Aún imbuida de la estética country, Beyoncé abandona el caballo blanco y la estética western que acompañaron el lanzamiento de “Cowboy Carter” para subirse a una rugiente Harley Davidson y recorrer la noche a toda velocidad. Es una transición visual impactante: el cowboy queda atrás, reemplazado por una motociclista rebelde, urbana e inevitablemente roquera.
Desde el lanzamiento de “Renaissance” en 2022 —el primer capítulo de una trilogía concebida desde el principio como un viaje en tres actos a través de la historia y las raíces afroamericanas de la música popular— la artista texana ha impactado al público con su creatividad, poniendo de relieve las raíces afroamericanas, a menudo olvidadas, de géneros musicales dominados por la industria blanca. Tras el homenaje de Renaissance a la cultura club negra y queer, y el tributo al country con “Cowboy Carter”, los fans están entusiasmados.
Canciones como “Don’t Hurt Yourself” de Lemonade ya han dejado claro que la artista sabe cómo manejar las guitarras distorsionadas y la agresividad del género con fuerza y consciencia.
Durante el último año, Beyoncé rara vez se ha alejado del look cowboy, pero cuando lo ha hecho, ha sido intencional: Queen Bey, por ejemplo, eligió disfrazarse para Halloween de Betty Davis, pionera del funk-rock de los 70 y exesposa de Miles Davis, quien fue censurada y marginada por la industria musical.
Betty, al igual que la estrella country Linda Martell (quien apareció en Cowboy Carter), fue una de las muchas mujeres negras olvidadas por la historia oficial de la música estadounidense, y cuyo legado Beyoncé heredó idealmente, sacando a la luz a figuras que se atrevieron demasiado, demasiado pronto.
Si la Rolling Stone tiene razón, y si Act III es realmente un álbum de rock, seguirá siendo un álbum de rock al estilo de Beyoncé: una fusión de poder musical, conciencia cultural y narrativa política. No es simplemente una incursión en un nuevo género, sino un paso más en un viaje de reescritura de la historia musical estadounidense, en el que el rock vuelve a ser reconocido por sus orígenes afroamericanos, no como un disfraz, sino como una restitución. Y si Beyoncé realmente se sube a ese escenario, será imposible ignorarla. (ANSA).