Nadie vive una sola vida. Y eso Martina Stoessel lo descubrió muy pronto: primero saltó a la fama como Violetta, una perfecta chica Disney y, después, le dio paso a la “La Triple T” y a “Cupido”, una era en la que la artista exploró su costado de diva pop: una etapa repleta de brillos, reggaetón y de mucha exposición.
El año pasado, en pleno esplendor de su carrera -y también de las críticas- la ídola juvenil dijo “basta” y después de un “doloroso proceso interno”, como lo llamó, se animó a correr el velo de su éxito y a revelar su fragilidad. Así nació Un mechón de pelo, el disco más introspectivo de la cantante y su tercer alter ego. Con la intención de recorrer cada una de esas etapas de su carrera y de su vida, la cantante ideó Futttura, un viaje a su universo creativo. Tini tenía previsto dar inicio a una serie de ocho recitales en Tecnópolis el pasado viernes, algo que no sucedió a causa de las fuertes lluvias en Buenos Aires. Aunque el clima le jugó a la cantante una mala pasada, finalmente este sábado por la tarde pudo estrenar el festival ante unos 35.000 espectadores, entre los que se encontraban dos de sus más grandes amores: su pareja Rodrigo de Paul -ataviado en un buzo del merchandising oficial de Tini- y su padre, Alejandro Stoessel.









