Un entomólogo forense analizará

El caso de los crímenes en la casa del horror de Jujuy tienen una particularidad: no hay cuerpos. Aunque suene macabro, los forenses -en cada una de sus especialidades- tienen para analizar solo fragmentos de quienes fueron en vida las víctimas del presunto asesino serial, Matías Jurado.

La hipótesis del fiscal regional Guillermo Beller dicta que cinco hombres desaparecidos ingresaron a la vivienda ubicada en el sector B del Barrio 8 de Marzo, entre calles Las Rosas y Fraile Pintado. Nunca salieron. Dos de ellos fueron identificados mediante el ADN que los peritos lograron extraer de una escena repleta de sangre, fragmentos de piel, huesos y tejidos.

Se trata de Jorge Omar Anachuri, de 68 años, y Sergio Alejandro Sosa, de 25. El primero de ellos fue visto por última vez el 25 de julio; el segundo era buscado desde el 4 de julio. Los investigadores continúan trabajando en búsqueda de otros registros genéticos, una tarea muy difícil debido al estado de los retazos.

Por esa razón, la fiscalía apunta a conocer -al menos- la data de muerte de esas víctimas -aunque no se logre una identidad- a través de la entomología forense.

La disciplina se especializa en el estudio de los insectos (fauna cadavérica) que colonizan los cadáveres. Este análisis permite determinar el intervalo post-mortem (IPM) de una persona, es decir, el tiempo que lleva muerta.

La entomología fue, en ese sentido, determinante para resolver el homicidio de Omar Carrasco, el caso del soldado que terminó con el servicio militar obligatorio en los 90.

Los especialistas en el estudio de “los bichos” en el país son contados con los dedos. La primera fue Adriana Oliva, maestra de Néstor Centeno, del Laboratorio de Entomología Aplicada y Forense de la Universidad Nacional de Quilmes, quien fue, durante varios años, el único entomólogo forense en el país. Con el tiempo, el doctor en Biología, comenzó a capacitar a forenses a lo largo del país.

El soldado Omar Carrasco, hallado sin vida en 1994

Un cuerpo, en cada región, presenta en su descomposición características diferentes de acuerdo a los factores ambientales y la estación del año. En Jujuy, en invierno, la temperatura en verano puede llegar a los 22°, pero a la noche puede bajar a los 0°.

La fauna cadavérica también depende de la estación del año en que ocurrió el crimen. Si la víctima fue asesinada en otoño, invierno, primavera o verano.

En este caso, hay una probable víctima cuya desaparición data del 10 de abril de este año, es decir, casi cuatro meses antes de que los detectives llegaran a la puerta de la casa del horror.

Su nombre es Juan José Ponce, quien permanece en calidad de desaparecido, tal como Juan Carlos González y Miguel Ángel Quispe. Los tres, al igual que Anachuri y Sosa, fueron vinculados con evidencias al presunto asesino serial.

Se espera que el entomólogo de Gendarmería, que viajará especialmente a la provincia, identifique el tipo de organismos que habitan los cientos de fragmentos óseos, tejidos y piel hallados y el estadio de su ciclo de vida en el que están: huevos, larvas, pupas o adultos. Esos insectos también pueden hallarse en el suelo donde estuvieron los restos. Si la Policía de Jujuy levantó muestras, es posible analizarlas.

Por otro lado, como la fauna cadavérica varía en los distintos ambientes, los entomólogos forenses pueden precisar, por ejemplo, si un cadáver estuvo enterrado, encerrado o sometido a circunstancias y lugares diferentes a aquellas en que se lo encontró. Es decir, si lo movieron de sitio. Todo cambia, si estuvo, por ejemplo, envuelto en una frazada u oculto en una heladera. Por ejemplo, la entomología estableció que el cuerpo de Santiago Maldonado no tenía indicios de haberse descompuesto en un medio terrestre.

En tanto, el equipo forense continúa en la búsqueda de registros genéticos en el material secuestrados –incluye ropa– para cotejar con sus familiares.

Por último, expertos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) llegarán este lunes para realizar una excavación a cargo de arqueólogos del organismo.

Jurado se encuentra, bajo un régimen especial, alojado en el penal del Servicio Penitenciario Nº 1 del barrio Gorriti, de San Salvador de Jujuy, por el supuesto homicidio de Anachuri. Con los resultados positivos de ADN, esa imputación se ampliará: también será acusado del crimen de Sosa.

Fuentes del caso indicaron a este medio que es trasladado de forma periódica al Ministerio Público de la Acusación debido a que aceptó someterse a pericias psicológicas y psiquiátricas.

Aunque permanece en reserva sus conversaciones con los peritos, Beller reveló que Jurado solicitó una entrevista con él en el penal, a través de una carta. El fiscal accedió.

Modus operandi

El modus operandi de Jurado, según la reconstrucción de los investigadores y los testimonios recabados, presentaría una secuencia con patrones reiterados:

  • Elegía los días viernes para dirigirse a puntos donde solían encontrarse personas en situación de calle.
  • En esos encuentros, ofrecía trabajos circunstanciales —como changas en la terminal— o bebidas alcohólicas.
  • Con este método, conseguía persuadir a las personas para que lo acompañaran hasta su domicilio en el barrio Alto Comedero.
  • Una vez que accedían a entrar en la casa, las víctimas eran recibidas solo por Jurado; el adolescente que vivía con él solía retirarse.

Los investigadores sospechan que, dentro de la vivienda, Jurado sometía a sus víctimas y procedía a descuartizarlas. Algunos restos humanos eran enterrados en el mismo domicilio, otros se quemaban con la finalidad de reducirlos y parte de ellos se colocaban en bolsas de consorcio que luego eran descartadas en basurales de la zona.

En el interior de la casa, las herramientas halladas por los peritos —como palas, bolsas, carretillas y ollas— formarían parte del cuadro que acompañaría este accionar por el que fue detenido.

El rol del sobrino adolescente del sospechoso fue clave en esta etapa inicial para brindar el detalle del proceso y localizar los sitios donde había restos. Justamente, en las últimas horas, se supo que la declaración del chico que convivía con Jurado, dirigió también a los investigadores a terrenos baldíos y basurales del barrio Alto Comedero, en San Salvador de Jujuy, ubicados en cercanías a la vivienda.

El chico indicó que, tras descuartizar y quemar los restos, algunas piezas quedaban desperdigadas o enterradas en el predio, mientras que otras eran colocadas dentro de bolsas que el hombre, según el testimonio del menor, arrojaba en basurales de la zona.