“Somos viejos, no peligrosos”, gritó una mujer con voz temblorosa mientras corría entre el humo y el caos. La escena se repite cada miércoles: cientos de jubilados se congregan frente al Congreso para reclamar lo que el Estado les niega -una jubilación digna, medicamentos gratuitos, tratamientos médicos y el fin del vaciamiento del PAMI-. Pero esta vez, la respuesta fue más violenta que de costumbre.
Camiones hidrantes, balas de goma, gases lacrimógenos y un cerco de patrulleros rodearon la protesta desde temprano. Promediando la tarde, un grupo de manifestantes intentó avanzar por Avenida de Mayo hacia Plaza de Mayo y ahí comenzó la represión. El saldo, según publicó la Comisión Provincial por la Memoria (CPM): siete detenidos, al menos 30 heridos -entre ellos un niño de 4 años que se vio afectado por el gas- y una postal dolorosa de adultos mayores empujados al suelo, arrastrados por agentes y asistidos por otros manifestantes.
La versión oficial sostiene que los efectivos actuaron “ante agresiones y objetos contundentes”, pero los videos y testimonios recogidos en el lugar muestran una intervención desproporcionada frente a un reclamo pacífico.
El epicentro del operativo fue el cruce de Avenida de Mayo y Montevideo, donde una columna de al menos cien personas fue interceptada por personal policial que les exigía liberar los carriles. En medio del forcejeo, comenzaron las detenciones. Según denunciaron desde organismos de derechos humanos, algunos manifestantes fueron marcados con pintura para ser identificados más tarde. La policía impidió además el ingreso a las inmediaciones del Congreso a toda persona que no fuera legislador, trabajador acreditado o prensa.
La protesta no solo reclama mejoras en los haberes -que en agosto llegarán a apenas $314.305-, sino también rechaza el veto presidencial que Javier Milei prometió aplicar sobre el proyecto de aumento aprobado por el Congreso. Los carteles resumían el clima: “El FMI no se jubila, nosotros sí”.
También hubo duros cuestionamientos al vaciamiento del sistema previsional y a la falta de acceso a medicamentos básicos. “No se trata de un reclamo político, se trata de sobrevivir”, dijo una de las organizadoras al finalizar la jornada. Desde la convocatoria advierten que el ajuste está golpeando especialmente a los adultos mayores, uno de los sectores más vulnerables del país.
La escena se repite, pero cada vez con más crudeza: jubilados reprimidos por reclamar lo que trabajaron toda su vida. Y mientras el Gobierno insiste con criminalizar la protesta, crece el malestar entre quienes ya no tienen tiempo para esperar. La semana que viene, la movilización volverá. Y, como ellos mismos dicen, “si no salimos a la calle, nos borran”.