Un reconocido terapista y médico clínico santiagueño se encuentra en una disputa legal con su expareja, una periodista y empleada legislativa. Le reclama la devolución de más de U$S 20.000, principalmente por el dinero gastado en pasajes para un viaje a Colombia que hicieron cuando eran novios. Sin embargo, ella ya obtuvo una restricción perimetral de 90 días contra él, acusándolo de “violencia psíquica y económica”.
Su relación comenzó con intensidad en junio de 2025. Apenas Cupido los flechó, el médico de 59 años y la periodista de 42 años abordaron un avión rumbo a Bogotá, Colombia. Eran días dorados, como el agua del mar en la isla de San Andrés.
Según la periodista, las turbulencias no tardaron en aparecer. Asistieron a un congreso, y él se hizo cargo de todos los gastos. Ella, que no sabe nadar, le dijo que no se sentía cómoda metiéndose al mar. A pesar de ello, él insistió en que la única forma de superar su miedo era enfrentándolo. Ella tuvo una crisis de ansiedad, y él se rió de ella. Intentó convencerla de que su miedo provenía de ser una madre soltera necesitada.
Tras ese incidente, regresaron a la capital y emprendieron un negocio de bebidas. Entre junio y agosto, el médico habría sido muy generoso con ella, regalándole una cámara fotográfica, ropa, comida y arreglos en su casa. Todo, en nombre del amor.
Creyéndose víctima de un delito, buscó ayuda en la Oficina de Protección a las Víctimas de Violencia Familiar y de la Mujer del Superior Tribunal de Justicia (STJ). Allí, alegó que el profesional no la dejaba en paz y la acosaba por celular, exigiéndole el pronto reintegro de cada regalo.
“Llegó a hostigarme para que le devuelva el dinero que gastó en una hamburguesa que le compró a mi hija”, declaró. “Me hacía escenas de celos con un ex que tuve hace muchos años. Me trataba de manera despectiva, diciendo que soy una psiquiátrica, imbécil, estúpida”, amplió la mujer.
“A fines de agosto de este año, decidí terminar la relación, cansada de sus malas actitudes. Él, por su parte, afirmó que no quería seguir conmigo porque no estaba en condiciones para tener una relación debido a sus numerosos conflictos judiciales con su ex”, explicó la periodista.
Según la presentación, “después de que rompimos, seguimos teniendo contacto. Yo le reclamaba sus malos tratos, y él me acusaba de ser tóxica y loca”.
La mujer continuó: “En octubre, me llamó por teléfono. Básicamente, quería disculparse, arreglar las cosas y buscaba un tiempo para resolver sus problemas y volver a estar juntos como pareja. Le dejé en claro que no quería volver con él”.
Por otro lado, los voceros deslizaron que el médico enfrentaría otro frente legal, adverso. En el otro rincón se encontraría una expareja abogada del foro local. Según los trascendidos, en tiempos de armonía ella habría adquirido un costoso departamento. Por motivos privativos suyos, el piso acabó inscripto a nombre del galeno.
Hoy, con el amor hecho añicos e imposibilitados de encontrar un punto coincidente, los flamantes ex trasladaron (en febrero o marzo) sus penas, cuestionamientos y desplantes a los tribunales. Casualidad, o causalidad, la periodista y la letrada litigan hoy contra el mismo “pasado”, con final abierto.








