A un kilómetro de la ciudad de Tilcara, sobre un morro de 80 metros, el Pucará se erige como un mirador natural. Desde allí, la vista abarca valles y quebradas, tierras de cultivo y antiguos caminos. No es casual que sus constructores, los tilcaras, parcialidad del pueblo omaguaca, lo eligieron como lugar de asentamiento. La altura permitía protegerse de ataques y controlar los campos y rutas que unían comunidades de todo el noroeste.
Se estima que el Pucará de Tilcara fue habitado desde finales del siglo XI hasta la llegada de los conquistadores españoles. La irrupción europea en el siglo XVI significó el inicio del genocidio más grande de la historia de nuestro continente, los pueblos originarios de Abya Yala fueron asesinados y despojados de sus territorios. En la Quebrada de Humahuaca, como en todo el continente, la colonización impuso una violencia sistemática que intentó borrar lenguas, religiones, conocimientos y cosmovisiones milenarias.
Pese a ello, el Pucará se mantuvo como símbolo de fortaleza. En tiempos del Imperio incaico funcionó como capital provincial del huamani de Humahuaca. Aquí convivían barrios de viviendas, corrales, necrópolis y espacios sagrados para ceremonias. Sus construcciones, de piedra con techos de barro, cardón y paja, estaban conectadas por senderos que todavía pueden recorrerse.
Durante la época inca, el sitio albergó talleres estatales de producción de objetos en alabastro y mármol que viajaban como tributo hacia el Cusco. También fue residencia de líderes como Viltipoco, figura de la resistencia contra la invasión española.
El Pucará permaneció oculto a la mirada occidental hasta principios del siglo XX, cuando comenzaron las investigaciones arqueológicas y la extracción de miles de piezas. Poco después se iniciaron las tareas de restauración. Sin embargo, gran parte de esta intervención respondió a los métodos de la época, lo que generó discusiones sobre la fidelidad de las reconstrucciones y la presencia de elementos ajenos a la tradición local, como la pirámide trunca que corona el cerro.
A mediados del siglo pasado la Universidad de Buenos Aires, impulsó la creación del Museo Arqueológico que actualmente lleva el nombre de su primer director, el Dr. Eduardo Casanova. Hoy, este museo exhibe piezas recuperadas y funciona como espacio de investigación.
El Pucará de Tilcara fue declarado Monumento Histórico Nacional en el año 2000 y, junto con la Quebrada de Humahuaca, integra la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO.
Recorrer sus senderos es caminar sobre piedras que fueron hogar, altar y trinchera. Es reconocer que la historia de este territorio no comienza con la colonización, sino mucho antes, con pueblos que desarrollaron sociedades, culturas y conocimiento.