El puente fue construido para que pasara el tranvía. Desde 1963 lo atraviesan vehículos livianos y peatones

“Cuidemos La Paz” se llama el grupo de WhatsApp. Está conformado por vecinos de la calle Ciudad de la Paz entre el 0 y el 100 de su numeración, y tiene un objetivo central que los une: mantenerse activos y pelear para que no derriben el puente popularmente llamado como la calle en la que viven, ese que pasa por encima de las vías del ferrocarril Mitre y facilita el ida y vuelta entre Palermo y Colegiales.

El puente está ahí desde principios del siglo XX. Lo construyó la Compañía de Tranvías Lacroze entre 1916 y 1919 para que, justamente, el tranvía pudiera circular sin que la traza del ferrocarril interrumpiera su andar. En 1963, cuando dejaron de circular los tranvías, se le dio un nuevo destino: la circulación de vehículos de tránsito liviano y de peatones.

El puente, inspirado en el paisaje ferroviario británico, está hecho de hierro remachado y ladrillos ingleses, y tiene unos 52 metros de extensión. Prácticamente conserva el paisaje histórico con el que fue pensado. Al menos por ahora.

Es que Autopistas Urbanas S.A. (AUSA), la empresa estatal porteña que maneja este tipo de vías de circulación, pretende derribar el puente y construir uno nuevo en su lugar. Uno por el que puedan circular también vehículos de tránsito pesado, como camiones de basura, autobombas y ambulancias, y con rampas previstas para personas en sillas de ruedas o con alguna otra dificultad motora.

La artista Natalia Kerbarian, creadora del proyecto Ilustro para no olvidar, dibujó el puente en disputa

Pero la historia le pone un obstáculo a esa intención: el puente está protegido patrimonialmente por ser una construcción previa a 1941, y para que la Ciudad pueda tirarlo abajo, el Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales (CAAP) debería retirar esa protección patrimonial. Eso podría definirse el próximo martes, en una reunión de ese ente que integran, entre otros, la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, la Comisión Nacional de Monumentos y la Sociedad Central de Arquitectura.

“El puente está en perfectas condiciones de seguir cumpliendo las funciones que cumple. Nos parece bárbaro si deciden sumar una buena rampa para quienes necesiten usarlo de esa manera, eso está genial. Pero para eso no hace falta derribar una pieza que es patrimonio histórico y que es uno de los corazones de la identidad del barrio. El tránsito pesado puede circular por otras calles, y este puente seguir cumpliendo las funciones que cumple”, dice Paula Gómez Ortega, que es arquitecta y vive a una cuadra de esa estructura defendida por cientos de vecinos de la zona.

En las últimas semanas, hubo manifestaciones públicas e intervenciones artísticas -por ejemplo, una en la que el colectivo Croquiseros Urbanos dibujó la estructura y esas obras se exhibieron en el puente- para visibilizar una lucha por el patrimonio, por la identidad y por el funcionamiento cotidiano de ese pedacito de ciudad. Una lucha que no empezó ahora.

Es que el puente Ciudad de la Paz había cerrado en 2023, cuando el jefe de Gobierno porteño todavía era Horacio Rodríguez Larreta. Según un informe de ese entonces, la estructura, tal como estaba, había cumplido su vida útil. Al menos así como se encontraba. “Pero después, otro informe revisó esa afirmación y aseguró que con un refuerzo de la estructura, el puente podía ser reabierto”, suma Gómez Ortega.

Jorge Macri y Pablo Bereciartúa encabezaron la reinauguración, en abril de este año

El puente estuvo cerrado durante dos años, y luego de tres meses de obra para reforzar su estructura, fue reinaugurado por el actual jefe de Gobierno, Jorge Macri, y su ministro de Infraestructura, Pablo Bereciartúa, en abril de este año. En esa reinauguración, el Gobierno porteño ya habló del reemplazo total de la estructura. El titular de la cartera de Infraestructura, en sus redes sociales, destacó el valor patrimonial, histórico y emblemático del puente.

Ese ida y vuelta de consideraciones técnicas sobre la estructura que une Palermo y Colegiales resuena en el CAAP. En la reunión que el organismo tuvo el martes pasado, la descatalogación patrimonial -es decir, el fin de la protección- del puente ya tenía cinco votos en contra, según consignó el diario La Nación, cuando AUSA presentó un informe que asegura que la vida útil de la estructura llegó a su fin. Esa mirada se contrapone con otro informe que el CAAP había recibido que asegura que el puente puede resistir el tránsito liviano que lo atraviesa hoy sin problemas. Por eso, el Consejo pasó a un cuarto intermedio para analizar con mayor profundidad la documentación.

La Ciudad insiste en que quiere instalar allí una estructura por la que puedan pasar vehículos de tránsito pesado, de mayor porte. Fuentes del Ministerio de Infraestructura enfatizan que el anuncio de que el puente sería reemplazado por otro se hizo en el momento de la reinauguración, en abril de este año.

“El puente representa una etapa de formación y expansión de la ciudad. Es acervo arquitectónico y tecnológico de una época, pero también es acervo cultural, económico, intangible. Allí y en su entorno sucedieron muchas historias, y eso construye la identidad del barrio. Es muy importante que la ciudadanía fiscalice las decisiones urbanas de los gobiernos de turno”, sostiene Natalia Kerbabian, arquitecta, artista y creadora de Ilustro para no olvidar.

Es un proyecto que nació en Instagram para visibilizar la remoción de casas, edificios y también estructuras públicas que caracterizaban a Buenos Aires y que están siendo reemplazadas vertiginosamente. Un proyecto que muestra cómo se borra la Buenos Aires que conocemos.

Los vecinos de la zona y el colectivo Croquiseros Urbanos organizaron una muestra artística sobre el puente

“AUSA argumenta ahora que no se sostiene un puente que reinauguró hace cuatro meses”, remata Kerbabian, cuyo proyecto fue reconocido por la Legislatura porteña. El puente Ciudad de la Paz es una de las tantas ilustraciones que pueden verse en su perfil de Instagram, pero esta vez la publicación afirma: “Ilustro para resistir”.

“Si reemplazan el puente, se perdería una pieza urbana única en la ciudad, prima hermana del puente Bosch de Barracas. Alrededor de nuestro puente se llenó de barcitos, restorancitos, es un lugar que es parte del corazón de nuestro barrio. Y creemos que, si avanzan con el reemplazo, no hay idea de recuperarlo sino más bien de destrozarlo. Todo para quedarnos sin nuestro puente y tener los camiones de basura toda la noche pasando toda la noche por la cercanía al predio del CEAMSE”, sostiene Gómez Ortega.

El martes de la próxima semana podría haber novedades definitivas en la reunión del CAAP. Ahora mismo, el puente está protegido patrimonialmente y para que sea reemplazado ese organismo debería desprotegerlo. Así se sienten los vecinos que creen que la identidad de su barrio, de su cuadra, de su puente está en peligro: desprotegidos.