Mauricio Macri hace tiempo que viene buscando una debilidad de Javier Milei, después de un año de acuerdos forzados y humillaciones. Y, ¿a que no adivinan? Debilidad encontrada. Así como la derrota en mayo forzó al lider del PRO a una serie de acuerdos con La Libertad Avanza, el desastre de septiembre al que llegó el sector acuerdista puede tener consecuencias en la discusión que el PRO tendrá post octubre de como seguir. Por lo pronto, el ex presidente está esperando que Milei recapacite y lo convoque para, esta vez sí, escuchar sus consejos y ejecutarlos por fuera de su entorno. En tanto, el sector acuerdista de Cristian Ritondo y Diego Santilli, saca cuentas y se defiende: el acuerdo no fue tan malo, dicen desde ese lado, por el PRO conservó la mayoría de las bancas que puso en juego.

Desde comienzos del gobierno de Milei, el PRO se dividió en dos grupos: los autonomistas y los acuerdistas. Unos planteaban un PRO autónomo frente a LLA y los otros sostenían que sin un acuerdo electoral el partido amarillo peligraba. Esa discusión pareció zanjarse cuando la estrategia de desdoblar y hacer campaña contra LLA (con Mauricio Macri al frente) los llevó a una derrota en su propio distrito. Después de eso, el ex presidente dio la venia para un acuerdo en provincia y luego negoció él otro en la Ciudad que estuvo cargado de humillaciones por parte de Karina Milei. En tanto, el jefe de Gobierno, Jorge Macri, se replegó a la espera de un mejor momento para plantear su posición.

Curiosamente, con la derrota de la alianza LLA-PRO (que se llamó, simplemente “Alianza La Libertad Avanza” y en violeta), Jorge Macri no salió mal parado. Su distrito principal en juego era Vicente López, donde la intendenta Soledad Martínez consiguió un acuerdo donde retenía el 70 por ciento de la lista de concejales. En ese distrito, remarcaron los amarillos, fue en donde la alianza LLA-PRO ganó con el mayor porcentaje dentro de la Primera Sección Electoral (le sacaron 26 puntos al peronismo). La lista que armó Soledad Martínez (y no Karina Milei, como en otros distritos) se quedó con el 55 por ciento de los votos.

El sector de Martínez prefirió no decirlo, pero la principal comparación es con Tres de Febrero, donde el intendente ex PRO y convertido a LLA Diego Valenzuela salvó los trapos con poco (apenas cuatro puntos separaron a LLA de la remontada que hizo el peronismo en ese distrito)

De hecho, fueron pocos los intendentes PRO que pueden decir que salieron ganando con el acuerdo con LLA. Además de Martínez, están Guillermo Montenegro (jugado a fondo, logró imponerse en la Quinta Sección Electoral, una de las dos que ganó LLA) y el de San Isidro, Ramón Lanús. Y hay que parar de contar.

A esto se le suma una tropa de intendentes PRO que abandonó el acuerdo en el cierre de listas y fue por afuera.

Ante las críticas que se avencina del sector autonomista de que fueron a un acuerdo y entregaron mucho a cambio de una derrota, los acuerdistas se defienden. Cerca de Cristian Ritondo y Diego Santilli, hicieron cuentas y para lo que ponía en juego el PRO en el Congreso bonaerense no fue una tan mala elección: “De ocho bancas, conseguimos siete”, calculaban. “Alguien que me diga si yendo solos ibamos a hacer una elección mejor”, se defendían.

No obstante, los hombres del PRO que formaron parte de la campaña -a Ritondo incluso Karina Milei lo sumó a la mesa electoral con Sebastián Pareja y Santiago Caputo- se muestran descontentos por lo que fue un manejo centralizado de la campaña, sin oidos para otras estrategias. Un dirigente del PRO se sincera ante este diario: “No es que nos dieron poca bola con las cosas que proponíamos. Directamente no nos dieron bola en nada”.

Los referentes territoriales confirman esta idea: “No se hacía campaña, no nos escuchaban. No había forma de que esto saliera bien”, dicen. Y ahora se preguntan: ¿cambiará algo?

¿El regreso de las milanesas?

Del lado de Macri, por ahora hay una decisión de hacer silencio y esperar. No obstante, no falta el dirigente que considera que esta derrota puede ser favorable para el ex presidente, sobre todo si Milei abandona el aislamiento en un entorno de dos o tres funcionarios y empieza a escuchar. “Debería llamarlo a Mauricio”, dicen en el PRO.

Se sabe: hubo toda una época en la que Macri y Milei compartieron milanesas y Macri daba sugerencias y consejos de gestión y de estrategia electoral. El ex presidente ya hizo público que se cansó de ver como Milei le decía que sí, pero después esos planteos pasaban por Karina Milei y era que no. La idea, está claro, no sería volver a eso, sino tener una verdadera incidencia en el Gobierno, ahora que está debil. “Es una oportunidad para mejorar… Si la ven y se dejan ayudar”, dicen en el entorno de Macri.

¿Y si no? El PRO está en un compás de espera hasta después de octubre, cuando el sector de Macri tiene toda la intención de barajar y dar de nuevo con el marco de alianzas y con el armado de bloques dentro del Congreso. Según como reaccione Milei, según cuanto se “deje ayudar” y según como le vaya electoralmente, Macri seguramente replantee cómo se parará frente a un Gobierno que, como se queja frecuentemente, no paró de maltratarlo. Habrá que ver, cuando las aguas se aquieten, en donde terminará parado el PRO.