El lunes que viene, el fiscal Adrián Arribas –a cargo de la investigación por el triple femicidio de Morena Verdi, Brenda Loreley del Castillo y Lara Morena Gutiérrez– retomará la indagatoria con Florencia Ibáñez y Lázaro Víctor Sotacuro, dos personas detenidas que ya hablaron ante el fiscal, pero pueden agregar elementos clave para la reconstrucción de los crímenes. El pasado jueves, Ibáñez modificó su relato sobre lo ocurrido durante la noche del 19 de septiembre. Un día antes, Celeste González Guerrero –la inquilina de la casa de Florencio Varela donde fueron asesinadas y enterradas las tres jóvenes– había brindado un testimonio en el que por primera vez aparecieron retazos de lo ocurrido dentro de la casa. Página/12 accedió a las declaraciones indagatorias para intentar armar un rompecabezas con piezas que por el momento no encajan, en una causa en la que hay nueve personas detenidas y, según el fiscal, al menos otras cuatro prófugas, de las cuales tres ya fueron identificadas. Los hechos (y los interrogantes) Morena, Brenda y Lara –las primeras de 20 años, la última de 15– ejercían la prostitución en el barrio porteño de Flores. En un video grabado por una cámara de seguridad el 6 de septiembre, se la ve a Lara caminar por avenida Rivadavia al 7100 junto a Tony Janzen Valverde Victoriano, conocido como Pequeño J. Este joven de 20 años fue señalado como uno de los líderes de un grupo narco que opera en la zona de las villas 1-11-14, 21-24 y Zavaleta, también en el sur de CABA. El 19 de septiembre cerca de las 22 horas una camioneta Chevrolet Tracker blanca pasó a buscar a las tres jóvenes por La Tablada –ellas vivían en La Matanza y creían que iban a una fiesta, en la que les iban a pagar por asistir–, las llevaron a una casa en Florencio Varela, las torturaron, las mataron y las enterraron en el fondo. Parte del proceso, además, fue filmado y transmitido en vivo a un grupo de personas que forman parte del grupo criminal. La camioneta apareció prendida fuego a una cuadra de la casa. La principal hipótesis de la investigación es que una de las chicas –o más de una– le robaron cocaína a un miembro de esta banda. Según consta en el expediente de la causa, dentro de la casa –o en las cercanías– había “un número indeterminado de sujetos, de distinto sexo”, y se identificó a diez personas. Hay nueve detenidos y cuatro prófugos. Se trata de un escenario en el que restan determinar algunas cuestiones centrales: ¿quién fue el que ordenó hacer esas atrocidades a Morena, Brenda y Lara?, ¿cómo está compuesto el grupo?, ¿quién es el líder?, ¿qué relación tenían con las jóvenes?, ¿a quién le robaron la droga? Los testimonios Los primeros detenidos en declarar fueron Florencia Ibáñez y Lázaro Víctor Sotacuro. Hablaron con el fiscal Arribas el lunes 6 de octubre y coincidieron en el relato de la noche. Según esta versión, Sotacuro había sido contratado por un vecino suyo de Bajo Flores, el Loco David, para hacer un viaje desde Florencio Varela. Uno de los aspectos llamativos de ese relato es que, según Sotacuro, antes del viaje fue a buscar su Volkswagen Fox blanco, que había sido alquilado por su sobrina –Ibáñez– y la pareja de su sobrina, Alex Castillo, para que lo usaran como remis. Los cruzó a los dos en Flores y les ofreció que lo acompañaran en el viaje. Allí los testimonios se ponen difusos: fueron hasta la casa de Florencio Varela, de la que salía música fuerte, David les dijo que esperaran en un kiosco, después pasaron por una parrilla, hasta que Ibáñez le pidió a Sotacuro que los llevara de vuelta a Bajo Flores. Sotacuro accedió y luego de haberlos dejado en el barrio, recibió un llamado de David para que lo fuera a buscar, con la indicación de que antes recogiera una bolsa con una campera. Al llegar de nuevo a Florencio Varela, esperó un rato en una estación de servicio hasta que David se volvió a comunicar con él, para que lo recogiera en una dirección cercana a la casa. Al llegar, Sotacuro vio a David con otros dos hombres: estaban mojados y con manchas de barro. Durante el viaje de vuelta, David se sacó la ropa, la tiró en el camino y se cambió con la muda que Sotacuro le había llevado. Habían arreglado 40 mil pesos por el viaje, pero el domingo David le pagó 600 mil. El lunes dos hombres entraron a robarle a la casa y se llevaron su celular. Al ver las noticias del triple femicidio en un noticiero, Sotacuro decidió salir del país. Fue detenido en Villazón, Bolivia, el 27 de septiembre. Hasta este momento la hipótesis de la fiscalía ubicaba a Pequeño J como el líder de la banda, a Matías Ozorio en una segunda línea –y por ende ambos aparecían como autores intelectuales del crimen–, y a David, junto con los otros dos hombres, como ejecutores de los crímenes. Pero la indagatoria de Celeste González Guerrero el pasado miércoles abrió otro panorama. En primer lugar, Celeste describió cómo era el circuito de venta de cocaína en Florencio Varela junto a su novio – también detenido–, Miguel Villanueva Silva. Eran abastecidos por miembros del grupo desde Bajo Flores, explicó. En su relato de la noche del 19 de septiembre hay un constante ida y vuelta entre su punto de venta y la casa, de modo que solo aparecen retazos de lo que ocurrió allí. Celeste dijo haber abierto el garage para la entrada de la camioneta blanca: las jóvenes “bajaron sonrientes, se las veía como engañadas que venían a una fiesta”, precisó, y dijo que con ellas estaba Pequeño J y otros dos hombres. A uno de ellos lo reconoció como “el Duro”, apodo de Sotacuro. En la escena que describió sonaba música fuerte, y estaba Matias Ozorio quien, junto a “Nero” y “Paco”, cavaban un pozo en el patio. Después salió de la casa y vio a otros tres hombres “con guantes de latex”, dentro del comedor, con las luces apagadas. Entre idas y vueltas a lo largo de la madrugada, Celeste dijo que Miguel –su pareja– le dijo que había matado a una de las chicas que se quiso escapar, que más tarde fueron a comprar lavandina, guantes y artículos de limpieza, y que llevaron la camioneta con sábanas y colchones a un terreno baldío para prenderla fuego. En su relato, Sotacuro aparece como la figura más jerárquica del grupo y a quien le robaron la droga: 30 kilos de cocaína. Describió una estructura en la que está el “abuelo” como líder, el “papá” que “bajan toneladas la droga”, y los “tíos” –Sotacuro en este caso– y “pequeño” –como J–, que “solo manejan siete o diez kilos de droga”. “Duro estaba por encima de Julio –Pequeño J–, era el que le daba órdenes. Miguel estaba por debajo de Julio”, repasó. Aclaró que Miguel mató a las chicas “gratis” y que Ozorio le contó que “a Julio alguien, que no sé quién es, le pagó un millón de dólares por lo que hicieron”. La transmisión en vivo, en su versión, era para “papá” y “Lima”, su custodio. “Le mostraban cómo las mataban, creo que fue a la primera, y que “papa” y “Lima”, que estaban en José C. Paz”, agregó. El jueves volvió a declarar Ibañez y rectificó varias cuestiones de su primer versión. Aunque dijo no saber en el momento para qué iban a Florencio Varela con Sotacuro y Alez, afirmó que este último –su pareja–, le contó después que iban a recuperar droga que le habían robado las jóvenes: unos 300 kilos de cocaína, dijo. “Alex me cuenta, después de todo, que la idea era apretar a un tipo, no lastimar a las tres chicas”, sostuvo. Ibáñez dijo que pasaron por la casa despacio en el auto, pero ella nunca entró. El fiscal le mostró fotos de “el Duro”, pero ella no lo reconoció como Sotacuro. También contó que formateó el celular de Sotacuro a pedido de su tía, Débora, la esposa del detenido. Su declaración continuará este lunes, y también se presentará ante el fiscal Sotacuro para ver si ratifica lo que dijo anteriormente, o da una nueva versión de lo ocurrido. El viernes el fiscal Arribas sostuvo que “en las indagatorias los imputados no tienen que decir la verdad, pueden mentir o armar un escenario que los beneficie”. El otro elemento importante para ordenar los relatos, que se conocerá esta semana, es el contenido de los celulares de los detenidos. Tal vez allí esté la clave de cómo se organizó y quién es quién, en el triple femicidio de Morena, Brenda y Lara.