Después de matar al animal, lo despellejaron y se lo comieron

Sucedió a fines de julio de 2024, en un campo ubicado en Ibarreta— localidad del departamento Patiño— al sudeste de la provincia de Formosa. Todo comenzó con la desaparición de una vaca lechera. El animal, que formaba parte del sustento diario de varias familias, se había extraviado hacía dos días. Ante su ausencia, Máximo Cisneros (61), dueño del lugar, les pidió ayuda a Walter Hugo Ponce De León (45), Viterman Ponce De León (38) y Claudio Cisneros (30) —tres changarines que trabajaban realizando deslinde y limpieza de alambrados en la zona— para encontrarla.

Los cuatro hombres salieron en busca de la vaca con sus perros y la encontraron muerta. Cerca de los restos del animal —explicaron más tarde— apareció el yaguareté. Nunca antes habían estado frente a uno. Habían oído hablar de él, habían visto sus huellas en el monte, pero era la primera vez que lo tenían tan cerca. En ese momento, según contaron a Infobae, los perros comenzaron a enfrentarse con el animal y la situación se les fue de las manos. “Nos empezó a atacar. Mató dos perros. Los trituró”, explicó Viterman. “Nosotros somos hombres de campo, estamos acostumbrados a trabajar con animales ariscos, pero nunca vimos un bicho tan poderoso como ese. A la vaca se la comió”, sumó Hugo.

De acuerdo con su relato, actuaron por miedo. Usaron una escopeta vieja que llevaban con ellos y le dispararon. En el expediente judicial figura que fue Claudio quien ejecutó el disparo fatal, “aunque eso no mengua la responsabilidad de quienes lo acompañaban”. De acuerdo con la ley, podrían recibir tres años de prisión.

Poco después de matar al animal, los cuatro hombres se fotografiaron sonrientes junto al animal. Las imágenes —precisan ahora ante este medio— “fueron tomadas por unos vecinos”.

El 27 de julio de 2024, las fotos del yaguareté —maniatado, colgado y despellejado— llegaron al celular de Ana Magdalena Gutiérrez, representante de la Subcomisión Chaqueña para la Conservación del Yaguareté y representante titular ante el Comité General de Gestión Yaguareté del Plan Nacional de Conservación del Monumento Natural Yaguareté (PNCMNY). Fue ella quien denunció el hecho. La gravedad del caso justificó la intervención inmediata de la Justicia: el yaguareté está protegido por la Ley 25.463, que lo declara Monumento Natural Nacional. Apenas quedan 20 ejemplares en el Gran Chaco argentino.

Hasta hoy, la Justicia no logró dar con la piel del yaguareté que aparece en las fotos ni con el arma utilizada para matarlo, a pesar de los numerosos allanamientos realizados

Dos días después de que se radicó la denuncia, la policía allanó el domicilio de Máximo Cisneros en Paraje “Las Antolas”, a 15 kilómetros de Ibarreta. Durante el operativo, el dueño del campo intentó darse a la fuga, pero fue interceptado por las fuerzas provinciales. El 2 de septiembre, 36 días más tarde, los otros tres acusados —sobre quienes pesaba una orden de captura nacional— se presentaron ante la Justicia en compañía de sus abogados. Pasaron casi dos meses detenidos: primero en el Escuadrón 15 “Bajo Paraguay” de Formosa y luego en una dependencia de Pirané, a 110 kilómetros de la capital provincial. El 7 de noviembre pasado obtuvieron el beneficio de la prisión domiciliaria.

La causa, calificada como caza de animales silvestres cuya captura está prohibida, agravada por la participación de tres o más personas, fue elevada a juicio en diciembre de 2024. El 12, 13 y 14 de agosto, los cuatro se sentarán ante un tribunal. Será un hecho histórico: nunca antes en la Argentina un grupo de personas enfrentó un juicio oral por la caza de un yaguareté. El caso podría sentar jurisprudencia y establecer un precedente clave en la protección de especies en peligro crítico de extinción.

(Desde la izquierda) Walter Hugo Ponce De León, Claudio Cisneros y Viterman Ponce De León se conectaron a un Zoom para ser entrevistados por Infobae. Los hicieron en presencia de sus abogados, Ramón Eduardo Cristaldo y Pablo Adrián Cardozo

“No somos cazadores”

El viernes 25 de julio a las 9 de la mañana, Walter Hugo Ponce De León, Claudio Cisneros y Viterman Ponce De León se conectaron a un Zoom para ser entrevistados por Infobae. Lo hicieron desde la localidad de Ibarreta, bajo el régimen de arresto domiciliario, en presencia de sus abogados defensores, Pablo Adrián Cardozo y Ramón Eduardo Cristaldo. Es la primera vez que hablan públicamente del caso.

A diferencia de Máximo Cisneros, que espera el juicio en libertad, ellos lo hacen con prisión domiciliaria. Así lo decidió la Justicia luego de que pasaron más de un mes sin comparecer y ante la existencia de una orden de captura nacional. Hoy tienen permiso para salir a trabajar entre las 7 y las 15 horas, como parte de un régimen de salidas laborales autorizado por el juzgado. Sus abogados solicitaron una ampliación de ese horario, pero la respuesta aún está pendiente.

Durante la entrevista, Hugo fue el primero en tomar la palabra. “Nosotros no somos cazadores. Matamos al bicho y después nos lo comimos: no fue un trofeo como se dijo”, dijo. “Nunca supimos que (el yaguareté) era tan protegido. No teníamos idea… Pero tuvimos que decidir, era la vida del bicho o la nuestra”, siguió Claudio. “Nos defendimos como pudimos”, agregó Viterman.

Distribución del yaguareté en Argentina. El yaguareté está en peligro crítico de extinción: en el Gran Chaco argentino quedan solo unos 20 ejemplares

Los tres hombres —padres de familia y sin estudios formales— se definieron como amigos de toda la vida y compañeros de changas en el monte. “En el campo de los Cisneros nosotros hacíamos madera y la vendíamos. ‘Changábamos’, como se dice, a la vuelta de los vecinos. Algunos nos pedían 100 o 500 metros de alambre, íbamos y lo hacíamos. Otros querían limpiar una picada (NdR.: eliminar vegetación, maleza y otros materiales), íbamos y lo hacíamos. Esos son nuestros trabajos, otra cosa no tenemos”, explicó Hugo.

Y siguió: “Para llegar a muchos lugares, desde la casita de los Cisneros, teníamos como tres kilómetros. Entonces nos íbamos en un carro con mulas y llevábamos nuestras cosas para armar el campamento y pasar la semana”. En ese contexto estaban el día que la causa tomó estado público. “Cuando se hizo el allanamiento estábamos en el monte trabajando con motosierras. Después, cuando nos enteramos, no sabíamos qué hacer. Teníamos un celular chiquitito, de esos negros, y había que salir a la ruta a buscar señal para comunicarnos con nuestras familias. Nos asustamos. Nunca pasamos por algo así”, dijo Claudio.

De cara al juicio oral, los tres acusados aseguran estar arrepentidos y sostienen que actuaron en legítima defensa. Lo que más los angustia hoy es su situación económica. “Nosotros vivíamos de ese campo. Ahora no tenemos nada”, explicó Hugo. “Fue una cosa fea lo que nos pasó. Primero, porque somos pobres. Segundo, porque dentro de todo antes teníamos cómo vivir, cómo alimentar a la familia. Ahora ni eso”, sumó.

Sus abogados destacan que el régimen de salidas laborales que consiguieron les permitió, al menos, intentar reconstruir algo del día a día. Pero advierten que las ocho horas disponibles muchas veces no les alcanzan. “Los lugares donde trabajan están lejos. Tienen que ir, volver, y a veces no pueden salir si llueve. Por eso pedimos una ampliación del horario. Todavía no fue resuelta, pero seguimos insistiendo”, explicaron a este medio.

La última imagen del ejemplar con vida fue registrada el 27 de febrero de 2024 por una cámara trampa

Un juicio histórico

Para la Red Yaguareté, el juicio que comenzará el próximo 12 de agosto no solo representa un hito legal, sino también el caso más avanzado en casi dos décadas de trabajo judicial en torno a la caza ilegal de esta especie. “Para nosotros es el mayor logro hasta el presente en relación con la persecución y búsqueda de castigos ejemplares a cazadores de yaguaretés. Nunca antes se había dictado prisión domiciliaria por un hecho así”, explicó Nicolás Lodeiro Ocampo, fundador y actual director ejecutivo de la organización.

El proceso también marca un precedente por otro motivo: es la primera vez en la historia judicial argentina que una ONG ambientalista es aceptada como querellante en una causa por la muerte de fauna silvestre. Se suman la Administración de Parques Nacionales y la Fiscalía de Formosa.

En diálogo con Infobae, Lodeiro Ocampo recordó que en 2023 hubo un antecedente en Clorinda, también en Formosa, donde otro hombre fue procesado por matar un ejemplar y debió pagar una caución de 3.770.000 de pesos.

Antes de que la Justicia provincial lo confirmara, desde la Red Yaguareté ya sabían de qué ejemplar se trataba. Las manchas del animal funcionan como huellas digitales: cada uno tiene un patrón único. Según explicó Lodeiro Ocampo, las que encontraron en las fotografías que recibieron coincidieron con uno de los cinco ejemplares registrados en Formosa. Ahora quedan cuatro.

A partir de sus manchas se pudo confirmar que el yaguareté asesinado había sido registrado y monitoreado por organizaciones proteccionistas

Consultado por este medio, Lodeiro Ocampo reconoció que un yaguareté puede reaccionar si es molestado mientras se alimenta, pero aclaró que ese tipo de encuentros con humanos son excepcionales. “No existen prácticamente ataques si no hay una situación de agresión previa. Lo que ocurrió puede pasar, pero no es la norma. Si lo fuera, tendríamos personas muertas todos los meses”, dijo, y trajo a colación un único caso ocurrido en los años noventa, también en Formosa, en el que murieron un yaguareté y un hombre, tras una situación similar.

Pero su preocupación no es solo por lo que pasó, sino por lo que puede seguir ocurriendo. “La especie está en peligro crítico de extinción y, ante la magnitud que cobró el caso, va a ser muy difícil que volvamos a ver un yaguareté muerto en Formosa. Lo van a matar y no nos vamos a enterar porque lo van a enterrar”, advirtió. Para Lodeiro Ocampo, la clave está en implementar un programa de convivencia entre yaguaretés y comunidades rurales: “Históricamente, este conflicto siempre se resolvió con sangre y bala, y con la extinción del yaguareté. El yaguareté vivía hasta el Río Negro y lo fuimos corriendo”.

En la misma línea, Noemí Cruz, coordinadora de la campaña de bosques de Greenpeace Argentina, advirtió: “Estamos al límite de perder al yaguareté. Si queremos salvar esta especie emblemática y lo que significa para la diversidad, debemos proteger los bosques y terminar con la deforestación”.

Hoy se estima que en todo el país hay alrededor de 250 ejemplares, divididos en tres poblaciones distintas: las yungas de Salta y Jujuy, la región chaqueña —casi exclusivamente en el Chaco seco— y porciones de la selva misionera, en el corredor verde. “Nos alegramos cuando aparece uno nuevo, pero no festejamos demasiado porque sabemos que tiene los días contados. Los yaguaretés llegan esquivando balas y se van esquivando balas hasta que una los cruza y los mata”, explica el director de Red Yaguareté.

Por eso, dice, si este juicio logra una condena, aunque la pena sea leve, el mensaje será fuerte. “Queremos que les apliquen la pena máxima, aun cuando eso implique que después queden libres. De esa manera podremos trabajar sobre la Ley 22.421, de Conservación de la Fauna, que está vieja y obsoleta. Hay un proyecto para modificarla y subir las penas, pero necesitamos que se lo trate en el Congreso de la Nación. Ya fracasaron siete intentos”, cerró.