El problema es que cuando fundó la empresa, Gabriel inventó a un presidente ficticio para quitarse de encima al peso de tomar decisiones incómodas o impopulares. De esta manera, Gabriel quedó siempre bien parado ante sus empleados. Pero cuando unos peculiares compradores extranjeros insisten en negociar cara a cara con “El Jefe”, y a riesgo de perderse un negoción, no se le ocurre mejor idea que contratar a Cristian (Diego Peretti), un actor desocupado para que simule ser el “presidente de la empresa”. Pero no estamos ante cualquier actor, sino ante uno del método de la improvisación, y que se dispone a asumir su personaje como si se tratase de una actuación consagratoria; permitiéndose ciertas licencias sobre el preciso guión que le fuera encomendado. Muy pronto y junto al disparate en su máxima expresión; iremos descubriendo un juego de engaños que nos hará reír a carcajadas, mientras pone a prueba nuestra propia escala de valores.