La música tiene un poder único: anticipa cambios en la sociedad. Me gustaría traer a colación la figura de Joseph Haydn, un compositor del periodo clásico que vivió contemporáneamente a Mozart.

La revolución francesa, con su canto de libertad, igualdad y fraternidad en 1789, coincide con la creación de la sinfonía “Los Adioses”. Esta obra representa una forma de rebelión de Haydn contra las autoridades, específicamente contra un duque que solía quedarse dormido durante sus conciertos.

En esta sinfonía, el segundo movimiento comienza con una melodía suave, casi como una canción de cuna, que Haydn repetía para fomentar el sueño del duque. Sin embargo, en un momento, un acorde fuerte irrumpe, lo que le da nombre a la obra: “La sinfonía de la sorpresa”. Esta rebelión musical es un claro ejemplo de cómo la música puede ser un vehículo de expresión y protesta.

Algo parecido puede verse en la música actual, especialmente en boliches, donde predomina una sonoridad repetitiva y melodías poco variadas. Me pregunto ¿no será que esta tendencia musical refleja los cambios en nuestra sociedad, donde parece que las personas no pueden pensar por sí mismas y se ven atrapadas en ciclos de repetición? No todo lo que se escucha en esos espacios es de mala calidad, pero sí es cierto que falta una mayor diversidad musical.

En comparación con épocas pasadas, cuando se escuchaban grupos como Soda Stereo o Queen, hoy se percibe una falta de sofisticación en las letras y las estructuras musicales. Para generar nuevas ideas, es necesario escuchar música distinta, con melodías variadas y letras profundas. Este retroceso en la calidad musical podría estar afectando nuestra capacidad de pensamiento crítico.

Es fundamental dedicar tiempo a explorar diferentes géneros y estilos musicales. La paradoja de tener acceso a una vasta cantidad de música, pero seguir escuchando lo mismo, refleja una falta de libertad. La invitación es a abrirse a nuevas experiencias sonoras, a encontrar belleza en lo desconocido y a enriquecer nuestro espíritu a través de la música.

Me gustaría concluir con un llamado a la reflexión: debemos esforzarnos por descubrir nuevas melodías y letras que nos inspiren y eleven. La música, en su esencia, debe ser un acto de libertad y exploración.