Durante 41 años el cuerpo de Diego Fernández Lima permaneció enterrado en el jardín de un chalet de clase media, ubicado en Congreso al 3700, justo al lado de una casa donde vivió Gustavo Cerati, una de las leyendas de la música argentina. El secreto salió a la luz el 20 de mayo pasado cuando, por casualidad, el trabajo de obreros desmoronó la fosa donde estaban los restos del ex futbolista de Excursionistas que despareció habían sido inhumados.

Para ese momento, de Diego no quedaban más que huesos, por eso, los investigadores estaban frente al desafío de identificarlo. Lo que siguió fue una verdadera epopeya protagonizada por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). La labor que realizaron permitió revelar el misterio y, así, dar respuesta a una familia que buscaba al adolescente hace más de cuatro décadas.

Diego Fernández Lima (X: Club Excursionistas)

Mariella Fumagalli, directora del EAAF, quien participó en persona de la investigación que lleva adelante el fiscal Martín López Perrando, habló con Infobae sobre el caso, que ya es considerado como un hito dentro de las ciencias forenses.

– ¿Cómo fue el proceso para identificar a Diego?

– Cuando nos dan intervención, el 23 o 24 de mayo, proponemos una segunda instancia: un buen análisis contextual del lugar del hallazgo, para arqueológicamente evaluar si había más información para obtener sobre las condiciones en que se había producido su enterramiento y así mismo la posibilidad de recuperar algunos fragmentos sucios que siempre, en determinados tipos de recolección, quedan.

El 29 de mayo, accedemos al predio y hacemos la una segunda instancia de recuperación, donde se colectan otros elementos óseos y otros materiales o evidencia asociada. ¿Cuál es el problema en este caso? ¿Cuál es el trabajo fundamental de un arqueólogo forense? Es interpretar el contexto del hallazgo. No es lo mismo encontrar un cuerpo que está en la misma posición en que fue enterrado que un cuerpo perturbado. No intencionalmente, porque en este caso no fue una perturbación intencional, sino que estaban trabajando los obreros y de pronto aparecieron los restos.

La corbata que sería parte del uniforme de Diego Fernández Lima

– ¿Si los obreros no removían la tierra, no iban a encontrarse?

– Fue una casualidad, porque esos restos no estaban ahí y estaban inhumados 50 centímetros más hacia adentro del predio lindante al obrador. No iban a aparecer. Fueron muchas cuestiones que se dieron para que hoy estemos hablando del caso y de este resultado

¿Cómo siguió el trabajo forense en la escena?

– Una vez que accedemos al terreno, lo que hacemos es una recuperación y una limpieza mediante técnicas arqueológicas de lo que fue la fosa original -de 60 centímetros de profundidad, de un metro 20 de largo y de 60 de ancho- donde el cuerpo de Diego estuvo inhumado. Lo que pudimos hacer es limpiar el terreno y poder establecer cuál fue el sitio original de inhumación. Y eso es lo que nos da la pauta de que no fue en la casa donde vivió Gustavo Cerati, sino que pertenece al predio lindero.

– ¿Y en el laboratorio?

– Una vez que nosotros culminamos esa intervención en terreno, la Fiscalía nos da intervención para el análisis de la totalidad de la evidencia tanto de la evidencia recuperada en esta segunda instancia como de la primera, en la que intervino el Gabinete Científico de la Policía de la Ciudad. Entonces, lo que se nos hace es derivar todos los restos colectados y todos los artefactos colectados a los laboratorios nuestros que funcionan en el predio de la ex ESMA.

Qué hallaron en el chalet lindero de donde vivió Gustavo Cerati en Coghlan

Una vez ingresados los restos, lo que nosotros empezamos a hacer es lo que se llama el perfil biológico de sus restos. O sea, es un lavado, un acondicionamiento y lo que se hace es un análisis mediante el cual los huesos que van a ir aportando información. Se trata de un perfil que permite establecer el sexo de la persona, la edad aproximada al momento de la muerte, la estatura aproximada, las características ontológicas de esa persona. Por otro lado, qué lesiones pueden observarse en los restos que puedan establecer conclusiones o poder generar observaciones sobre el modo y la causa de muerte de esa persona. Una vez que se culmina todo ese proceso, lo que se hace es extraerse una muestra ósea. En general, se toma de piezas dentales o de huesos largos como fémur, tibia, húmero… Depende de la condición de los restos.

– En el caso de Diego, ¿de dónde se extrajo la muestra?

– Se utilizaron piezas dentales y un fragmento de fémur. Entonces esas muestras son derivadas al laboratorio del EAAF de Córdoba para la extracción de un perfil genético. Esa información de ADN cuantificada en los restos tiene que compararse, pero no teníamos con qué comparar. Bueno, ahí volvemos a qué nos aportan los restos. Nos aportan información sobre que se trata de una persona masculina, joven, de entre 16 y 19 años, que tenía determinados artefactos, como por ejemplo, el reloj, el llavero, una corbata… La difusión de esa información en los medios de comunicación fue muy importante, como lo fue también, que en esa casa haya vivido Gustavo Cerati.

¿Qué tan relevante fue ese factor?

– Le dio una relevancia inusitada al hallazgo, porque no es una cosa de todos los días, pero suceden y es algo que nosotros lidiamos en lo cotidiano. Esto, además, tuvo la particularidad de que estamos hablando de un jardín en la ciudad del medio de la ciudad de Buenos Aires. Este caso tomó otra dimensión. Entonces, en ese marco, es que la familia de Diego, específicamente el sobrino, que es un chico que hoy tiene 35 años y es periodista, toma contacto con nosotros y con la Fiscalía.

-¿Qué particularidad del caso le llamó la atención a la familia?

– Le llamó la atención el reloj (un casio que se utilizaba entre los 80s y 90s) y la ubicación. Cuando la información antropológica se consolidó, lo que a ellos les llamó muchísimo la atención fue el rango etario. Era una persona entre 16 y 19 años y Diego tenía 16 años al momento de desaparecer.

-¿Cómo vivieron ese momento?

– Para nosotros fue un shock total. Veníamos pensando qué estrategia utilizar para buscar familias en función de toda la información que teníamos. Estábamos elaborando una solicitada para publicar en medios de comunicación. En el medio, él se contacta y cuando empezó a aportar datos de su tío, todo cerraba. Cuando Diego desaparece, a su mamá no le quisieron tomar la denuncia en lo que, en ese momento, era la Comisaría 39.

-¿Cómo incidió ese falta de denuncia en el caso?

– Le dijeron que seguramente se había ido con una novia, que ya iba a volver. Entonces, lo que se abre es una causa por fuga de hogar. Es una causa que nadie investiga y que al tiempo se cierra. Nunca lo buscaron, el Estado no actuó. Nunca buscó a un ciudadano desaparecido que, además, era menor de edad. Y también hay que darle un marco a esta no búsqueda: estamos hablando del año 1984, recién se había terminado la dictadura militar. No existían protocolos de actuación, las fuerzas de seguridad no tenían capacitación alguna para esta búsqueda. Entonces el caso quedó ahí y nunca más.

-Entre los elementos que se encontraron en la fosa ¿hay algo que no sea de él y pueda ser del supuesto homicida?

– Es algo que no podemos determinar. En general, es por lo positivo. O sea, el reloj sí le pertenecía y corbata, porque, cuando desapareció, estaba con el uniforme del colegio. También encontramos unos botones adheridos a la corbata, una etiqueta perteneciente a una prenda de que puede ser una campera o puede ser un pantalón. No lo sabemos con exactitud porque de la vestimenta, prácticamente, no se recuperó nada. Lo que más perdura en el tiempo son los textiles sintéticos. En principio, el llavero de goma también era de él.

-¿Por qué enterrarlo en ese sitio, en una casa en medio de la Ciudad de Buenos Aires?

– Porque era un jardín, donde es más fácil cavar en tierra que en otro tipo de suelo. ¿Pero por qué ahí? Ahí se abre otra esfera de investigación que está llevando adelante la Fiscalía, que es poder tratar de establecer el cómo y el porqué esos restos terminan inhumados en el jardín trasero de esa vivienda.

-¿Se puede concluir que se trató de un homicidio?

– No, lo que hacemos es una descripción. Por eso se describe una lesión observada en la 4.ª costilla derecha compatible con un objeto corto punzante y lesiones corto punzantes en algunas articulaciones. Hay marcas en el cuerpo que se corresponden con una muerte violenta y un intento de descuartizamiento, pero también puede tener que ver también con un intento de manipular el cuerpo para proceder a la inhumación del mismo.

-¿Qué factor fue determinante, en esta etapa, para la identificación?

– El fiscal Martín López Perrando y su equipo hicieron un trabajo impecable y nos facilitaron todos los medios para que nosotros podamos desarrollar nuestra labor pericial con tranquilidad, en tiempo y forma. Y fue una labor muy coordinada. Este caso es un éxito y se le pudo dar un cierre porque hay muchos actores que colaboraron y que cumplieron con su deber de tanto como autoridades judiciales y nosotros como peritos. Ahora que se pudo saber que Diego está fallecido, hay establecerle una partida de defunción. Acompañamos a la familia en todo este proceso, también hay pensar qué destino darle a sus restos y darle un cierre después de 41 años de espera sin un duelo real.

-¿Ahora el foco está en la familia que habita el chalet?

– Esta familia vive ahí desde antes que esto suceda y nunca se mudaron. Entonces, durante 41 años, esos restos estuvieron ahí, en silencio total. El crimen puede prescribir pero la familia, de todos modos, reclama saber qué ocurrió esos últimos de Diego con vida.

-¿Es el crimen perfecto?

– Salvo los casos de desaparición en el marco de lesa humanidad, que es desaparición forzada, donde participan directamente agentes del Estado, los crímenes son imprescriptibles. Si se pudiera establecer un homicidio en este caso, está prescripto. Esto no implica que no se haga investigación judicial para tratar de establecer qué pasó. Ellos quieren saber. Están muy determinados a seguir adelante con la investigación. ¿Y la Fiscalía está poniendo todo de su parte para abrir nuevas líneas de investigación, para contactar con amigos de viejos compañeros de colegio, del club donde él jugaba al fútbol.

-¿Cómo se puede lograr que casos similares se resuelvan de la misma manera?

– Hay miles de casos como el de Diego, de personas desaparecidas en democracia en 1983. Hasta aquí que no están siendo buscadas o que han sido buscadas y esas búsquedas han cesado y es una deuda que el Estado tiene para con sus ciudadanos el conocer el paradero de cada persona que salga de su hogar. Entonces, en ese sentido, nosotros hacemos un llamado a esas personas que tienen un familiar desaparecido desde 1983 hasta la actualidad se comuniquen con él.

Lo que vamos a hacer es tomarles una muestra de sangre que se va a incorporar a nuestro banco de datos forenses y que se compara con los restos que permanentemente nosotros vamos recuperando. Nosotros recuperamos nuestras identidades de manera asidua. Esas muestras que las familias nos entregan de manera anónima y gratuita son comparados con esos restos. Es una forma de poder establecer una base de datos a nivel federal para la búsqueda de todas estas personas que faltan aún hoy en democracia de sus hogares.