Hay un viejo axioma en materia de investigaciones criminales que reza “el tiempo que pasa, es la verdad que huye”. Pero esta fórmula fue destruida, en gran parte, por los forenses que trabajaron en el caso del cuerpo –reducido a huesos– que fue enterrado al lado de la casa de Cohglan donde vivió Gustavo Cerati.
Este miércoles se conoció la identidad del NN. Se trata de un adolescente de 16 años, identificado como Diego, que era buscado desde 1984 por su familia, es decir, hace 41 años, confrimó Infobae.
El hallazgo ocurrió el 20 de mayo pasado, cuando obreros realizaban excavaciones en la propiedad en la que habitó el músico, en Av. Congreso al 3700. En un momento, parte del terreno lindero se desprendió junto a la medianera, dejando al descubierto el cadáver dentro de una fosa.
Tras un aviso a la Comisaría Vecinal 12C, efectivos del Gabinete Científico de la Policía de la Ciudad -área oeste- se presentaron en la escena a las 16.15, indicaron fuentes del caso.
Cuatro horas más tarde, a las 20.20, pusieron punto final a los primeros labores forenses: inspección ocular, plano, fotografía, examen médico legal, recolección y acondicionamiento de los elementos de interés pericial. Preservaron el lugar y se retiraron con seis sobres de madera, bajo cadena de custodia.
Esos sobres contenían indicios claves que se detallan a continuación:
SOBRES N°1, N°2, N°3 Y N°5: CONTIENEN DISTRIBUIDOS LA CANTIDAD DE 151 FRAGMENTOS DE POSIBLES RESTOS ÓSEOS HUMANOS. (Entre ellos; aparentarían ser fragmentos de fémur, tibia, restos de calota (parte superior del cráneo), múltiples fragmentos de costillas, lo que se presume que sería un fragmento de hueso sacro, piezas dentales aisladas, mandíbula, fragmentos de escápula y clavícula).
SOBRE N°4:
– UNA MEDIA CONTENIENDO FRAGMENTOS DE POSIBLES RESTOS ÓSEOS HUMANOS.
SOBRE N°6:
– UN FRAGMENTO DE TELA
– FRAGMENTOS VARIOS, QUE SE CORRESPONDERÍAN CON PARTES CONSTITUTIVAS DE UN CALZADO.
– UN (01) FRAGMENTO METÁLICO, SIMIL DIJE CON INSCRIPCIONES EN IDIOMA EXTRANJERO (serían grafías orientales chinas o japonesas a determinar).
– UNA LLAVE
– UN LLAVERO DE COLOR NARANJA
– UN FRAGMENTO DE RELOJ, CON INSCRIPCIÓN “CASIO”
– UNA ETIQUETA DE PRENDA DE VESTIR.
Era evidente que estaban frente a una muerte ocurrida hace tiempo. El hallazgo del reloj, por si solo, habla de un especio temporal ubicado entre la década del 80 y los 90. El fiscal del caso, Martín López Perrando pidió, entonces, colaboración del prestigioso Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
Los científicos analizaron los huesos en laboratorio. Lograron determinar que estaban frente a una persona de sexo masculino de entre 15 y 19 años y que el cuerpo tenía lesiones: una herida cortopunzante en la zona de las costillas y cortes en el fémur izquierdo, signos que podrían estar relacionados con el momento de la muerte o con maniobras posteriores.
Además, lograron extraer ADN, aunque no tenían con qué cotejarlo, hasta que un hombre relacionó el caso a la misteriosa desaparición de su tío, en 1984, en Belgrano, a quien sus abuelos nunca dejaron de buscar. La familia se contactó con los encargados de la investigación y la madre del adolescente dio una muestra para comparar. El rastro genético confirmó que se trataba de su hijo, tal como publicó Clarín.
Cómo es el trabajo forense que permitió determinar la identidad del cuerpo
El prestigioso antropólogo forense Luis Fondebrider, ex director y fundador del EAAF -hoy consultor independiente-, explicó a Infobae los pasos para reconocer un cuerpo en este tipo de casos que parecen ser casi imposibles de resolver.
“La investigación previa tiene que ver con el quién, cuándo, dónde, cómo y por qué aparece un cuerpo en un lugar determinado. En los casos, como este, donde no tenés un cuerpo reciente en la superficie, es lo que se llama la escena completa, porque primero no tenés un cadáver fresco sino restos esqueletizados”, comenzó.
“En el caso de la de la casa de Cerati, estaban parcialmente o totalmente inhumados en el lugar y eso implica un análisis cuidadoso que lo tiene que realizar y planificar un arqueólogo forense que tiene la formación para documentar y recuperar una escena del crimen que implica la presencia de restos óseos, humanos y cualquier evidencia que haya asociado a ellos“, continuó.
Luego, indicó que “la escena es un momento congelado en el tiempo, que puede ser un par de horas o puede ser 60 años. Y lo que se hace es no solamente recuperar estos restos óseos y los objetos asociados, sino entender el contexto: cómo pudo haber sido construida esa sepultura, cómo pueden haber depositado los restos, si fueron atacados por algún tipo de fauna o por la vegetación. Son una serie de análisis que se hacen en el lugar y que permiten trazar una hipótesis».
Fondebrider detalló que, en Argentina, la antropología tiene tres especialidades: Social, Arqueología y Biológica. “Es como la medicina. Si a vos te duele el brazo, no vas a ver un cardiólogo. La arqueología se encarga de los restos que ha dejado la presencia de sociedades humanas. Un antropólogo trabaja en el análisis de los restos óseos recuperados en un laboratorio con fines de identificarlos, determinar el sexo, la edad, la estatura, enfermedades, etcétera y el arqueólogo se encarga de recuperar esos restos en un contexto específico, en este caso una escena del crimen determinada”.
“El EAAF tiene por lo menos ocho especialidades forenses representadas. Arqueólogos, antropólogos, médicos, matemáticos, físicos, geofísicos, arquitectos. Es decir, hoy en día en ciencias forenses se trabaja en forma multidisciplinaria”, añadió.
A la vez, los elementos hallados en la escena pueden hablar de la víctima o del victimario. “Cuando uno trabaja en una escena, primero tiene que ir con la cabeza abierta y no prejuzgar ni tener concepciones de lo que dice la prensa o lo que dicen testigos, porque puede ser cualquier cosa. Las diferentes evidencias que uno va recuperando, ya sean los restos óseos o cualquier elemento asociado, tiene un significado».
Y amplió sobre la idea: “Algunos elementos no tienen nada que ver. Si vos tenés una escena de crimen en una casa, va a haber un montón de elementos que son de la casa, que quizás se utilizaron para el asesinato y quizás no, como, por ejemplo, una lámpara”.
“Esos objetos a veces pueden dar lo que se denomina una datación. Quizás no dicen un número y una fecha, pero sabemos que en algún objeto se construyó en determinada época y se dejó de construir en otra época. Bueno, eso es lo que se llama documentación relativa. Y vas a poder decir posiblemente este incidente corresponde a un período anterior o posterior a esta fecha», indicó.
Sobre el trabajo en el laboratorio, el antropólogo indicó que “un esqueleto tiene aproximadamente 206 huesos a lo largo de la vida, que se van fusionando. Lo primero que se hace es dar ingreso a esos huesos en esqueleto al lugar de análisis. Y se tiene que realizar bajo cadena de custodia que garantiza que lo que saqué del lugar de la escena es lo mismo que tengo en el laboratorio. Después, se hace una radiografía de todos los huesos para buscar diferentes cosas que no se ven a simple vista, como fracturas, enfermedades o cuestiones de la edad. Después se los comienza a limpiar con agua. Normalmente, se lo seca a la sombra. Se toman muestras para análisis genéticos, que suele ser un pedacito del fémur, del hueso largo, o de algunos dientes sanos. Luego se lo ordena anatómicamente y se comienza a estudiar todos los huesos para determinar la edad aproximada de la persona, el sexo, la estatura y características individuales. En un cadáver uno vería tatuajes, prótesis, color de ojos… En el caso del esqueleto, uno ve fracturas, enfermedades que hubieran dejado una marca en los huesos y otro tipo de características odontológicas».
“Esa información se compara con lo que se llama los datos ante mortem. Es decir, si no tengo una hipótesis, no tengo quien pedir la información. Esa persona puede ser cualquier persona de los 48 millones que somos los argentinos. Ahora, si empiezo a decir que es un hombre y no una mujer, voy achicando. Si me empiezo a dar una edad determinada, lo voy achicando. Pero todavía hay muchos hombres de determinada edad, de una estatura… Necesito más cosas que me achiquen las posibilidades y para eso hay que hacer una entrevista a las posibles familias que van a decir cómo era la vida de la persona, qué hábitos tenía. Si iba al dentista o si tiene una historia clínica. Finalmente, se hace un análisis genético para comparar el perfil de los huesos con el perfil de los posibles familiares. Y ese es el último paso que se da. No se identifica solo con genética. Es un elemento muy fuerte, pero tiene que ver en conjunto con otros elementos, lo que se llama un proceso de identificación».
El forense aclara que no siempre hay ADN en los huesos. “El hueso puede estar contaminado, puede estar degradado, el suelo puede ser muy ácido y comerse prácticamente el ADN. El hueso puede estar muy quemado y ya el fuego destruyó el ADN. Depende de cada caso. No siempre se obtiene resultados”, detalló.
¿Cuánto tiempo pueden estar trabajando en un caso? “Depende. Hay casos que nos duran 20 años porque no tenemos hipótesis de quién es la persona, entonces no tenemos con quien comparar. Hay casos que se solucionan en un par de meses porque tenemos una hipótesis muy concreta de esa persona. Por ejemplo, en el caso de las Islas Malvinas, donde recuperamos 122 cuerpos de soldados. En cinco meses pudimos identificar a cerca de 90 soldados porque el número era muy pequeño de posibles personas asociadas a soldados. Teníamos los datos de casi todos los soldados y las familias estaban disponibles. Eso se pudo hacer, pero se llama un caso cerrado”.
Por el contrario, “cuando aparece un cuerpo y no se sabe quién es se transforma en un caso abierto, como cuando apareció en la calle un cuerpo quemado frente al edificio dnde murió el fiscal Alberto Nisman. Todavía no se pudo identificar”.
“El equipo argentino Antropología Forense tiene uno de los mejores laboratorios del mundo en Córdoba, especializado en casos complejos de restos óseos, pero esto tampoco es magia, es ciencia y hay a veces limitaciones“, cerró.