
Los resultados de este segundo ciclo de Marcelo Gallardo en River Plate resultan completamente opuestos a la expectativa que había despertado su regreso entre los simpatizantes del club cuando se hizo cargo del equipo a comienzos de agosto de 2024, en reemplazo de Martín Demichelis.
A pesar de los millones de dólares en refuerzos y de la presencia de varios referentes históricos en el plantel, el Muñeco todavía no logra encontrar el camino. Tras el duro golpe en la Copa Libertadores, que dejó una marca profunda, el equipo volvió a tropezar: fue eliminado por Independiente Rivadavia de Mendoza por penales en las semifinales de la Copa Argentina. Así, el Millonario continúa sin sumar títulos en esta segunda etapa del entrenador.
Durante la conferencia de prensa, Gallardo expresó: “Seré breve, pero quiero argumentar sobre lo que estamos viviendo y hablar con honestidad. Conforme a los objetivos del año, no hemos estado a la altura. Nos costó mucho, la gente tiene motivos para mostrar su disgusto, fuimos un equipo con el que no se identificaron y eso, indudablemente, es responsabilidad mía. Hemos fallado en los partidos decisivos y quedamos en deuda en ese aspecto. Solo queda aceptar y enfrentar este momento difícil y negativo desde lo deportivo, porque uno debe asumirlo y no puede eludirlo. Nos falta frescura, creatividad en el juego: como conjunto no logramos soltura ni fluidez. Ante esas situaciones, se llega a instancias como esta”.
Respecto a su futuro al frente de la institución (con elecciones programadas en Núñez para el 1 de noviembre), declaró: “Al finalizar la temporada, cuando restan pocos días, haremos un balance de cómo proceder porque, sinceramente, hasta ahora los objetivos no se alcanzaron. Veremos si tenemos la posibilidad de pelear el campeonato, que representa la única opción para revertir un año claramente negativo. Después, se tomarán las decisiones pertinentes, no hay más. Atravesar este mal momento es una tarea individual porque en el fútbol, cuando se gana hay compañía y cuando se pierde, todo se vuelve solitario”.
Este segundo ciclo sumó numerosas críticas. Más allá del implacable análisis de Leonardo Astrada, una referencia del club, tras la eliminación en la Libertadores, la hinchada también parece haberse distanciado por lo ocurrido en Córdoba. Así como en la derrota en casa frente a Sarmiento de Junín por el Torneo Clausura, el equipo recibió el tradicional cántico de reprobación al retirarse del estadio (“Jugadores la c… de su madre”). Posteriormente, el plantel también fue increpado durante la salida hacia el micro por la actuación durante el partido.
Luego de la transmisión oficial del partido por Copa Argentina, las cámaras de TyC Sports se trasladaron a las puertas del estadio Mario Alberto Kempes y las opiniones de los hinchas millonarios que abandonaban el lugar fueron contundentes: “Ciclo terminado para Gallardo. El técnico que venga sabrá qué jugadores dejar. El responsable es el técnico”. Durante el desahogo de los simpatizantes, también se oyeron frases como “Que vengan uno por uno los que decían que Demichelis era un perro. Lo de Gallardo de hoy fue impresentable. Es un ciclo terminado” y “Basta de Gallardo, lo de antes ya pasó”.
MARCELO GALLARDO, SIN TÍTULOS DESDE SU REGRESO AL CLUB

A mediados de noviembre, luego de la caída contra Sarmiento en el Monumental, otra voz importante en apuntar contra el Muñeco fue el campeón de la Copa Libertadores y del mundo con el Millonario Oscar Ruggeri. El cabezón sostuvo que “está claro que la responsabilidad absoluta es de Gallardo. Absolutamente así es hoy”. Y luego, añadió: “Así como le reconocemos los méritos cuando gana, porque la verdad es que es bueno cuando hace los cambios, ahora es momento de decir que la responsabilidad es de él”.
Unos días antes, tras la derrota contra Riesta, el ex futbolista ya había señalado al Muñeco: “Gallardo es el primer responsable. Cuando gana, decimos que Gallardo es fundamental, pero ahora es el responsable de este momento. Salvo unos casos, la mayoría de los jugadores que trajo yo también los voy a buscar. No sé por qué no encuentra el equipo. Hace rato vengo diciendo que para mí el gran problema lo tiene en el medio. River tenía que ganar esta Copa Libertadores”.
La vuelta de Gallardo, tras la salida de Demichelis, lo posicionó como figura central para intentar cambiar el rumbo. En la Liga Profesional 2024, luego del empate 1-1 frente a Huracán en su debut, River no logró la regularidad esperada y terminó en el quinto puesto con 43 unidades, a ocho del campeón Vélez Sarsfield.
El legado de Demichelis había dejado a River como el mejor equipo en la primera fase de la Copa Libertadores en el ciclo anterior. Gallardo tomó el mando en las instancias finales: eliminó a Talleres de Córdoba en octavos de final y a Colo Colo en cuartos, pero sufrió un golpe contundente ante Atlético Mineiro, que le ganó 3-0 en la ida de las semifinales, y se despidió del torneo con un empate 0-0 en casa.
Después de ese episodio, el nivel colectivo descendió y el espíritu competitivo característico de su primera etapa también se disipó. En marzo, Talleres se quedó con la Supercopa Internacional por penales en Asunción, y Platense eliminó a River en cuartos del Apertura dos meses después. “Lo que sentimos es frustración”, admitió el entrenador en aquella ocasión.
Los siguientes resultados aumentaron la preocupación: el Mundial de Clubes de mitad de año se perfilaba como un posible punto de inflexión. River superó con dificultad a Urawa Red Diamonds en el debut, empató sin goles con Monterrey y luego sucumbió ante Inter de Milán, que lo derrotó 2-0, poniendo fin a las ilusiones en la fase de grupos.
En el segundo semestre, las deudas deportivas se acumularon y crecieron las críticas sobre las decisiones del cuerpo técnico. La clasificación por penales frente a Libertad en octavos de la Copa Libertadores anticipó la eliminación contra Palmeiras en cuartos. La reciente salida de la Copa Argentina elevó la presión sobre el Torneo Clausura, ya que River necesita consagrarse campeón o sumar una cantidad importante de puntos para asegurar su presencia en la próxima Libertadores.
Desde su regreso al club, con una estatua erigida en las inmediaciones del Monumental, Gallardo sigue en busca de su primer trofeo. Los números también reflejan la falta de respuestas: desde el empate frente a Huracán en el Monumental el 10 de agosto de 2024, el Muñeco dirigió 73 partidos, con un balance de 34 triunfos, 25 igualdades y 14 derrotas.
Estos registros contrastan con su primer ciclo, donde se convirtió en el técnico más laureado del club (tres Copas Argentina, tres Recopas Sudamericanas, dos Copas Libertadores, dos Supercopas Argentinas, una Copa Sudamericana, una Suruga Bank, una Liga Profesional y un Trofeo de Campeones). En aquel primer ciclo dirigió 425 encuentros, con 232 victorias, 101 empates y 92 caídas, alcanzando un 62,5% de efectividad; en la misma cantidad de partidos comparados con este presente, ya había conquistado la Recopa Sudamericana ante San Lorenzo y la Copa Sudamericana, tras eliminar a Boca en semifinales.
MILLONES DE DÓLARES EN REFUERZOS, PERO EL EQUIPO NO GENERA RESPUESTAS

Sin embargo, estos números adquieren un peso mayor cuando se considera el contexto: el elevado gasto que realizó River para satisfacer los pedidos de Gallardo en cada mercado de pases desde su regreso. Apenas volvió al club, contó con el respaldo otorgado por los logros de su primera etapa. Decidió prescindir de la gran mayoría de los refuerzos solicitados por Demichelis en esa misma ventana (Jeremías Ledesma, Adam Bareiro, Federico Gattoni, Franco Carboni y Felipe Peña Biafore) y la institución desembolsó más de 10 millones de dólares para sumar a Germán Pezzella, Fabricio Bustos, Maxi Meza y Marcos Acuña.
Con la meta de competir en todos los torneos y tratar de ser protagonista en el Mundial de Clubes, River volvió a realizar una fuerte inversión al iniciar el 2025, buscando un salto de jerarquía. Esta vez, la apuesta incluyó el regreso de figuras de peso y la contratación de jugadores con experiencia internacional y títulos en selecciones. Enzo Pérez, Gonzalo Montiel, Sebastián Driussi, Lucas Martínez Quarta, Gonzalo Tapia, Matías Rojas, Giuliano Galoppo y Kevin Castaño se incorporaron al plantel, con una inversión total que superó con creces los 30 millones de dólares.
El mercado de transferencias en el arranque del año dejó claro el problema estructural del club. Primero, por las salidas inmediatas en la siguiente ventana de Tapia (cedido a San Pablo) y Rojas (quedó libre y se fue a Portland Timbers), pero principalmente por los cerca de 14 millones de dólares que River desembolsó para cerrar la llegada de Kevin Castaño desde Krasnodar, Rusia. El mediocampista colombiano, de 24 años, no es regular y quedó en el centro de las críticas de los hinchas.
En la última ventana, Gallardo volvió a tomar decisiones clave en el mercado de pases. Tras la partida de Franco Mastantuono al Real Madrid, protagonizó una nueva ofensiva en el libro de pases: pagó la cláusula de rescisión de Maximiliano Salas en Racing, de 8 millones de euros, y destinó otros 10 millones de dólares para sumar a Juan Carlos Portillo, Matías Galarza Fonda y Juan Fernando Quintero. Con una renovación del plantel que incluyó las salidas de Santiago Simón, Adam Bareiro, Manuel Lanzini, Matías Kranevitter, Rodrigo Aliendro y Leandro González Pirez, además de los regresos de Lautaro Rivero y Sebastián Boselli. Si bien se intentó cambiar la imagen del equipo, las incorporaciones, sin embargo, no lograron revertir el rendimiento colectivo.
En total, el retorno de Gallardo al banco de River implicó un gasto estimado cercano a los 78 millones de dólares, según Transfermarkt, con Castaño (14 millones), Driussi (11 millones), Salas (9 millones) y Martínez Quarta (8 millones) como los fichajes más costosos. Galarza, Portillo, Pezzella, Bustos y Montiel demandaron aproximadamente cinco millones de dólares cada uno. Además, el club pagó por la llegada de Quinteros (2,5 millones), Acuña (2 millones), Meza (2 millones) y Tapia (1 millón). El caso de Galoppo es particular: llegó a préstamo con una obligación de compra de 3,2 millones de dólares que probablemente se hará efectiva.
Pese a lo cosechado en su primera etapa, la figura de Marcelo Gallardo dejó de verse como un Dios y pasar a ser humana ante los ojos de los aficionados. El actual contexto comienza a poner bajo la lupa varias decisiones en el plan de trabajo del técnico que fijó la vara del club en lo más alto. Surgen dudas en torno a los 6 millones de dólares anuales destinados al cuerpo técnico y a la política de fichajes negociados con plena autonomía.
También sus formas de conducción, consideradas por algunos como rígidas o de mando fuerte, empiezan a chocar con los pobres resultados obtenidos. Ante este escenario, lo que suceda en el Torneo Clausura, competencia que tiene a River Plate en la quinta colocación de su zona, liderada por Deportivo Riestra y Rosario Central, será clave. Como dijo el propio entrenador, al finalizar la temporada realizará un riguroso análisis y “se tomarán las decisiones pertinentes”.









