La apertura del primer espacio permanente de entretenimiento inmersivo de Netflix marca un nuevo capítulo en la evolución del consumo audiovisual. La compañía inauguró su primera casa de experiencias en Filadelfia, dentro del King of Prussia Mall, el segundo centro comercial más grande de Estados Unidos, que recibe más de 22 millones de visitantes por año. Con más de nueve mil metros cuadrados, el espacio transforma las series y películas en juegos, recorridos temáticos, gastronomía y tecnología interactiva. El objetivo ya no es únicamente sumar suscriptores, sino prolongar el tiempo de conexión y construir un vínculo más profundo con las audiencias a través de la innovación tecnológica.
Durante la última década, la industria del streaming se sostuvo sobre un mismo escenario doméstico: la pantalla como centro del entretenimiento. Las plataformas construyeron su imperio desde el sillón del hogar y las pantuflas, donde millones de personas dedicaron horas a mirar series y películas. Hoy, el modelo cambia de dirección. El nuevo paradigma invita al espectador a levantarse, moverse y atravesar la frontera entre la ficción y la realidad: un paso literal del sofá al mundo físico.

El formato responde a un cambio estructural en la industria del entretenimiento: las plataformas buscan expandirse más allá de la pantalla, apoyadas en herramientas digitales que les permiten aprovechar su propio capital narrativo. La inteligencia artificial, la realidad virtual y la analítica de datos ya no son solo recursos técnicos, sino parte del modelo de relación con el público. Durante la última década, el negocio se basó en la suscripción y la producción de contenidos originales; hoy el foco se traslada hacia la creación de ecosistemas de interacción donde los usuarios se convierten en participantes activos.
El local de Netflix
El nuevo complejo combina atracciones, gastronomía, tecnología inmersiva y una tienda con productos oficiales. Su diseño responde a una lógica de entretenimiento multiplataforma: los visitantes pueden recorrer escenarios inspirados en series populares, participar de experiencias de realidad virtual o aumentada, jugar desafíos interactivos y acceder a proyecciones en vivo. El espacio está pensado como un entorno híbrido que une lo físico y lo digital, con ingreso libre y actividades pagas que amplían la experiencia, desde minigolf temático hasta juegos colaborativos diseñados con sensores y sistemas de seguimiento de movimiento.
La instalación de Filadelfia funciona como laboratorio de una estrategia que combina datos, diseño tecnológico y conocimiento del comportamiento de las audiencias.
Aunque recorrer la atracción es gratuito, los juegos y experiencias temáticas tienen un costo. Por ejemplo, las entradas tienen un valor de 39 dólares para las experiencias de Merlina y One Piece, 25 dólares para el juego de realidad virtual y 15 dólares para el mini golf.

En el recorrido de Merlina, los visitantes ingresan a la Academia Nevermore, reciben mensajes en tiempo real del personaje Thing y resuelven pistas a través de un sistema de mensajería interactiva conectado a una red de datos interna. En el caso de One Piece, el espacio propone una búsqueda del “fruto del diablo” en equipos, combinando mecánicas de juego de rol, sala de escape y simulación digital. Las experiencias fueron desarrolladas con motores gráficos similares a los de los videojuegos y permiten distintos niveles de participación, incluso para quienes no conocen las series.
Realidad virtual y más
Entre los espacios tecnológicos más destacados se encuentra Netflix Virtuals, una sala de realidad virtual desarrollada junto a Sandbox VR. Equipados con visores inmersivos y sensores hápticos, los participantes pueden ingresar al universo de Rebel Moon o Stranger Things y moverse dentro de escenarios tridimensionales que replican la estética de cada producción. Las experiencias utilizan sistemas de captura de movimiento y renderizado en tiempo real, con inteligencia artificial aplicada al comportamiento de los personajes virtuales.
El complejo también incluye Netflix Bites, un restaurante temático donde los algoritmos de recomendación inspiran la carta. Cada plato y bebida está asociado a una experiencia audiovisual: los sabores, colores y texturas remiten a escenas o personajes. El entorno fue diseñado con iluminación dinámica y pantallas interactivas que responden a los movimientos del público. En paralelo, Netflix Shop ofrece objetos de colección y prendas exclusivas que incorporan tecnologías de realidad aumentada: al escanear códigos con un dispositivo móvil, se activan animaciones y mensajes personalizados.

El modelo de gestión de estas experiencias se apoya en sistemas de análisis en tiempo real. Las plataformas registran patrones de comportamiento, tiempos de permanencia y niveles de interacción, datos que luego retroalimentan la estrategia de contenidos. Esa integración entre métricas digitales y experiencia física permite ajustar la oferta en función de la respuesta del público. El objetivo es construir una narrativa viva, donde los datos, el diseño y la emoción se combinan en un mismo entorno.
Lo que sigue
El próximo paso será la apertura de nuevas sedes en Dallas y Las Vegas. En la primera, la propuesta estará orientada al público corporativo y suburbano, con espacios de coworking y simuladores de experiencias interactivas. En Las Vegas, el formato será vertical: la terraza albergará un restaurante panorámico con proyecciones en 360 grados y experiencias de realidad mixta que integrarán hologramas y sonido espacial.
El desarrollo de estos proyectos refleja un giro en la manera en que las plataformas conciben el valor de sus propiedades intelectuales. Hasta hace pocos años, la producción de contenidos originales era una estrategia de diferenciación. Hoy, esos contenidos se convierten en la base de nuevas unidades de negocio que integran tecnología, experiencia y comunidad. La apuesta por el universo físico responde a un diagnóstico claro: el crecimiento del streaming alcanzó un punto de madurez, y la competencia se traslada hacia la retención y la conexión emocional, sostenidas en inteligencia de datos y en una oferta de experiencias multisensoriales.
Durante la presentación en Filadelfia, la directora global de Marketing, Marian Lee, explicó que las decisiones sobre qué contenidos llevar al espacio se basan tanto en algoritmos de consumo como en la lectura de tendencias locales. “No todas las historias funcionan igual en todos los mercados —señaló—. En América Latina, por ejemplo, el contenido coreano tiene una recepción altísima. Ese tipo de información nos permite definir qué franquicias o experiencias tienen mayor potencial en cada ciudad”. Lee destacó además que la tecnología permite adaptar la propuesta de manera inmediata según la respuesta del público: “Cada atracción puede reconfigurarse en semanas a partir de los datos que obtenemos”.
El fenómeno de la “fandom economy” —la economía basada en comunidades de fans— se consolida como un nuevo campo de desarrollo tecnológico. Las plataformas ya no compiten solo por la atención, sino por el tiempo de interacción y la participación activa de los usuarios. Inteligencia artificial, sensores, realidad aumentada y procesamiento de lenguaje natural se combinan para construir entornos donde el público deja de ser espectador y pasa a ser parte del relato.
La elección del King of Prussia Mall como sede inicial no es casual. Se trata de uno de los tres centros comerciales más grandes de Estados Unidos y el segundo en superficie total, con más de 22 millones de visitantes al año. Este flujo convierte al espacio en un punto de convergencia entre consumo, ocio y tecnología. Instalar allí el primer formato inmersivo permanente representa una forma de integración entre la cultura digital y el comercio físico, una tendencia que redefine el rol de los espacios públicos en la era de los datos.
Durante la apertura, Ted Sarandos, CEO de la compañía, destacó la relevancia de América Latina en la estrategia global. “Estamos haciendo muy buenas y exitosas producciones en América Latina y en particular en Argentina -dijo a la prensa-. El éxito obtenido con El Eternauta nos dio más motivos para seguir buscando ideas y producciones argentinas.”
La declaración anticipa una próxima etapa de expansión regional. No se descarta que futuras experiencias inmersivas incorporen contenidos locales y desarrollos tecnológicos creados en Argentina, como una posible sala de escape inspirada en El Eternauta, donde narrativa, datos y tecnología confluyan en una misma propuesta. En ese horizonte, el entretenimiento del futuro se perfila como un territorio compartido entre arte, ciencia y experiencia, donde la tecnología no reemplaza la ficción, sino que la amplifica.








