Victoria Villarruel nació el 13 de abril de 1975, unos veinte minutos antes de las 13, con el sol en Aries. Cincuenta años más tarde, festejó su medio siglo de vida cantando con su círculo íntimo. Recibió de regalo una máquina de karaoke. Cantó canciones de Cristian Castro, León Gieco y Silvio Rodríguez. Su repertorio incluyó también temas de Almafuerte -la banda de heavy metal de su amigo fallecido, Ricardo Iorio, Los ratones paranoicos y Andrés Calamaro. No se privó de entonar la marcha peronista y la canción del Mundial 1990, Un estate italiana. Del himno peronista pasó a Cara al sol, la canción de la falange española”, comienza el libro La Generalabiografía no autorizada de Victoria Villarruel, la vicepresidenta que desafía a los Milei (Planeta), de la periodista Emilia Delfino. En entrevista con Las12, Delfino, que es integrante del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), detalla los vínculos de Villarruel con Videla, Pando, Martínez de Hoz (hijo), así cómo los hilos detrás de la estrategia de la derecha argentina que la eligió como su vocera.

¿Cómo nació la idea del libro?

–Nació ante la necesidad de conocer más a uno de los cuadros del poder de La Libertad Avanza, sobre quien todavía había muchas dudas, misterios, secretos, falta de información sobre cómo había llegado al poder, por qué piensa como piensa y si realmente nos dice todo lo que piensa. Pero también sobre los mitos alrededor de su historia familiar, sobre su padre, sobre su abuelo y con esa necesidad de contar lo que ella tal vez no quiere que se sepa.

¿De qué manera fue construyendo la batalla cultural para poner en duda todo lo que creíamos que estaba saldado?

–Fue un largo camino: primero hubo un cambio de estrategia de la derecha que va más allá de Villarruel. Ella es elegida como una nueva vocera de la derecha a finales del gobierno de Néstor Kirchner, principios del de Cristina Fernández, 2006, 2007, 2008. En esos años se gesta una nueva estrategia, llevada adelante por un grupo de hombres del poder económico y político, hombres de la derecha, que creen que hay que cambiar la estrategia y el discurso de la derecha, dejar de hablar de los victimarios y empezar a hablar como los organismos de derechos humanos, de otras víctimas, y eligen a Victoria Villarruel porque ya estaba en contacto con ese tema, ya que venía militando en la derecha desde hacía varios años, para que sea la cara visible, la voz de esa estrategia, que tenía un lado B.

¿Cuál era el Lado B?

–Ese lado B de la estrategia era no solo cambiar el discurso sino para qué cambiarlo y el para qué era una estrategia que habían pensado desde este grupo que conformaban, entre otros, el hijo de Martínez de Hoz, Vicente Massot y otros hombres de ese sector, quienes creían que si Villarruel llevaba el discurso de las otras víctimas a la agenda pública y a los medios, entonces eso podía fomentar la reapertura de las causas judiciales contra ex guerrilleros. Creían que una vez que se re abrieran las causas, y así lo explica Vicente Massot en una entrevista para el libro, los ex guerrilleros podrían ir presos y podrían forzar una amnistía para los dos sectores (ex guerrilleros y militares acusados de crímenes de lesa humanidad). Y aunque esa estrategia fracasó, Villarruel se convirtió en una de las mejores voceras de la derecha y entró a través de los medios y de las redes sociales a la política. En el medio de todo ese trayecto hay también una pelea por la batalla cultural que es algo que a ella le importa mucho y lo ha hecho, a través de redes sociales, muy atada al tema de los ’70, con un discurso muy agresivo para imponer sus ideas y contrarrestar las ideas de quienes piensan diferente.

¿Cuál fue la militancia en su juventud?

–Mientras estudiaba en la UBA, a principios de los 2000, formó un grupo que se llamaba Jóvenes por la verdad, que era un grupo de estudiantes de diferentes carreras universitarias (invitaban a alumnos de las secundarias también) que iban a dar charlas a los colegios, armaban campañas de apoyo abiertamente a los militares ya detenidos y acusados por delitos de lesa humanidad, iban a la casa de Videla, a charlar con él sobre los 70, entre otras acciones. Según Villarruel, Videla los recibía de traje junto a su esposa Alicia Hardtridge Lacoste y se mostraba muy cariñoso con su esposa. Ella lo recuerda como ‘ingenuo, pulcro, suave’, según sus palabras. También hacían cadenas de oración por los militares detenidos por los delitos de lesa humanidad. Era una agenda abiertamente pro dictadura y entonces empieza a relacionarse con Cecilia Pando, relación que se quiebra luego por completo porque ellas pasan de amigas a enemigas, pero lo que va pasando es que esa amistad le abre a Villarruel las puertas a este grupo de poder económico y político de la derecha que después la va a elegir como la presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas. El Celtyv fue la plataforma de ella para entrar primero a los medios y después a la política.

¿Por qué decís en el libro que más que convicciones, ella tiene estrategia?

–Porque ella va adaptando su discurso a lo largo de los años, no como una evolución del pensamiento en base a aprendizajes que se van acumulando, sino que es un giro abrupto de 180 grados inmediatamente después de que a ella le ofrecen ser la presidenta del Celtyv y la cara visible de esta estrategia. En un escrito de 2006 sostenía que lo que había pasado en los ’70 era una guerra, que los militares habían cometido en todo caso crímenes de guerra, que no podía aplicarse la figura de lesa humanidad en Argentina y que el terrorismo de Estado no existía. Vuelve a pasar lo mismo con la Libertad Avanza, ella dice que es nacionalista, que defiende una agenda nacionalista federal pero se termina aliando siempre con liberales como en el caso de Martínez de Hoz (hijo) en el Celtyv; y luego con Milei. Va adaptando esa convicción nacionalista aliándose con políticos que defienden todo lo contrario al nacionalismo.

¿Quién fue el abuelo Quico?

–El abuelo Quico era Laurio Destéfani, el abuelo materno de Villarruel, era un historiador de la Armada, un marino catalogado como ilustre, un intelectual de la Armada y de la dictadura. Para el libro, pude reconstruir que fue asesor de Díaz Bessone durante la dictadura. Fue un hombre señalado por Osvaldo Bayer como uno de los intelectuales de la dictadura que se dedicó a tratar de atacar la teoría de Bayer sobre la Patagonia Rebelde, sobre el rol del Ejército y el poder político y económico durante la Patagonia Trágica. Quico fue muy importante para Victoria, tuvo cargos en la Academia Nacional de Historia cuando ella era muy pequeña y pudo estar en los pasillos y en las salas de la mano de su abuelo, influyó mucho en ella. En sus libros contaba siempre la historia oficial de la Armada, como el bombardeo del ‘55 hasta la masacre de Trelew.

¿De qué modos Villarruel desafía a los Milei?

–Creo que Villarruel desafía a los Milei sobre todo porque no se encolumna sin cuestionamientos, tiene juego propio y eso los desafía. Que busque capitalizar y crecer ella misma políticamente, instalarse en la escena nacional como alternativa a Milei, los desafía. Pero además desafía a Karina Milei porque la subestima todo el tiempo. A lo largo del tiempo, algunas de las personas que trabajaban con ella, le decían ‘sentáte con Karina, hablá con Karina’ y Villarruel respondía: ‘Yo hablo con Javier’. Siempre puenteaba a la hermana porque tenía llegada directa con Milei, pero eso se termina, ese hilo se corta y Villarruel lo intenta remediar a principios de 2024 pero ya era tarde porque Karina Milei ya era una mujer muy poderosa y pasó sus facturas. Hace unos meses, cuando todavía esta interna no había estallado por los aires, Victoria Villarruel manda a quien era su mano derecha en ese momento, Emilio Viramontes Olmos, a hablar con Santiago Caputo y él le responde: ‘Es increíble que siendo hija de un militar y nuestro mejor cuadro sea tan indisciplinada’. Creo que eso habla mucho de por qué, además de que construye para ella y está pensando en su futuro político y no en el de Milei, los desafía.

¿Sabés si ella leyó el libro?

–Sé que ella ha leído el libro porque me lo contó un colega muy bien informado del Parlamento, pero no sé cómo lo tomó. Creo que es un libro que busca contarla tal cual es: con sus virtudes y defectos, sus contradicciones y cómo vive y canaliza todo desde su historia personal y su interna con el Presidente. Pienso además que es un libro que, a pesar de que es sobre una figura que está hoy en el poder, puede ayudar a entender cómo llegó una vicepresidenta no solo de la mano de Milei sino a través del poder que hay detrás suyo, que son los hombres que la apoyaron durante toda su carrera y que representan también a un sector del poder económico, hombres muy bien conectados con los empresarios y empresas más importantes del país.

¿Los mismos que apoyaron la dictadura del ’76?

–En gran parte sí.