
Se conocieron de niños y forjaron una relación en las pistas de karting en las que soñaron con correr en la Fórmula 1. Uno de ellos, Franco Colapinto, ya lo consiguió. El otro, Nicolás Varrone, se encamina a ello luego de confirmarse que correrá en la Fórmula 2 en la próxima temporada.
De aquellos fines de semana en las pistas de karting a los que vendrán en 2026 en los cuales se volverán a ver en 14 eventos que son los que comparte la Máxima con su categoría antesala inmediata. Es cierto que los boxes de F2 se ubican en otro sector de los circuitos, pero con seguridad Nico y Franco se cruzarán otra vez.
La amistad entre ambos pilotos argentinos se forjó en la adolescencia, cuando compartían largas jornadas frente al simulador y se acompañaban mutuamente en sus primeras experiencias en el karting, una etapa que sentó las bases de una relación marcada por la camaradería y la pasión por los autos.
El Kartódromo de Zárate fue el escenario donde comenzó esta historia, en 2015. Aunque pertenecían a categorías diferentes, ya que hay dos años de diferencia entre ellos, la afinidad surgió de inmediato. Compartían equipo y, fuera de la pista, solían visitar la casa del otro para pasar horas compitiendo virtualmente. Incluso viajaron juntos a Europa para participar en una prueba de karting, lo que consolidó aún más su lazo.
Compartieron momentos divertidos, como el que se vio en un video viral donde Nico lo ayuda a Franco a preparar el karting para salir a pista y cuando se acerca a la cámara a bordo dice en broma “Colapinto es un manco”, en una definición que se usa en la jerga del automovilismo. Las imágenes fueron furor en las redes sociales.
La evolución profesional de ambos tomó rumbos separados. Colapinto regresó a Europa y se estableció en España para competir en la Fórmula 4, integrándose al equipo Drivex bajo la supervisión de Fernando Alonso. Por su parte, Varrone se trasladó al Viejo Continente poco después, a los 17 años, mientras finalizaba el secundario de manera libre. El objetivo de ambos era claro: llegar a la F1.
El sueño se materializó primero para Colapinto, quien en 2024 fue seleccionado por Williams como reemplazo de Logan Sargeant para disputar las últimas nueve carreras de la temporada, tras haber ingresado a la academia del equipo en 2023. Este logro representó un giro inesperado en su carrera y lo posicionó en la máxima categoría del automovilismo mundial. Sin lugar en el team inglés, este año se incorporó a Alpine.
En el caso de Varrone, la falta de presupuesto lo llevó en 2020 a abandonar los monoplazas y dedicarse a las competencias de resistencia. Allí ganó en las 24 Horas de Le Mans, pero el anhelo de la F1 parecía haberse desvanecido. La situación cambió cuando General Motors anunció su ingreso a la categoría en 2026, lo que reavivó sus aspiraciones. Como piloto oficial más joven de la marca y con experiencia en monoplazas, Varrone se sumó a este nuevo desafío.
La pasión por el automovilismo en la familia de Varrone tiene raíces profundas. Su padre, Martín Varrone, fue piloto y es coleccionista de autos, entre los que destaca el primer vehículo de Diego Armando Maradona, un Fiat 128 color crema. Su madre, Sandra Castrogiovianni, también incursionó en las pistas.
En 2024, antes del debut de Colapinto en la F1, Varrone recordó la génesis de su amistad: “Nos conocemos desde que éramos chicos, cuando corríamos en el mismo equipo de karting. Siempre estamos en contacto”, relató. Profundizando en la relación, añadió: “De chiquitos nos hicimos muy amigos, al nivel que compartíamos mucho tiempo juntos, nos íbamos de vacaciones juntos, él venía a dormir a casa, por ahí yo iba a dormir a la casa de él. Muchísimo tiempo jugando al simulador, muchísimo tiempo en esa época”.
La tecnología también fue parte central de su vínculo. Varrone describió: “Nosotros estábamos todo el día en el simulador. Poníamos llamada de Whatsapp en ese momento porque no nos conectábamos por simulador. Eran llamadas en altavoz mientras íbamos corriendo. Gritábamos, hablábamos. Hemos tenido llamadas de siete, ocho horas en verano, o sea que estábamos cada uno en su casa corriendo a cualquier cosa, a lo que sea”.
A pesar de que sus carreras tomaron rumbos diferentes, el afecto y la admiración mutua permanecen intactos. Varrone concluyó: “Hicimos caminos diferentes, pero siempre que lo veo me pongo muy contento y siempre que nos vemos en algún lado nos saludamos y nos ponemos al día, porque compartimos mucho tiempo. Es una persona que admiro mucho”.
Ahora volverán a verse en los autódromos que comparta la F1 y la F2. Será el momento para recordar viejas anécdotas, emocionarse con un abrazo y la satisfacción de que se encuentran en la élite del automovilismo a nivel mundial, ese gran sueño forjado en aquellos días de karting.








