
Para Julieta Makintach este fue un año para el olvido. Lo arrancó sentada en el estado y al frente de su mayor desafío laboral: integrar el tribunal que iba a juzgar a los siete imputados del juicio por la muerte Diego Armando Maradona. Paradójicamente, ahora es ella quien termina el 2025 en el banquillo de los acusados. Será en su propio juicio político, que comienza este jueves y podría sellar su destitución.
Según la acusación, lo que la arrastró hasta esta instancia fue ni más ni menos que su propio afán por sobresalir. La traicionó su ego; su intención de querer ser la estrella de un debate oral que giraba en torno al máximo ídolo del fútbol argentino; uno de los futbolistas más famosos del mundo.
El caso -de acuerdo a los fiscales que la investigaron- representaba para Makintach la oportunidad de que su apellido también quedara en la historia. Quería ser recordada como una de las magistradas que hizo “Justicia Divina”, como se iba a llamar el documental basado en ella que se filmaba durante el juicio por Diego y a escondidas de todas las partes.
Contrariamente, el apodo que se ganó socialmente fue el de “la jueza del escándalo”. La que con su polémico accionar no solo provocó la nulidad del debate que estaba en curso en San Isidro, sino que también terminó poniendo en jaque el futuro del juicio.

Es que lo que estalló en mayo en el palacio judicial de la calle Ituzaingó le abrió una ventana a los imputados por la muerte del Diez para pedir el non bis in idem (NdeR: no ser juzgados dos veces por la misma causa). Una carta que -ya adelantaron- van a jugar la mayoría de los abogados defensores cuando se reanude el proceso. Esto podría tener como consecuencia que la muerte de Maradona quede impune.
Por todo esto, Makintach pasó de heroína a villana en pocos meses. De que la reconozcan por sus 27 años de trayectoria a convertirse en la protagonista del máximo escándalo judicial de la historia argentina. De ser la hija de uno de los jueces más conocidos de San Isidro, Juan Makintach, y tener un futuro prometedor, a estar a un paso de la destitución por cometer graves irregularidades en el juicio que miraba el mundo.
La carrera de la jueza se manchó, parafraseando la célebre frase de Maradona. Porque lo que la puso en la mira de la Justicia no fue solamente el documental que realizaba a espaldas de familiares de Diego, imputados, abogados y fiscales. Si no también sus mentiras recurrentes cuando avanzaba la investigación sobre ella.
Desde entonces, Makintach -definida por muchos colegas como “la mejor jueza técnica”- empezó a mostrar otra faceta, una completamente diferente a la que se veía cuando ejercía. En los últimos meses, hasta la acusaron de hostigar a los testigos que fueron a declarar en la causa penal, donde quedó imputada por cinco delitos. Según supo Infobae, también le escribió a aquellos que fueron citados como testigos de la acusación en el jury.
En los tribunales de San Isidro, donde estalló el escándalo, la mayoría de los trabajadores se acuerdan de las mentiras de la magistrada cuando comenzaron a circular las versiones del documental: ante las primeras acusaciones, Julieta Makintach negó su participación en el film y se mantuvo firme en esa postura hasta que no pudo sostenerlo más.
La última vez que se desvinculó del documental fue en la anteúltima audiencia que estuvo del juicio por Maradona. Minutos después de desmentir todo -como ya lo había hecho con la prensa por esos días- el fiscal Ferrari tomó la palabra y expuso los videos del film que ya había descubierto la Justicia. “Nos seguís mintiendo”, le dijo.
Con todas las pruebas, Makintach terminó admitiendo que participó de filmaciones. Sin embargo, dijo que era “proyecto casero” de una amiga de la infancia y negó otra vez que la producción se tratara sobre ella o el juicio de Maradona.
Pero, de vuelta, el relato le duró poco: solo días después, se conoció un video en el que se la ve decir explícitamente a cámara que había “accedido a hacer un documental vinculado al juicio” para mostrar su trabajo.
Entre mayo y septiembre, cada aclaración que hizo la jueza sobre el escándalo judicial terminó comprobándose que era mentira. Al menos en su mayoría.
Ante la seguidilla de reveses, eligió el silencio: solo se limitó a dejar trascender extraoficialmente que sus otros compañeros del tribunal sabían del documental, arrastrándolos a ellos también al escándalo. Aún no hay pruebas que comprometan a sus colegas.
Para evitar el juicio político y la posible destitución, Makintach presentó su renuncia al cargo. Pero el gobernador bonaerense, Axel Kicillof -quien debía aceptarla o rechazarla-, eligió no salpicarse con el tema y nunca se expidió al respecto, dejando que los conjueces sorteados para el jury evalúen las pruebas y definan si las acusaciones eran sostenibles para avanzar con el proceso.
Lo que se resolvió es lo consignado al comienzo de esta nota: la jueza del escándalo será juzgada desde este jueves por un tribunal que resolverá si lo que pasó en el juicio por la muerte de Maradona es motivo o no para su destitución.
La lista de testigos que presenta la acusación es extensa. Están desde todos los familiares de Maradona que presenciaron el juicio por la muerte del Diez hasta abogados, periodistas y los propios compañeros jueces de Makintach, a quienes ella acusa de encubrirla.
La lista que presentó la defensa, por su parte, es escasa: irán cuatro ex alumnos de la jueza, María Lía Vidal Alemán y Juan D’ Emilio (quienes participaban del documental con ella), su ex abogado, dos empleadas de su tribunal, un letrado, una fiscal y un periodista.








