento que favorezca y enriquezca nuestro conocimiento. Pero también debe tener restricciones legales que le impidan ser utilizada por sectores que buscan imponer ideas políticas y acciones sociales.
Una regla fundamental del psicoanálisis es la regla de abstinencia, el analista no ejerce acciones según deseos o criterios, no hay intereses personales ni políticos. El hecho de limitar el poder que puede ser ejercido a través de la inteligencia artificial es heredero del efecto de las tablas de la ley, en definitiva, de aquello que sujeta los pactos protectores para la convivencia y sostiene la cultura.
Diana Sahovaler Litvinoff es Psicoanalista (Asociación Psicoanalítica Argentina).







