María Migliore abordó en su columna en Infobae en Vivo cómo la falta de intervención estatal derivó en mayor segregación e inequidad social y llamó a recuperar el rol estratégico de la planificación urbana.

El fenómeno del crecimiento paralelo de los barrios cerrados y barrios populares en la provincia de Buenos Aires quedó en el centro de la agenda tras el análisis de María Migliore, politóloga y columnista, quien afirmó que “la ausencia de un Estado que planifica es la raíz de un modelo urbano que nos separa cada vez más”. Según la especialista, el desarrollo descontrolado de urbanizaciones privadas y asentamientos informales ilustra el modo en que la sociedad intenta resolver por sí misma problemas que deberían ser abordados desde una visión pública integral: “Son dos caras de una misma moneda: la sociedad busca soluciones individuales porque el Estado renunció a su función de ordenar y conectar la ciudad”, advirtió.

Estas declaraciones fueron realizadas en diálogo con Infobae en Vivo, durante el programa de la mañana, que cuenta con la conducción de Gonzalo Sánchez, Ramón Indart y Cecilia Boufflet. En ese contexto, Migliore expuso la evidencia sobre la fragmentación urbana bonaerense, apuntando a los históricos vacíos regulatorios y a la falta de políticas sostenidas. La columnista subrayó que el fenómeno no solo se explica por motivaciones individuales vinculadas a la seguridad y al acceso a la vivienda, sino también por una sucesión de crisis económicas y por la desarticulación de responsabilidades entre Estado provincial y municipios.

“El proceso es visible en los datos: entre 2006 y 2016, según un informe de CIPPEC, en la provincia de Buenos Aires el 50% del suelo urbano residencial se destinó a barrios cerrados, el 30% a barrios informales y solo el 15% a ciudad abierta. Hoy el crecimiento de ambos es aún mayor”, relató Migliore, revelando el trasfondo de la discusión que se viralizó luego de su columna anterior en el mismo ciclo.

A partir del relevamiento de datos del RENABAP y universidades públicas, Migliore advirtió que hay más de dos mil barrios populares en la provincia, la mayoría surgidos al calor de crisis económicas, y que existen más de 900 urbanizaciones cerradas, aunque “es muy difícil encontrar datos actualizados y el fenómeno sigue creciendo”. En localidades como Maschwitz, la población se triplicó en apenas 20 años y los barrios privados aumentaron más del 50% durante ese lapso.

Uno de los aportes más relevantes de la politóloga consistió en historizar la expansión de los barrios cerrados en Buenos Aires: “Los primeros surgieron a fines de los años setenta como clubes de campo, con infraestructura deportiva y una lógica de fin de semana. Un decreto en 1998 facilitó su desarrollo al eliminar el requisito de contar con instalaciones deportivas, y en los 2000 la descentralización de la planificación urbana hacia los municipios disparó una política fragmentada y desigual”, puntualizó. El resultado, según Migliore, es un mapa en el cual cada municipio gestiona su suelo bajo distintos criterios, lo que multiplica la falta de integración real.

“La verdadera pregunta es si esto es un problema. Yo creo que sí, porque el Estado delegó la misión de crear ciudad, ciudades conectadas y más igualitarias. Se dejó en manos del mercado y de los individuos decidir dónde y cómo vivir, estudiar y trabajar”, explicó en diálogo con Infobae en Vivo, en el programa de la mañana. Para Migliore, la ausencia de un plan urbano integral generó un aumento de la segregación social: “Nos estamos acostumbrando a vivir cada vez más separados”.

Frente a las razones esgrimidas por quienes eligen mudarse a barrios cerrados —la seguridad y las facilidades para acceder a una vivienda en cuotas—, Migliore aclaró: “Entiendo perfectamente la decisión individual, que es legítima. Pero habla de un Estado que no garantizó lo básico: seguridad, acceso real a la vivienda, crédito hipotecario. Cada uno resuelve como puede”. Añadió que, sin embargo, en muchos barrios alejados la supuesta seguridad tampoco se sostiene: “La Ciudad de Buenos Aires es muchas veces más segura que varios barrios cerrados”.

La especialista profundizó en las condiciones de acceso a la vivienda: “Para la clase media muchas veces la única posibilidad es comprar un lote en un barrio cerrado, pagarlo en cuotas y construir de a poco, porque el acceso al crédito para la vivienda urbana tradicional es casi inexistente”. Mientras tanto, para los sectores populares “la alternativa fue ocupar terrenos y autogestionar los servicios básicos porque durante años no hubo políticas activas ni inversiones en infraestructura”.

Un vecino de Nordelta observa a un carpincho

En el plano político, Migliore recalcó que los municipios muchas veces ven en el loteo privado una vía sencilla para recaudar tasas e impuestos y soslayan el impacto a largo plazo: “El desarrollador urbaniza, el municipio cobra tasas y se desentiende de la integración, el acceso a servicios, la conectividad y la mezcla urbana. Es una solución individual y fragmentada que profundiza las desigualdades”.

La columnista señaló que las consecuencias no se limitan a la segregación social, sino que afectan la sustentabilidad y resiliencia de las ciudades: “Hubo una laxitud en la habilitación de urbanizaciones, muchas sobre humedales o zonas inundables. En un escenario de cambio climático y lluvias intensas, esto puede derivar en desastres para barrios cerrados y populares por igual”.

El intercambio durante el programa trajo ejemplos concretos de municipios como Pilar, donde “más de la mitad de la tierra está en manos de urbanizaciones privadas y donde no hay reglas claras de integración”. Sin embargo, Migliore mencionó experiencias positivas en partidos como Tres de Febrero, donde “el intendente Diego Valenzuela implementó mecanismos de plusvalía para que nuevas urbanizaciones deban aportar a la integración de barrios populares”. Lo mismo ocurre, en menor medida, en San Miguel, donde se buscó un crecimiento urbano vinculado a la inversión en espacios públicos y mixtura con el entorno.

“El problema —insistió— es que las soluciones aisladas o la ausencia de una estrategia metropolitana generan parches, y la fragmentación hace imposible pensar una ciudad inclusiva. Cada municipio tiene su lógica y no dialoga con el de al lado, y así el desbalance crece”. Al referirse a la realidad de municipios como Quilmes, criticó la superposición de barrios privados junto a asentamientos precarios, sin intervención estatal efectiva: “El colapso de la infraestructura es una realidad visible en cada corredor urbano”.

Consultada sobre la “filosofía de fondo” de este modelo urbano, Migliore fue tajante: “Argentina tuvo históricamente una clase media integrada, una identidad urbana basada en la convivencia y en la posibilidad de ascenso social. Esto se fue quebrando y hoy las ciudades expresan esa ruptura. La gente se las arregla sola: quienes pueden, eligen barrios cerrados con sus reglas; el resto se autoconstruye la vida en barrios populares. El fracaso es la renuncia del Estado a articular un proyecto común”.

En ese sentido, remarcó que no se trata de “juzgar decisiones individuales”: “No condeno a quien opta por un barrio cerrado ni a quien ocupa un terreno. Simplemente, cuando se delega la solución en el individuo, la suma de decisiones racionales lleva a modelos urbanos inviables para todos. Es igual que el colapso de la Panamericana porque todos eligen el auto ante la falta de transporte público de calidad”.

En la ronda final, Migliore subrayó la urgencia de repensar la planificación urbana desde herramientas modernas y participativas: “No todo es blanco y negro, pero debemos discutir cómo combinar desarrollo, integración, sustentabilidad y equidad. Hay experiencias de municipios que avanzaron en la integración urbana, pero no alcanza: necesitamos pensar más allá del corto plazo, deliberar sobre el tipo de ciudad que queremos y recuperar el rol activo del Estado”.

Con la mirada puesta en el futuro, enfatizó la responsabilidad política y social de abordar la crisis habitacional y urbana de modo integral: “En Europa la segregación urbana es menor porque hay Estado, acceso real a la vivienda, planificación. Compararnos con esos modelos debe servir de inspiración para fortalecer las herramientas públicas y terminar de una vez con la lógica del ‘arreglate como puedas’, que solo reproduce fragmentación”.

La discusión continúa abierta: “No hay soluciones simples ni un único culpable, pero resignarse es aceptar la resignación de lo común. La ciudad es el espacio donde buscamos igualdad y futuro. Discutirla hoy es urgente”, concluyó Migliore.

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