Cada cuatro minutos, en la Argentina, una persona sufre un accidente cerebrovascular (ACV). Frente a esta realidad, la provincia de Buenos Aires puso en marcha una red de 24 hospitales públicos para diagnosticar y tratar los ACV a tiempo, así como también para achicar distancias y acortar tiempos en la atención. La iniciativa, impulsada por el Ministerio de Salud bonaerense que dirige Nicolás Kreplak, busca cambiar el paradigma y evitar que la primera causa de discapacidad en el país siga siendo una sentencia silenciosa.
Detrás de las estadísticas, hay historias que movilizan. En el Hospital San Martín de La Plata, donde funciona una de las unidades de ACV más activas de la red, el jefe de la unidad, Leandro Tumino, relata a Buenos Aires/12 casos de pacientes que llegan sin diagnóstico, jóvenes con síntomas no reconocidos, personas en extrema vulnerabilidad que encuentran allí no solo una asistencia médica, sino un entramado humano que los acompaña.
“El caso más impactante fue el de una chica de 26 años de Pila, que la fui a ver al hospital de rehabilitación y que quedó muy agradecida. Cada dos por tres viene, siempre trae algún regalito, generalmente traen comida. Y es eso, yo digo siempre que eso es lo más gratificante que podemos tener, porque nos dimos cuenta que realmente ayudamos a alguien que la estaba pasando mal, muy mal”, recuerda.
Las anécdotas se repiten. Un cartonero que no podía trabajar tras el ACV y al que el equipo le llevó cartones para que no perdiera su fuente de ingresos. Una mujer en situación crítica que no podía internarse por no tener con quién dejar a sus hijos: “Desayunábamos juntos, porque obviamente tampoco comía. Y es el día de hoy, un poco malcriada por mí, que sigue viniendo, sigue los controles, los cumple a la perfección, y está diez puntos”.
Una problemática provincial con desafíos estructurales
La necesidad de la red surgió de un diagnóstico concreto. “En realidad, el principal problema es la extensión territorial de la provincia. Tenemos más de 307.000 kilómetros cuadrados. Hay regiones sanitarias que son muy grandes, como la Región Sanitaria 1, de 300 por 500 kilómetros, y para asistir al ACV a veces se hace bastante dificultoso porque las distancias son muy grandes”, explica Tumino.
Los ACV son patologías “tiempo-dependientes”, si no se actúa en las primeras 4 horas y media, se reduce drásticamente la posibilidad de reversión del cuadro. Pero no todos los hospitales contaban con los recursos necesarios. “Cuando comenzamos la red, de los 76 hospitales, solo 13 tenían trombolíticos. Ahora, de los 24 que conforman la red, o ya los tienen o les está por llegar”, afirma. La red también impulsó la incorporación de cuatro tomógrafos y tres angiógrafos nuevos en hospitales provinciales.
Aunque todavía no existen estadísticas anuales provinciales consolidadas, desde julio se implementó el Repro ACV (Registro Provincial de ACV). En tres meses se cargaron unos 460 casos. El 70 por ciento fueron ACV isquémicos, con un promedio de edad de 61 años, predominando los hombres. Los factores de riesgo más frecuentes: hipertensión arterial, colesterol alto, diabetes y tabaquismo.
En el Hospital San Martín, Tumino detalla: “En estos dos años asistimos 422 pacientes, más o menos 200 por año. De esos, 52 fueron trombolizados”. Eso representa casi una cuarta parte del total estimado para la Región Sanitaria 11.
Prevenir para cambiar el futuro
“Hay que pensar que la gran mayoría de los ACV se pueden prevenir. Así que la reducción de los casos, si llegáramos a la utopía de controlar todos los factores de riesgo, sería importante, ¿no? Tendríamos muchos menos”, sostiene Tumino. Los controles clave son básicos: presión arterial, glucemia, colesterol, dejar de fumar, actividad física (aunque sea caminar 30 minutos por día), alimentación con frutas, verduras y bajo consumo de sal.
Tumino remarca que un punto crítico es el desconocimiento. “La gente no sabe reconocer los síntomas. Cara torcida, que no podés tomar mate, que se te cae el agua por la comisura o que no podés hablar. Si eso aparece de forma abrupta, hay que consultar rápido”, advierte.
La demora promedio hasta el primer contacto con el sistema de salud es de 2 horas y media, y no todos los centros están preparados. Por eso, la red fue pensada no solo como un sistema de atención, sino también como una estrategia de formación. “Capacitamos más de 400 personas en la Escuela de Gobierno, hacemos ateneos virtuales continuos, difundimos protocolos”, cuentan en la provincia.
En la práctica, los pacientes que llegan al Hospital San Martín ingresan derivados o por guardia. Si hay sospecha de ACV, se realiza tomografía de inmediato. Tumino o su equipo bajan, evalúan el caso, y si corresponde, se inicia la trombólisis o se deriva a neurointervencionismo. Si no se sabe cuánto tiempo pasó desde el inicio de los síntomas, el resonador permite estimarlo.
Después, la rehabilitación comienza al otro día. Kinesiología, terapia ocupacional, fonoaudiología. “No es lo mismo el que cursa en clínica común que el que pasa por la unidad. Está rodeado de profesionales que solo ven ACV. La manera de trabajar es distinta y nosotros siempre tenemos el tiempo presente”.
La edad promedio es 61 años. Pero la tendencia alarma porque los profesionales identifican a pacientes más jóvenes. Según Tumino, las causas se combinan estrés, mala alimentación, falta de controles, condiciones sociales adversas. “No sé si aumentaron los casos, pero sí disminuyó la edad. Y eso es preocupante”, sentencia.
Siempre se puede actuar
La red provincial de atención del ACV, más allá de la estructura sanitaria, se sostiene también en vínculos. Tumino lo sintetiza: “No solamente es una CV. Es una persona que tiene historia… Nos hemos ido a pelear con gente para que nos dejen cartones para llevarle al paciente, hicimos una colecta para ponerle membrana al techo, nos involucramos mucho con los pacientes”.
Y concluye con un mensaje que trasciende el tratamiento médico: “Siempre va a haber para hacer algo en los pacientes con ACV. Siempre. Que consulten rápido. Que se puede prevenir. Y que no digamos más ‘no hay nada más para hacer’. Porque siempre hay”.








