martes, agosto 12, 2025
Inicio Tecno La falta de inversión en ciencia conducirá a un callejón sin salida

La falta de inversión en ciencia conducirá a un callejón sin salida

11
0
Vivimos en la era tecnológica. El conocimiento participa de forma activa en las decisiones que tomamos cada día seamos conscientes o no de ello. El avance en Nanotecnología y en Biotecnología, dos áreas en las cuáles el país tiene mucho potencial, está revolucionando la medicina y las ciencias del agro, el uso de nuevos materiales, el ahorro energético y la purificación de aguas por mencionar sólo unos pocos ejemplos en donde el conocimiento impulsa el desarrollo.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, las naciones se lanzaron a buscar y aplicar conocimientos científicos para el desarrollo de sus sociedades. En 1959, Gran Bretaña creó su Ministerio de Cienciay pasó de invertir el 1% de su Producto Bruto Interno (PBI) en investigación y desarrollo (I+D) científico al 2% en una época en dónde ya se vislumbraba la importancia que la inversión tendría en el avance de la economía del conocimiento. Esta nación entendió que si quería recuperar su liderazgo político y económico era vital invertir en ciencia y tecnología. La Cámara de los Lores consideró que “la riqueza de un país y su poder está largamente determinado por la extensión de su conocimiento científico”, señaló Solly Zuckerman en su obra Scientists and War (Ciapuscio, 1994).

Estándares internacionales

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es una entidad internacional que trabaja con gobiernos para establecer estándares internacionales utilizando datos empíricos y buenas prácticas. Los países que la integran son mayormente países del primer mundo que mantienen un porcentaje de inversión en I+D en torno al 2,7% del PBI.

Los países europeos invierten habitualmente un 2,3 % en investigación científica; de ello, dos terceras partes se lleva a cabo a través de inversión privada y un tercio se realiza a través de inversión pública. Si bien, el estado de bienestar de los países nórdicos dejó de ser lo que era un par de décadas atrás, estas naciones llevan adelante interesantes modelos de inversión y negocios integrados. Suecia y Finlandia invierten casi un 3% en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i). En 2020, Noruega invertía 2,24 de su PBI en ciencia, pero tras la pandemia tuvo una caída al 1,7 % actual según datos del propio gobierno noruego; sin embargo, en comparación sus empresas están más integradas al ecosistema de ciencia y tecnología lo que le permite obtener resultados más impactantes en materia de desarrollo de empresas innovadoras. Este país aplicó una política de innovación focalizada en el sector productivo que es muy distinto que a aquel esquema de inversión en ciencia que produce principalmente patentes y papers. Consolidaron contactos con el exterior, cuentan con una economía superavitaria y hoy exporta combustibles minerales, lubricantes, alimentos, maquinarias y equipos de transporte, productos manufacturados y productos químicos, entre otros productos.

Mínimo histórico

Si se observa a Latinoamérica, la historia es un poco distinta y existen algunas turbulencias donde Argentina desgraciadamente se está llevando la peor parte. Según datos consignados por el Banco Mundial, México invierte el 0.27% de su PBI en I+D mientras que Brasil destina el 0.15%.

Por su parte, Chile destina el 0.36 % de su PBI a investigación en ciencia y tecnología y dicha inversión se mantuvo estable en la última década más allá de los cambios de gobierno de distinto color político.

Argentina tuvo un crecimiento sostenido en la inversión en ciencia y tecnología entre los años 2002 y 2011, último año donde llegó a invertir en I+D el 0,61 por ciento de su PBI. Durante el gobierno de Mauricio Macri cayó al 0,26% volviendo a los niveles de 2008. Durante el gobierno de Alberto Fernández alcanzó el 0,5 %. Para lo que va del año la inversión en ciencia y tecnología que lleva a cabo el gobierno libertario ronda en torno al 0.15 %, un mínimo histórico nunca visto. Con tan baja inversión es muy difícil promover políticas que estimulen la especialización inteligente que el país necesita.

Antes de la llegada de Milei, buena parte de inversión en ciencia y tecnología se destinaba al Conicet organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología que está sufriendo un intenso ahogo financiero que impide su normal desenvolvimiento. A su vez, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, Desarrollo Tecnológico y la Innovación (I+D+i) que es la encargada de gestionar los fondos se encuentra desfinanciada.

El Gobierno nacional tampoco cumple con cumple Ley 27.614 de financiamiento del sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación que fue sancionada por el Congreso en el 2021 por unanimidad. En ella se establece que se debe ejecutar un aumento progresivo del presupuesto nacional destinado a ciencia y tecnología con la intención de alcanzar el 1% del PBI en 2032. Hasta el momento, el camino emprendido por Milei y sus funcionarios responsables del área es exactamente el inverso a lo que establece ley. Entre la comunidad científica no cabe duda, se vive un escenario inédito en el que la máxima dirigencia de un país está atentando deliberadamente y sistemática contra su propio sistema de ciencia y tecnología, lo que se dio en llamar cientificidio.

Jorge Sábato fue un físico que se especializó en el campo de la metalurgia y es considerado un exponente indiscutible del desarrollo científico nuclear. Desarrolló gran parte de su carrera en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA); gozaba de un permanente buen humor y abordaba las cuestiones de política científica de manera desprejuiciada. Aun así, en los momentos más sombríos del país se permitió señalar que en Argentina “toma 15 años crear una institución de investigación de nivel mundial, pero sólo dos años destruirla”. No está de más recordarlo.