La liberación de 26 aves silvestres marcó una nueva etapa en el trabajo de BioCórdoba y Policía Ambiental para combatir el tráfico ilegal de fauna y el mascotismo en la región. Estas aves, que habían sido recuperadas y alojadas en el Parque de la Biodiversidad, regresaron a su hábitat natural tras superar un proceso de rehabilitación.
El Centro de Rescate Animal del Parque de la Biodiversidad recibió a estos ejemplares provenientes de situaciones de tráfico ilegal y tenencia como mascotas, muchas veces con diferentes tipos de lesiones. El equipo profesional, compuesto por veterinarios, biólogos y cuidadores, se encargó de su recuperación tanto sanitaria como comportamental, garantizando que estuvieran en condiciones óptimas para su reinserción en la naturaleza.
Entre las especies liberadas se encontraban seis cardenales copete rojo, siete reinas moras, dos mistos, un cabecita negra, dos corbatitas, cinco jilgueros, una monterita, una brasita y un pepitero gris. La intervención conjunta de BioCórdoba y Policía Ambiental permitió que estas aves, tras un periodo de atención especializada, pudieran volver a su entorno natural.
Las especies liberadas
Argentina tiene una gran diversidad en su fauna. Sin embargo, muchas de estas especies de pájaros están catalogadas como “Preocupación Menor”, respecto a un posible peligro de extinción. Y su captura u tenencia están prohibidas, ya que la demanda como ave de jaula afecta directamente a las poblaciones silvestres.
El cardenal copete rojo (Paroaria coronata) es una especie de ave paseriforme reconocida por su distintivo copete y capuchón de color rojo intenso que se extiende hasta el pecho. El cuerpo combina tonos plomizos en la espalda y blanco en el vientre, mientras que el pico, fuerte y cónico, le facilita alimentarse de semillas y frutos. Los juveniles presentan un plumaje más pardo en comparación con los adultos.
La reina mora corresponde a la especie Cyanocompsa brissonii, un ave paseriforme reconocible por su intenso plumaje azul marino en los machos y los tonos marrones en las hembras. Esta especie mide alrededor de 15 centímetros y vive en arboledas densas de regiones como el Chaco Seco y el Espinal, sobre todo en el centro y norte del país. Prefiere zonas con vegetación cerrada, como bosques, montes y matorrales, donde puede desplazarse y alimentarse con facilidad.
El misto (Sicalis luteola) es un ave paseriforme pequeña, de unos 12 centímetros de longitud, fácilmente reconocible por su plumaje predominantemente amarillo, que se intensifica en los machos durante la temporada reproductiva. El pico es cónico y robusto, lo que facilita una dieta basada principalmente en semillas y granos. También consume frutos, pequeños insectos y larvas que halla en el suelo.
Esta especie habita en una amplia variedad de ambientes, desde bosques hasta descampados y zonas abiertas. Resulta habitual observar al misto en grupos, tanto en jardines urbanos y plazas como en áreas rurales, especialmente en las cercanías de bosques o selvas.
El cabecita negra (Sporagra magellanica, anteriormente Carduelis magellanica) es una especie de ave paseriforme muy común en Argentina y en varios países de Sudamérica. Mide entre 11 y 13 centímetros, con los machos presentando una cabeza negra característica, dorso verde oliva, partes inferiores amarillas y alas negras con franjas amarillas. Las hembras y juveniles no tienen la cabeza negra y su plumaje muestra tonos más verdosos y menos contraste.
Esta especie habita una amplia variedad de ambientes en el país, incluyendo campos, jardines, parques, bordes de bosques y áreas rurales. Es habitual observar ejemplares de cabecita negra en zonas urbanas y rurales, desde el nivel del mar hasta regiones montañosas.
El corbatita común (Sporophila caerulescens), una de las pequeñas aves paseriformes más difundidas, se distingue por el plumaje gris-plomo con una banda negra en la garganta y el pecho en los machos, que simula una corbata, y por los tonos pardos en las hembras. Esta especie, con un promedio de 10 a 11 centímetros de largo, habita praderas, campos cultivados y márgenes de arroyos desde el norte hasta el centro de Argentina. El corbatita se alimenta básicamente de semillas de plantas herbáceas, alternando con insectos en época de reproducción.
Entre las especies de canto más apreciadas figura el jilguero común (Sicalis flaveola), conocido en la región por su plumaje amarillo brillante en los machos y su capacidad para improvisar melodías complejas. El jilguero, que alcanza entre 12 y 13,5 centímetros, habita pastizales, sabanas y también áreas urbanas de Sudamérica. Su dieta incluye semillas y, ocasionalmente, insectos.
Otra especie restringida al noroeste argentino es la monterita serrana (Poospiza baeri). Este pájaro endémico, de hasta 16 centímetros de largo y tonos oliváceos con babero rufo, frecuenta los bordes de bosques montanos y pastizales de altura en provincias como Jujuy, Salta y Tucumán. La monterita suele desplazarse en pequeños grupos y se alimenta de invertebrados y semillas. Su estado de conservación es “vulnerable” debido a la fragmentación y pérdida de hábitat asociada a actividades humanas.
La brasita de fuego (Coryphospingus cucullatus), reconocible por el copete rojo en los machos y dorso gris con reflejos rojizos, se distribuye en regiones del norte y centro del país. Alcanzando entre 13 y 14 centímetros, este pájaro está presente en bosques, sabanas y matorrales.
El listado se completa con el pepitero gris (Saltator coerulescens), de particulares cejas blancas y garganta delimitada por líneas negras. Con una longitud promedio de 20 centímetros y cuerpo robusto, el pepitero habita bosques abiertos y zonas arbustivas del norte argentino. Obtiene su alimento de semillas, frutos y algunos invertebrados, y se desplaza tanto en parejas como en bandadas. Instituciones como el Sistema de Información de Biodiversidad (SIB Argentina) lo consideran “no amenazado” a nivel nacional, aunque advierten sobre la presión de la modificación de hábitat.