La producción de cerezas en Argentina atraviesa una etapa de crecimiento sostenido que, aunque todavía no alcanza los volúmenes de Chile, empieza a encontrar en la innovación tecnológica una oportunidad para ganar competitividad y acceder a nuevos mercados. En este contexto, AgroFresh presentó en el país su tecnología Harvista, una solución precosecha que permite controlar el proceso de maduración de la fruta, optimizar la calidad y ampliar los tiempos de recolección.
Se trata de un desarrollo que ya se utiliza con éxito en países como Chile, Estados Unidos y Turquía que ahora desembarca en la Patagonia con el objetivo de adaptarse a las particularidades del cultivo de cereza en la región. La clave de Harvista es su modo de acción: encapsula un gas que, al entrar en contacto con el agua en el momento exacto de la aplicación, se libera y actúa directamente sobre la fruta, evitando pérdidas en el ambiente y asegurando un resultado uniforme.

Claudio Moreno, director de Investigación y Desarrollo de AgroFresh para Latinoamérica, explicó que “el producto se mezcla con el agua en la boquilla de la máquina, justo antes de llegar a la fruta. Así aseguramos que actúe donde realmente importa y no se disperse en el entorno”.
Una herramienta para controlar la maduración
La herramienta fue diseñada para dar a los productores más control sobre cómo y cuándo madura su fruta, regulando la respuesta natural al etileno. Este control permite que la fruta alcance el color, tamaño y firmeza óptimos en el momento justo, ampliando la ventana de cosecha y garantizando calidad desde el árbol hasta la comercialización.

Entre sus beneficios, la tecnología ayuda a mantener la fruta en el árbol el tiempo necesario para lograr un rendimiento óptimo, reduce la prevalencia de trastornos de almacenamiento en cultivos seleccionados y mejora la consistencia en los grados de madurez, lo que repercute en mejores resultados durante la conservación. Para el consumidor final, esto se traduce en fruta con el calibre, color, firmeza y sabor que busca, mientras que para el productor implica un aumento del valor comercial y de la rentabilidad.
“El producto se mezcla con el agua en la boquilla de la máquina, justo antes de llegar a la fruta. Así aseguramos que actúe donde realmente importa y no se disperse en el entorno.”
Claudio Moreno, Director de Investigación y Desarrollo deAgroFreshpara Latinoamérica.
Leandro Fernández, gerente comercial de AgroFresh en Argentina, destacó que la herramienta “aporta control y flexibilidad al momento de programar la cosecha, optimizando la calidad y permitiendo una mejor y más eficiente gestión de la mano de obra. También posibilita focalizarse en parcelas y variedades específicas con el objetivo de obtener un producto superior”.
Dos modalidades de aplicación en Argentina
La llegada de Harvista al país incluye dos alternativas para su uso: que la aplicación sea realizada por personal de AgroFresh o que el productor utilice kits especialmente diseñados para la autoaplicación. Ambas opciones cuentan con acompañamiento técnico, capacitación y asistencia para la calibración de equipos.

En Chile, el método suele aplicarse con maquinaria agrícola convencional, mientras que en Argentina se ha incorporado el uso de vehículos, lo que facilita la aplicación en las condiciones particulares de los campos locales. Fernández señaló que “el servicio a cargo nuestro asegura control total, pero la autoaplicación da autonomía y flexibilidad al productor”.
Más que cerezas: proyección para otros cultivos
Aunque en esta etapa la novedad está enfocada en la producción de cerezas, Harvista también es una herramienta ampliamente afianzada en otros cultivos como manzanas y peras donde se complementa con herramientas digitales como FreshCloud Harvest View, que analiza el índice de almidón para determinar el momento óptimo de aplicación y programar la cosecha, o la Harvista Calibration Tool, una aplicación móvil que agiliza y optimiza la calibración. Además, AgroFresh cuenta con el servicio Harvista Scout Services, un equipo de especialistas que evalúa la maduración en campo y guía a los productores en la sincronización de la aplicación.

Moreno subrayó que el desembarco en Argentina responde a un análisis del potencial de crecimiento del cultivo de cerezas, especialmente en zonas como Mendoza, el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, y la región de Los Antiguos en Santa Cruz. “Es un cultivo rentable que permite invertir en tecnología, y aunque la Argentina no compite en volumen con Chile, hay nichos comerciales muy atractivos en mercados como Estados Unidos, Europa y Canadá, además de oportunidades puntuales en China”, indicó en diálogo con RÍO NEGRO.
“Aporta control y flexibilidad al momento de programar la cosecha, optimizando la calidad y permitiendo una mejor y más eficiente gestión de la mano de obra.”
Leandro Fernández, Gerente comercial deAgroFreshen Argentina.
Uno de los beneficios más relevantes de la tecnología es su aporte frente a los desafíos climáticos que pueden afectar la floración. Muchas variedades de cereza requieren polinización cruzada y su éxito depende de la coincidencia de las floraciones, algo que puede verse alterado por heladas tardías o altas temperaturas. Harvista contribuye a prolongar la vida de la flor, aumentando la ventana de polinización y reduciendo riesgos.

Esto, a su vez, tiene un efecto positivo sobre el trabajo de los polinizadores naturales. “En días fríos, las abejas reducen su actividad, lo que disminuye la oferta de polen. Con esta herramienta se amplían las posibilidades de polinización efectiva, incluso en condiciones adversas”, explicó Moreno.
En un mercado global donde la calidad y la oportunidad de venta definen el precio final, esta tecnología representa una inversión estratégica. Fernández destacó que “el productor evalúa el costo frente al valor que la tecnología le aporta, y esa relación es determinante para adoptarla. El desafío es mostrar cómo la inversión se traduce en más kilos de fruta de calidad y en mejores precios”.
Innovación con respaldo

AgroFresh cuenta con centros de investigación propios, lo que le permite desarrollar tecnologías adaptadas a cada región y responder con rapidez a las necesidades de sus clientes. La empresa también trabaja en nuevas soluciones para facilitar la aplicación de sus productos y optimizar los resultados en campo.
Moreno afirmó que en cada nuevo mercado la experiencia de uso genera aprendizajes y beneficios adicionales. “Cuando implementamos una tecnología, los productores descubren ventajas que inicialmente no estaban en los planes. Seguramente en Argentina ocurrirá lo mismo”, señaló.
La llegada de Harvista a la Patagonia se enmarca en una estrategia que combina innovación, soporte técnico y adaptación a las realidades productivas. En un sector donde la calidad y el momento de llegada al mercado son determinantes, contar con herramientas que aporten previsibilidad y rendimiento es clave para competir en los mercados más exigentes del mundo.