A través de la Comisión Episcopal de Pastoral Social la Iglesia Católica reiteró la urgencia de que el Senado de la Nación aborde el debate del proyecto de ley sobre ludopatía y las apuestas on line que corre el riesgo de perder estado parlamentario y que -desde hace más de un mes- cuenta con la media sanción de la Cámara de Diputados. Para la Pastoral Social “sería un signo de gran distancia con nuestro pueblo que esa norma pierda estado parlamentario o que termine el año sin tratarse en el recinto”. Por ese motivo la Iglesia Católica solicita “con la firmeza que nos reclama la gravedad de las consecuencias que ya estamos padeciendo socialmente, que el Senado trate este proyecto de ley con urgencia, por el bien de nuestros jóvenes y de sus familias”. El pasado 8 de octubre la jerarquía católica había realizado un reclamo similar a través de una carta de la Comisión Ejecutiva del episcopado dirigida a Victoria Villarruel, en su condición de presidenta de la cámara alta, en la que se calificó a la ludopatía como “un atentado contra la vida”, se pidió “voluntad política” y se reclamó “con respeto y firmeza” la aprobación del proyecto de ley. En el mismo texto, firmado por el presidente de la Conferencia Episcopal, el arzobispo mendocino Marcelo Colombo, los obispos advirtieron sobre la existencia de intereses económicos que se oponen a la sanción de la norma. Ahora, en declaraciones a una radio católica, el sacerdote Munir Bracco, de la Pastoral Social, alertó sobre el avance de las adicciones, cuestionó y expresó su preocupación y la de los obispos por la falta de respuestas oficiales en un problema que afecta especialmente a niños y jóvenes. En la misma ocasión el sacerdote hizo referencia a “la ausencia total de señales respecto del tratamiento del proyecto, pese a que el impacto social del juego virtual compulsivo está sobradamente documentado”. Cabe señalar que las reiteradas solicitudes eclesiásticas sobre el tema no recibieron respuesta alguna ni de las autoridades del Senado ni de las representaciones político partidarias en esa cámara. “Está todo dicho y todo sufrido. Ahora la pregunta es: ¿por qué no se avanza?” dijo ahora Bracco en alusión al silencio institucional y a la falta de respuestas a los pedidos realizados por la Iglesia Católica ante distintas instancias que incluyeron también gestiones con senadores de diferentes partidos y coaliciones políticas. Bracco afirmó que esta inacción constituye una forma de complicidad frente a un problema que “está matando vidas”, y cuestionó que quienes tienen la responsabilidad de habilitar el debate no lo hagan. El sacerdote recordó, además, el caso de un ciudadano que se comunicó con la Presidencia del Senado y recibió como respuesta que, aun reconociendo la gravedad del tema, “no se lograba ponerlo en agenda”. Lo anterior sirvió de base para que el sacerdote reiterara la sospecha de “presiones externas” porque “ellos mismos hablan del lobby”, subrayando a su vez que la falta de controles permite que la publicidad de apuestas se dirija a niños y adolescentes, amparada en la figura de ídolos deportivos y el acceso irrestricto desde el celular. El pasado 30 de octubre, en un conversatorio realizado en la sede de la Coferencia Episcopal, el obispo Raúl Pizarro, auxiliar de San Isidro y secretario general de la CEA, afirmó que lo que “está en juego es la vida de nuestros jóvenes y adolescentes” y, por ese motivo, “no queremos mirar para otro lado, aunque somos conscientes de las dificultades”. En consonancia con la declaración anterior del episcopado sobre el tema, Pizarro agregó en esa oportunidad que “para la Iglesia esta es una problemática de gran preocupación y ocupación”. Parafraseando al cardenal cordobés Ángel Rossi, advirtió entonces que “estamos poniendo un casino en la mano de los niños” y añadió que “el camino es la prevención”. Ahora Bracco señaló que la naturalización del juego como entretenimiento inocuo incrementará las adicciones, especialmente ante la llegada del próximo campeonato mundial de fútbol y denunció la presencia de “mercaderes de la muerte inescrupulosos” que lucran con el daño social. Pidió además a los adultos recuperar la tarea de poner límites: “El límite es parte del amor”, sostuvo, remarcando que acompañar a los menores implica también enseñarles a regularse. Y frente a la falta de un límite social y estatal, el sacerdote exhortó a la ciudadanía a involucrarse activamente en los espacios comunitarios y a recordar a los legisladores que “son representantes, no patrones”. El sacerdote -que integra la Pastoral Social- reclamó coherencia en el compromiso con la vida, indicando que esto “no sea de palabra, sino con gestos y acciones”, pidiendo al mismo tiempo que el Senado afronte el debate o bien haga explícitas las razones del retraso.







