La animadversión entre Axel Kicillof y Javier Milei es mutua aunque se expresen en tonos diferente. La necesidad de estar ambos en el ring llevó al gobernador hasta Nueva York, donde se mostró como la contracara de las más que estrechas relaciones que el Presidente argentino selló con Donald Trump y con el premier israelí Benjamin Netanyahu.
Invitado por Chile y Uruguay, Kicillof participó de un encuentro de jefes de Estado bajo el paraguas de la Asamblea General de las Naciones Unidas y de un homenaje a José “Pepe” Mujica. Con el ministro Carlos Bianco en modo canciller se codeó, entre otros, con figuras de la talla del chileno Gabriel Boric y del uruguayo Yamandú Orsi, pero también de dos ‘enemigos’ simbólicos y extremos de Milei como el español Pedro Sánchez y el presidente de Brasil Luiz Inácio Lula Da Silva.
Fue un mismo escenario con dos mensajes contrapuestos que se medirán a duelo el próximo 26 de octubre cuando, además de las bancas para el Congreso, se defina el auxilio prometido por el secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, acuerdo supeditado entre otras condiciones al fin de las relaciones con China y al resultado en las urnas.
Aunque no es comparable, en Córdoba el Presidente se topó con otro circunstancial enemigo y le apuntó en su lanzamiento de campaña: Juan Schiaretti, impulsor de Provincias Unidas y solapado aliado en el 2023 que, de yapa, respaldó con apoyo parlamentario y con funcionarios la gestión inicial del libertario. Ahora “el Gringo” se juega la supervivencia como también defienden su territorio la mayoría de los gobernadores, estrategia opositora que deberá probar si tiene fecha de vencimiento como las retenciones 0.
Similar ejemplo es el salteño Gustavo Sáenz que le prestó a Milei una funcionaria clave, la extitular de Energía, Flavia Royón, que antes estuvo a préstamo con Sergio Massa. Tras su paso fugaz y su despido anticipado, Royón regresó a Salta y ahora encabeza la lista para el Senado.
Peronista con autonomía del PJ nacional, el tucumano Osvaldo Jaldo puso su propio nombre en la papeleta y acaba de tomarse licencia por el próximo mes. Según reconocen todas las tribus, nadie la tiene fácil y todos están obligados a su máximo esfuerzo: ni los libertarios de Milei, ni los partidos provinciales que buscan romper la polarización, ni Fuerza Patria tienen ganada de antemano la elección.
Por la buena imagen de los gobernadores y por la necesidad de garantizar gobernabilidad –algo que los funcionarios de Trump subrayaron como imprescindible– el asesor Santiago Caputo reorientó el discurso y pidió a candidatos y jefes de campaña preservar a los jefes provinciales de las dagas libertarias. A excepción de Kicillof, como está dicho.
Milei es el candidato aunque su nombre no vaya en las listas. Salvo Luis Petri en Mendoza; Patricia Bullrich en Capital y José Luis Espert en Buenos Aires, las boletas violetas están encabezadas por ignotos o cuestionados candidatos que alcanzaron la cumbre en base a extrema lealtad. La necesidad de ganar la elección y satisfacer la exigencia de Trump justifica que, por fin, el Presidente recorra el país y trate de equilibrar un cuentakilómetros interno que favorecía a su desterrada vicepresidenta Victoria Villarruel.
Como en un viaje rutero a medida que avanza el proceso, el triunfo de Manuel Adorni en la Ciudad de Buenos Aires aparece como un espejismo. El resto de las elecciones locales desdobladas fueron ganadas por los oficialismos provinciales y por un alto margen en Buenos Aires por el conglomerado de Kicillof, intendentes, kirchnerismo y otros espacios peronistas que acordaron unidad para ambos turnos electorales.
Emponderados –aunque preocupados, según le han dicho a esta cronista– varios gobernadores se animaron a gestar el espacio Provincias Unidas tras la implosión de Juntos por el Cambio. La única diferencia con aquel armado que lideró el macrismo es la figura de un Schiaretti que mantiene su pretensión nacional con Florencio Randazzo como principal terminal en territorio bonaerense.
Aunque con debate interno respecto al voltaje opositor que debe representar la opción intermedia, los gobernadores de Provincias Unidas –Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Jujuy y Santa Cruz– más el nacional Schiaretti estarán este martes en Chubut para respaldar la batalla local de Ignacio Torres y mostrar músculo político. Críticos de la fugaz oferta de retenciones 0 a los granos, no preparan ningún documento. Ni sobre la cuestionada operatoria que benefició a grandes exportadores de cereales ni tampoco respecto al Presupuesto que recién empieza a debatirse en el Parlamento. De ese grupo, sólo el santacruceño Claudio Vidal se desmarcó y defendió a Guillermo Francos frente al pedido de moción de censura por la no aplicación de la Ley de Discapacidad.
En ese escenario, tal vez Vidal sea el próximo convocado por Lisandro Catalán. El ministro del Interior –a pedido de Francos– habilitó una vía de diálogo para canjear gobernabilidad nacional por igual trato en cada provincia de la que excluyó a los peronistas Kicillof, Ricardo Quintela, Gildo Insfrán, Sergio Ziliotto y el fueguino Gustavo Melella.
El fruto de esas gestiones también depende del proceso electoral aunque no impide al funcionario pedir una tregua respecto a la Ley de Presupuesto y apoyos futuros a las reformas de la ley tributaria y la ley laboral. En un nuevo intento por mostrar espíritu dialoguista, este lunes vuelve a reunirse el Consejo de Mayo en el que el radical aliado Alfredo Cornejo representa a los 17 mandatarios firmantes.
Entre aquellos que supieron estar cerca se apunta el correntino Gustavo Valdés, que desafió a Catalán con una frase que ya es meme. “Tenés que levantar el culito de la Casa Rosada y comenzar a viajar por el interior”, le reprochó. Su hermano Juan Pablo Valdés, que acaba de ser electo como su sucesor reclamó estos días la transferencia de fondos adeudados, recriminó no haber recibido felicitación de parte del Presidente y lo desafió a que visite la provincia antes de la elección. Ninguno de los Valdés irán a Casa Rosada por lo que se especula que la reunión de Catalán con “Peteco” Vilches ofició como elegante mediación.
Más peso que los espacios gestados desde Casa Rosada parece concentrar el Consejo Federal de Inversiones (CFI), donde las 23 provincias más la Ciudad de Buenos Aires alumbraron los proyectos de ley de distribución de ATN y de un porcentaje del impuesto a los combustibles líquidos. El jueves su titular, Ignacio Lamothe, reunió en Bariloche a un grupo variopinto de gobernadores que agradecen la chequera del CFI con garantías y financiamiento para las empresas estatales provinciales en un escenario de motosierra nacional.
Frente al Nahuel Huapi ofició de anfitrión el ‘no alineado’ Alberto Weretilneck (Juntos Somos Río Negro). Se sumaron el radical de Provincias Unidas Carlos Sadir (Jujuy); el salteño Gustavo Sáenz; el pampeano peronista Sergio Ziliotto; el misionero Hugo Passalacqua (Frente Renovador de la Concordia) y Marcelo Orrego, sanjuanino cuya amistad la disputan Casa Rosada y Provincias Unidas. No estuvo el catamarqueño Raúl Jalil, aquejado por un proceso gripal, ni Kicillof por la superposición con el viaje a Nueva York. Eso sí, el bonaerense sigue todas las charlas en punto a punto vía celular o en el grupo de whatsapp de los 23 más Caba.