Un estudio realizado entre investigadores keniatas y estadounidenses y publicado esta semana en la revista Science comprobó que el pueblo de Turkana, un lugar del norte de Kenia, logró adaptarse genéticamente a un territorio hostil para la vida humana.
Esta población keniata se encuentra en una zona con calor extremo, escasez de agua y limitada vegetación pero logró vivir gracias a un proceso de miles de años de selección natural de acuerdo a la investigación. De esta forma Charles Miano, un coautor del estudio y estudiante de posgrado del Instituto de Investigación Médica de Kenia, coloca a “Turkana y África subsahariana a la vanguardia de la investigación genómica, un campo donde las poblaciones indígenas han estado históricamente subrepresentadas”.
Este avance científico se incluye dentro del Proyecto de Salud y Genómica de Turkana llevado adelante por investigadores keniatas y sus pares norteamericanos. Los trabajos previos consistieron en secuenciar 367 genomas humanos y se analizaron más de 7 millones de variantes genéticas. Así se encontró que un gen expresado en el riñón de los habitantes del norte de Kenia, el STC1, demostró una sólida adaptación al ambiente extremo en el que viven. Esto repercute cotidianamente en una respuesta del propio organismo contra la deshidratación y el procesamiento de alimentos ricos en purinas como carne y sangre animal, que son alimentos básicos del pueblo de Turkana.
Contexto de Turkana
La región de Turkana está ubicada en el norte de Kenia y es parte de una de las regiones más áridas del planeta, donde casi no hay sombra ante demasiada exposición solar, las lluvias son pocas y breves además de impredecibles, lo que repercute en grandes esfuerzos cotidianos para conseguir agua para ellos, que en varios casos son pastores, y su ganado, cabras y camellos.
Más del 70% de su alimentación proviene de animales, siendo sus principales alimentos la leche, la carne y la sangre para hacerle frente a la escasez de comida y a la lejanía con los comercios del país africano. En este contexto se decidió comenzar con una investigación para descubrir el estado de salud general de la población de Turkana.
Tras años de registrar la orina y la sangre de los habitantes del norte de Kenia los investigadores descubrieron que, producto de su alimentación, la mayoría debería sufrir la enfermedad de gota, algo que apareció poco y nada. “Aproximadamente el 90% estaban deshidratadas, pero en general sanas”, confirmó el profesor Julian Ayroles, de la Universidad de Berkeley, una de las integrantes del acuerdo entre keniatas y estadounidenses. “Los turkana han mantenido su estilo de vida tradicional durante miles de años, lo que nos ofrece una perspectiva extraordinaria sobre la adaptación humana”, explicó el norteamericano.
Las adaptaciones genéticas habrían iniciado hace 5000 años, desde la aridificación del norte africano. Desde ese momento la selección natural produjo variantes para mejorar la supervivencia en ese territorio. Epem Esekon, el responsable del sector de salud y saneamiento del condado de Turkana, señaló que “Esta investigación demuestra cómo nuestros antepasados se adaptaron a los dramáticos cambios climáticos a través de la evolución genética“.
Problemas y futuro posible
Sin embargo, también se señaló que estos cambios genéticos que generaban protección en Turkana pueden producir enfermedades crónicas en caso de mudarse a otros territorios que tengan otras condiciones diferentes a las del norte de Kenia, ya que esas ventajas allí son desventajas incluso en otras regiones de su país. Algunas de las condiciones a las que se exponen son la hipertensión y la obesidad.
Este descubrimiento también sugiere posibles escenarios futuros en plena crisis climática. Según el director del Instituto de la Cuenca de Turkana (TBI), el doctor Dino Martins, la investigación “aporta otro importante conocimiento a nuestra comprensión más amplia de la evolución humana”.