En el contexto de cada vez mayores tensiones bélicas globales, el Reino Unido anunció la adquisición de 12 aviones F-35A Lightnint II con capacidad nuclear, en lo que ese gobierno califica como “el mayor fortalecimiento del dispositivo nuclear del Reino Unido desde hace una generación”. La compra de esa poderosa arma marca un giro histórico para la vieja potencia militar: por primera vez desde la década de 1990, la Royal Air Force (RAF) volverá a contar con medios aéreos capaces de portar y lanzar armas nucleares, sumándose así a la misión nuclear aerotransportada de la OTAN y ampliando su tradicional disuasión basada en submarinos.
Poder nuclear británico: de submarinos a cazas furtivos
Hasta antes del anuncio, la disuasión nuclear del Reino Unido se apoyaba exclusivamente en su flota de cuatro submarinos nucleares de la clase Vanguard, equipados con misiles balísticos Trident II D5. Este sistema, conocido como “disuasión continua en el mar”, ha sido la piedra angular de la política nuclear británica desde el final de la Guerra Fría, tras el retiro de las bombas nucleares lanzadas desde aviones en 1998.
El arsenal británico se estima en unas 160 cabezas nucleares activas y un total de 225, situando al país como el cuarto mayor poseedor de armas nucleares a nivel mundial, solo superado por Rusia, Estados Unidos y Francia.

El F-35A Lightning II: tecnología furtiva y capacidad nuclear global
El cazabombardero F-35A, fabricado por Lockheed Martin, es la variante de despegue y aterrizaje convencional del caza de quinta generación, y se diferencia del F-35B (ya en servicio en la RAF) por su mayor autonomía, capacidad de carga y menor necesidad de mantenimiento. Los F-35A británicos estarán preparados para portar bombas nucleares tácticas B61-12, lo que les permite alcanzar objetivos a miles de kilómetros y penetrar defensas sofisticadas gracias a su tecnología furtiva.
La decisión de adquirir estos cazas responde a una percepción de creciente amenaza, especialmente por la incertidumbre sobre el futuro del compromiso militar estadounidense en Europa. “En una época de incertidumbre radical ya no podemos dar por sentada la paz”, declaró el primer ministro Keir Starmer, subrayando que la medida refuerza tanto la seguridad nacional como el compromiso del Reino Unido con la OTAN.
Qué implica la nueva arma en la estrategia bélica
El regreso de la capacidad nuclear aerotransportada británica implica varias consecuencias estratégicas:
- Diversifica los medios de disuasión, dificultando la neutralización total del arsenal nuclear británico en caso de crisis.
- Refuerza la postura de la OTAN en Europa, sumando una plataforma interoperable y avanzada para la defensa colectiva.
- Permite al Reino Unido participar plenamente en la misión nuclear conjunta de la Alianza, aunque el uso de armas nucleares seguiría requiriendo la aprobación tanto del primer ministro británico como del presidente estadounidense y el grupo de planificación nuclear de la OTAN.

La adquisición de los F-35A es parte de un paquete más amplio de modernización militar británica, que incluye la mejora de su flota de submarinos, el refuerzo de capacidades cibernéticas y espaciales, y el aumento del arsenal nuclear, en respuesta a un entorno internacional cada vez más volátil.
Gracias a estos avances en el campo militar, el Reino Unido, una potencia nuclear histórica, suma ahora un arma de alta tecnología que le permite proyectar su capacidad de disuasión a cualquier parte del planeta, en un contexto de renovada tensión y competencia estratégica global.