Después de semanas de incertidumbre, la Justicia de Córdoba logró confirmar la identidad del cuerpo hallado en un placar tapiado dentro de un departamento ubicado en pleno centro de la ciudad.
Se trataba de Milagros Micaela Basto, una joven de 22 años cuya desaparición había sido reportada por su familia entre noviembre y diciembre de 2024, en el marco de una situación de extrema vulnerabilidad.
El hallazgo ocurrió el pasado 5 de julio, cuando dos albañiles que realizaban trabajos de refacción en el departamento 3°B de un edificio ubicado sobre la calle Buenos Aires al 300 notaron un fuerte olor que los llevó a alertar a la Policía.
Los agentes ingresaron a la propiedad y, al revisar el interior, encontraron una puerta tapiada con cemento. Detrás, un armario sellado contenía el cadáver, que se encontraba envuelto en mantas, atado con un cable y en posición sentada.
El estado de descomposición del cuerpo era tal que inicialmente no fue posible determinar ni el sexo ni la edad. Sin embargo, peritos forenses estimaron que la muerte se había producido al menos seis meses antes, lo que condujo a cruzar datos con las denuncias de personas desaparecidas en ese período.
La identificación
La investigación para establecer la identidad fue liderada por la Fiscalía de Distrito III Turno III, que venía trabajando en el caso de desaparición de Milagros Basto.
Fue a través de un análisis de genética forense realizado por el Instituto de Genética Forense del Poder Judicial de Córdoba y con el apoyo del área de antropología, que se confirmó que los restos pertenecían a la joven. Para ello, se compararon muestras tomadas del cadáver con ADN de familiares directos.
Milagros vivía en el barrio Bajo Pueyrredón y, según fuentes judiciales, atravesaba una situación de adicción a las drogas. La familia había realizado múltiples presentaciones ante las autoridades denunciando su desaparición en los últimos meses de 2024.
La causa por su paradero estuvo inicialmente en manos de la fiscal Silvana Fernández, hasta que el hallazgo del cuerpo desplazó la investigación a otra unidad judicial.
El departamento donde se produjo el hallazgo era habitado por Horacio Antonio Grasso, un ex policía condenado en 2009 por el homicidio del niño Facundo Novillo Cancinos.
Grasso cumplía prisión domiciliaria en esa propiedad, bajo control con tobillera electrónica, pero fue trasladado días antes del hallazgo a la cárcel de Bouwer por reiterados incumplimientos de las condiciones impuestas.
El caso quedó en manos de la Fiscalía de Distrito I Turno VI, a cargo de José Bringas, que ahora busca determinar las circunstancias exactas del fallecimiento, el posible vínculo entre Milagros y Grasso, y si se trató de un femicidio.
Según fuentes citadas por Cadena 3, “es muy posible que con esta información se termine por imputar al ex policía”.
Según el testimonio de una residente, se escucharon gritos de una mujer provenientes del departamento de Grasso el pasado 11 de febrero. “Ahora nos preguntamos si no era ella, o si había otra mujer”, afirmó en diálogo con el medio Vía País.
En un primer momento, una autopsia preliminar había estimado que el cuerpo correspondía a una mujer de unos 30 años. El deterioro de los restos complicó los análisis iniciales, pero el cruce con las denuncias de personas desaparecidas y el posterior estudio genético permitieron finalmente confirmar la identidad de la víctima.
A partir de ahora, el foco estará puesto en establecer la causa de muerte, el contexto del crimen y la eventual responsabilidad penal de Grasso, quien ya cumple una condena de 27 años de prisión por un homicidio anterior.