La humanidad, al menos en Occidente, siempre anheló conquistar la inmortalidad. En el siglo XVII, con la ciencia, su método y sus promesas de progreso indefinido, ese deseo pareció adquirir otro pulso. Sin embargo, nada fue demasiado serio hasta el presente, cuando las revoluciones de la biología molecular, la informática y la inteligencia artificial llevan el tema a otro nivel. Tanto que son los propios jefes de Estado de las naciones más poderosas del mundo quienes coquetean con la idea de –sencillamente– vivir para siempre.
Esta semana, Vladimir Putin y Xi Jinping (ambos de 72 años), se reunieron en Beijing para conmemorar el 80º aniversario del final de la II Guerra Mundial. En uno de los tantos encuentros que los tuvo como participantes, mientras recorrían la histórica plaza de Tiananmen, un micrófono quedó abierto y expuso un fragmento del diálogo. Podrían estar hablando de estrategias económicas y geopolítica, de guerras y armas nucleares, pero no. Sus diálogos, eran más profundos, digamos existenciales.
“Hoy eres un niño a los 70 años”, dijo el presidente chino. El ruso respondió: “Gracias a la biotecnología, los órganos humanos podrán ser trasplantados constantemente. Las personas podrán vivir cada vez más tiempo e incluso alcanzar la inmortalidad”. A lo que, con entusiasmo, Xi retrucó: “Las predicciones apuntan a que en este siglo se pueda vivir hasta los 150 años”.
Aunque suene descabellado, ambos presidentes tienen argumentos que engordan la ilusión. De hecho, como este diario contó en una nota reciente, hay profesores de Harvard, como David Sinclair, que afirman sin que se les mueva un músculo de la cara que “la persona que vivirá 150 años ya nació”. Con esto, busca concentrar la atención pública en las nuevas “terapias epigenéticas” para lograr longevidad y el envejecimiento saludable.
En tanto que la vejez comience a verse como una enfermedad, será cuestión de revertir los procesos biológicos y hallar la cura. Aunque la esperanza de vida promedio en el mundo es de 73 años, hay países como Japón, Singapur o España que alcanzan los 84 años. Si en 1950 las personas vivían 46 años, ¿por qué hacia las últimas décadas de este siglo no podrían alcanzar los 150?
Vivir más, una política de Estado
Aunque los medios titularon la conversación entre ambos como “curiosa” o “trivial”, nada más alejado de la realidad. Prolongar la vida de las 8 mil millones de personas que habitan la Tierra tendría consecuencias políticas, económicas y sociales muy significativas. Asimismo, si los presidentes de las superpotencias no pueden pensar a futuro, ¿quién lo hará?
Más allá de las especulaciones, hay un dato: ambos mandatarios perduran en sus cargos: Xi acumula 13 y Putin 25 años de mandato. Es natural que analicen, entonces, cómo prolongar su estancia en la Tierra. De hecho, Putin va más allá porque confía en estirar la esperanza de vida como una política de Estado. El ministerio de Salud ruso tiene entre sus prioridades incrementar la longevidad de su población. Para ello, diseñan tecnología capaz de “imprimir” órganos.
Hasta ahora, es tan solo un diálogo entre dos figuras determinantes de la política mundial, ya que el presente de la ciencia aplicada a los trasplantes marcha en otro sentido. En efecto, los trasplantes se definen como intervenciones que sirven para prolongar la vida de individuos con algún tipo de insuficiencia orgánica y no para alcanzar la inmortalidad.
Además, pensar a los órganos como si fuesen neumáticos nuevos que reemplazan a los gastados o pinchados no es del todo una metáfora que sirva para comprender cómo funcionan las cosas en la práctica. Los seres humanos no constituyen solo la suma de órganos; más bien, su funcionamiento se sostiene gracias a una compleja red de interacciones.
Lo que dice la ciencia
Fabián Norry, biólogo e investigador principal del Conicet, apunta a Página/12: “Con trasplantes autorizados por comisiones de ética internacionales, o incluso reparaciones médicas de órganos y tejidos, se podría llegar a extender la vida de un individuo, en la medida que el avance tecnológico lo permita. Sin embargo, eso no impacta en la genética de la población y no permite extender la longevidad a nivel del genoma de la población en el transcurso de las generaciones”.
Norry continúa con su explicación: “Otra situación es la de manipulación del genoma, incluyendo reemplazo de alelos en genes claves o incluso tratamientos para genes específicos, lo cual en un futuro podría ser posible con la regulación de comisiones de ética. Pero es difícil establecer cuánto podría extenderse la longevidad de alguien en particular, dado que la longevidad es regulada por muchos genes y el ambiente, el fondo genérico, y múltiples interacciones entre genotipo y ambiente”.
En concreto: ¿los trasplantes permiten prolongar la vida? Sin dudas, las de aquellas personas que, por alguna enfermedad, poseen una insuficiencia orgánica. Ahora bien, ¿los trasplantes indefinidos son posibles y un camino a recorrer para conseguir la inmortalidad? Hasta ahora no hay evidencia científica que lo sustente. La ciencia deberá investigarlo durante décadas, aunque previamente la política deberá decidir si eso es deseable.
¿Se referían a xenotrasplantes?
En Argentina, los órganos que se trasplantan son riñón, hígado, corazón, pulmón, páncreas e intestino. En lo que va de 2025, se realizaron 1.599 trasplantes: 1.153 renales, 314 hepáticos, 74 cardíacos, 24 renopancreáticos, 15 pulmonares, 15 hepatorrenales, 3 cardiorrenales y 1 de páncreas. Además, se trasplantan tejidos como córneas, piel, huesos y válvulas cardíacas.
El problema a nivel local (y en todo el planeta) es que la demanda de órganos supera a la oferta. Bajo esta premisa, uno de los primeros referentes que pensó en xenotrasplantes fue René Favaloro. Proponía utilizar órganos de individuos de otra especie (cerdos por lo general) en humanos: una práctica que cada vez tiene mayor consenso y que, en marcos experimentales, produce resultados positivos. Así, con los animales, podría hallarse una alternativa para reducir la brecha entre quienes esperan un órgano y quienes pueden brindarlo.
Del tiempo de Favaloro a esta parte, el campo avanzó a pasos acelerados, pues a fines de agosto se conoció el primer trasplante exitoso de un pulmón porcino modificado genéticamente para que pueda ser aceptado por una persona. El hombre de 39 años sobrevivió durante nueve días con este órgano prestado gracias a la intervención realizada por una compañía biotecnológica china llamada Clonorgan Biotechnology que, no casualmente, se conoce como ”la fábrica órganos en el futuro”. A principios de 2022 se realizó un trasplante de corazón de cerdo modificado genéticamente en Baltimore (EEUU) y el paciente sobrevivió dos meses hasta que falleció, precisamente, de un virus porcino.
Los ejemplos sobran, solo resta que la ciencia avance hacia la próxima frontera del conocimiento para saber si los trasplantes tradicionales, o bien, los xenotrasplantes, se volverán tan corrientes como para ser empleados en el sentido en que Xi Jinping y Vladimir Putin lo están pasando.