La verificación de empresas, conocida como KYB (Know Your Business), se perfila como una de las tecnologías más determinantes para el futuro empresarial en Colombia. Este sistema, que permite identificar la estructura, los beneficiarios finales y los riesgos asociados a cualquier organización, se está consolidando como una herramienta esencial para combatir el fraude y garantizar el cumplimiento regulatorio.
De cara a 2026, el KYB promete transformar la manera en que las compañías colombianas gestionan sus relaciones comerciales y su exposición a riesgos, en un entorno cada vez más exigente y digitalizado.
Alcance del KYB y nuevo marco regulatorio en Colombia
El KYB consiste en un conjunto de procesos y tecnologías que facilitan la verificación exhaustiva de las empresas con las que se establecen vínculos comerciales.

Su funcionamiento abarca desde la revisión de registros oficiales y la identificación de los fundadores o beneficiarios finales (UBO, por sus siglas en inglés), hasta la detección de sanciones, vínculos con actividades ilícitas como el lavado de activos o la financiación del terrorismo y la evaluación de la reputación corporativa.
Elementos como la consulta de listas restrictivas y el monitoreo de cambios en la composición accionaria forman parte integral de este sistema, que busca ofrecer una visión completa y actualizada del riesgo que representa cada contraparte.
En el contexto colombiano, la presión para adoptar tecnologías de verificación como el KYB ha aumentado de manera significativa. La entrada en vigor del Registro Único de Beneficiarios Finales (RUB), gestionado por la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), ha marcado un antes y un después en la transparencia empresarial, según lo explicado por Fredy Aguiar, business development manager y cofundador de Become Digital.

Por primera vez, las compañías están obligadas a reportar quiénes controlan realmente las personas jurídicas, ya sea por propiedad directa o indirecta, lo que facilita la identificación de los UBO y fortalece la trazabilidad de las operaciones. Este avance ha permitido que el monitoreo de riesgos pase de ser una actividad puntual a convertirse en un proceso continuo, donde cualquier discrepancia o cambio relevante activa alertas automáticas y revisiones en tiempo real.
El entorno regulatorio más estricto se combina con una realidad preocupante: el fraude corporativo sigue generando pérdidas millonarias en la región. Un estudio realizado entre más de 700 profesionales antifraude en Latinoamérica revela que, aunque el 40% de las empresas considera excelente su gestión en este ámbito, la mitad ha experimentado un aumento en las pérdidas por fraude en los últimos dos años.
Las cifras son contundentes: el impacto económico anual para las empresas puede oscilar entre USD 100 millones y USD 130 millones, y el 57% de las organizaciones ha registrado pérdidas superiores al 5% de su EBITDA. Esta situación evidencia la necesidad de controles más robustos y de una cultura de compliance que responda tanto a las exigencias regulatorias como a las demandas de socios comerciales, cadenas globales de suministro y plataformas fintech, que exigen evidencias de debida diligencia y sistemas auditables.

Innovación tecnológica y transformación empresarial
La evolución del KYB no se limita a la integración de registros y bases de datos. El avance tecnológico está impulsando la incorporación de inteligencia artificial (IA), analítica de datos y automatización de procesos de principio a fin. Estas innovaciones permiten analizar estados financieros con indicadores personalizables, reducir los tiempos de incorporación de nuevos socios, minimizar errores humanos y generar documentación lista para inspecciones regulatorias.
La interoperabilidad entre registros públicos y la capacidad de monitoreo en tiempo real están sentando las bases para un ecosistema donde la gestión de riesgos y el cumplimiento normativo se vuelven procesos dinámicos y adaptativos. Además, se vislumbra la integración futura de tecnologías como blockchain, que ofrecerán nuevas garantías de inmutabilidad y trazabilidad en los expedientes de verificación.
De cara a 2026, el KYB dejará de ser una solución reservada para grandes corporaciones o sectores regulados, para convertirse en una herramienta estratégica de uso generalizado. Su función evolucionará hacia el monitoreo permanente de cambios en la propiedad, sanciones y riesgos asociados a cualquier empresa, operando de manera continua y automatizada.
Esta transformación responde tanto a la presión de los reguladores como a la de los mercados internacionales, que exigen altos estándares de transparencia y control en las relaciones comerciales.







