En un nuevo aniversario por la muerte de Blas Correa, el adolescente asesinado por la policía de Córdoba mientras viajaba con sus amigos en un auto, se conoció este martes que el Tribunal Superior de Justicia dejó firme las condenas contra los acusados. Las mismas habían sido dictadas en 2023 por la Cámara Octava del Crimen.
El asesinato ocurrió en 2020, tras un confuso episodio que involucró a dos individuos en moto y a Policías de la provincia que dispararon en reiteradas ocasiones contra el Fiat Argo en el que circulaba Correas junto a otros cuatro chicos. Todos regresaban de cenar, cerca de la medianoche del 6 de agosto.
Una breve discusión con los motociclistas derivo en un operativo policial sobre el cruce de las calles Vélez Sarsfield y Romagosa que aguardaba al arribo del vehículo con los jóvenes. Sin percatarse, el conductor comenzó a disminuir la velocidad para detenerse, pero al ver que uno de los agentes le apuntaba con el arma, decidió acelerar, según declaró ante la justicia. Fue allí donde se desató el resto de la escena que terminó con la vida del chico de 17 años.
La sentencia original se había anunciado en un juicio oral y público que involucró a trece miembros de la Policía provincial. Lucas Damián Gómez y Javier Catriel Alarcón recibieron la pena máxima de prisión perpetua, tras ser hallados culpables del homicidio calificado por ser integrantes de la fuerza, agravado por el uso de arma de fuego, y por la tentativa de homicidio contra el resto de los amigos de Correas.
El resto de los policías recibió penas de entre dos años y medio condicional y casi cinco años de prisión, de acuerdo con la responsabilidad de cada uno en los hechos y en el encubrimiento del crimen. La agente Wanda Micaela Esquivel fue condenada a tres años y diez meses de prisión, y la oficial Florencia Yamila Martínez, a cuatro años y tres meses. Ambas estaban presentes junto a Gómez y Alarcón al momento de los disparos y participaron posteriormente en la maniobra para “plantar” un arma a las víctimas. El subcomisario Sergio Alejandro González recibió una pena de cuatro años y diez meses, y los comisarios inspectores Walter Eduardo Soria y Jorge Ariel Galleguillo fueron penados con cuatro años y nueve y ocho meses, respectivamente, por no denunciar a tiempo lo ocurrido. Según confirmó Cadena 3, las condenas quedaron firmes.
En tanto, el subcomisario Enzo Gustavo Quiroga fue condenado a cuatro años y ocho meses; el oficial ayudante Ezequiel Agustín Vélez, a dos años y medio en suspenso, por mentir en su declaración, y los cabos Leandro Alexis Quevedo y Juan Antonio Gatica recibieron cuatro años. Al mismo tiempo, Leonardo Alejandro Martínez y Rodrigo Emanuel Toloza resultaron absueltos.
Durante la audiencia final, Gómez dirigió unas palabras a los padres del joven asesinado: “Hace dos años y casi ocho meses que le vengo pidiendo a Dios por ustedes para que les dé la fuerza necesaria. Quiero realmente pedir perdón por lo sucedido. No fue mi intención quitarle la vida a nadie, eso mi Dios lo sabe”.
El testimonio de las víctimas
Cuando los chicos se encontraban de regreso a sus casas tras haber cenado juntos, tuvieron un altercado con motociclistas por una maniobra en una avenida. Ese hecho derivó en el roce del espejo del auto, aunque nunca quedó claro si fue accidental o intencional. Sin que los jóvenes lo supieran, los hombres que circulaban en moto alertaron a dos policías sobre un supuesto auto que estaba haciendo maniobras peligrosas, lo que activó una alerta policial con la versión de que los ocupantes del Argo eran sospechosos de un robo. Poco después, un control policial los interceptó.
El chico de 18 años que manejaba explicó: “Lo primero que hice fue bajar la velocidad, puse tercera, hice un rebaje a segunda y cuando paso por el frente del móvil y al lado del policial, veo que levanta el arma y me apunta a la cabeza”. Sobre ese momento, relató: “Después que pasé al lado del policía, escuché ruidos, primero uno seco, de cuando se dispara el arma y un ruido de chapa, y después otro ruido seco y el ruido de rotura del cristal. Ahí giré para atrás el cuello y veo la luneta cristalizada”.
Uno de los jóvenes confesó: “No escuché ninguna voz de alto. Inmediatamente, sentí el sonido de un disparo y como un aire que me ‘peinó’ en la cabeza”. Las balas impactaron en el auto y provocaron la herida mortal de Blas, que alcanzó a decir: “Me dispararon” y “Llévenme a un hospital”.