Los policías de la Provincia de Buenos Aires pasaron a ganar entre 15,01 por ciento y 28,96 por ciento más (dependiendo el grado) que los efectivos de las fuerzas de seguridad federales. Algo que no registra antecedentes en un siglo. Se recuerda la rebelión uniformada en Provincia de Buenos Aires, en septiembre de 2020, cuando el reclamo era que las fuerzas bonaerenses ganaban 50 por ciento menos que los federales. Los datos demuestran el nivel de destrucción que está produciendo la motosierra de Javier Milei, Patricia Bullrich y Luis Petri en las fuerzas que supuestamente defienden. O sea, “el soviético” Kicillof le paga ahora mejor a sus policías que el presidente que insiste en que “los azules son los buenos”, mientras los alienta a pegarle a los jubilados. En las fuerzas militares la situación es la misma: el 60 por ciento de los miembros del Ejército están por debajo de la línea de pobreza y el recorte del presupuesto impide realizar entrenamientos normales, por ejemplo, con un tanque. Ese cuadro explica que haya una situación interna explosiva, con niveles nunca vistos de pedidos de baja en la Federal, la Gendarmería, la Prefectura, la Policía Aeroportuaria y en las Fuerzas Armadas. Para colmo, en los chats de policías, gendarmes, prefectos y militares cada vez aparecen más rastros de la interna de la Libertad Avanza (LLA), con respaldos a la defensora de la dictadura, Victoria Villarruel, y feroces ataques “al camaleón y exMontonera” Bullrich. La obra social de todos los efectivos, que estaba saneada al final del mandato de Alberto Fernández, ahora registra deudas de 160.000 millones de pesos, lo que produce una inédita caída de servicios y farmacias que ya no atienden más a los de uniforme. “Los afiliados están hace meses pidiendo la medicación oncológica o la insulina”, revela Rubén López, secretario general de la junta interna de Iosfa, la obra social.
Increíble comparación de sueldos
En la actualidad, un agente que de la Bonaerense cobra 939.199,90, según informa el Ministerio de Seguridad de la provincia. El agente de la Federal, o sea el mismo grado, está cobrando 816.651,98. La diferencia es del 15,21 por ciento. Un gendarme o un marinero (Prefectura), cobra aún menos, 728.304,10, con lo que la diferencia a favor de los bonaerenses trepa al 28,96 por ciento.
La insólita comparación se produce pura y exclusivamente por la motosierra que aplican el presidente y sus ministros. La rebelión de los bonaerenses de septiembre de 2020 se produjo porque los efectivos ganaban 40.000 pesos, frente a los 60.000 de los federales. Se recordará que hubo manifestaciones de uniformados en el Puente 12, sobre la autopista Richieri y hasta frente a la Quinta presidencial de Olivos. La rebelión pudo terminarse con la intervención del presidente Alberto Fernández y el gobernador Kicillof, que otorgaron un fuerte aumento salarial, que dejaba a los efectivos cerca de cobrar lo que cobraba un policía federal.
En las páginas vinculadas a los policías federales, por ejemplo, Azules por Siempre, se consigna que un policía de la Ciudad de Buenos Aires cobra casi un 50 por ciento más que las fuerzas federales. Este diario, les exhibió ahora la comparación con los bonaerenses y la temperatura de la indignación subió a niveles de explosión.
Con los datos se derrumba el relato libertario, particularmente de Milei y Bullrich, que repiten que Kicillof odia a los policías y que, en cambio, el gobierno libertario es el que los ensalza. Basta mirar las páginas en las que se expresan policías, gendarmes y prefectos para verificar la furia de los efectivos, en especial contra Bullrich.
Y en las fuerzas armadas, igual
Según fuentes militares, el 60 por ciento de los efectivos del Ejército, “de capitán para abajo”, no cubren la línea de la pobreza. Un sargento, con adicionales, puede llegar a 900.000 pesos, menos aún perciben los cabos y, ni hablar, los soldados.
La cuestión presupuestaria impacta, además, en lo operativo: hay 60 por ciento menos de adiestramiento y, mientras antes se compraban unos 20.000 uniformes anuales, ahora se compran 5.000. La baja de los recursos pegan incluso en la comida, que no respeta ni remotamente las necesidades más elementales. Esto es lo que explica que las fuerzas militares y las de seguridad, se esten vaciando.
Piden la baja como nunca
Como consignó este diario en la edición de este viernes, los números de pedidos de baja constituyen récord histórico. En la Federal se produjeron 412 en lo que va del año, cuando en épocas normales el número no pasaba de 50. Pero lo grave es quiénes piden la baja: por lo general, gente joven y tecnificada, que rápidamente pasan a empresas privadas. Por ejemplo, el mes pasado se fueron tres técnicos informáticos, expertos en ciberseguridad. Pasaron a cobrar el triple en un banco. Los datos de bajas no incluyen a administrativos, técnicos, médicos. El número total no baja de 600 en este primer semestre.
Lo mismo pasa en el resto de las fuerzas de seguridad y en las fuerzas armadas. En el Ejército pidieron la baja unos 300 en lo que va del año, cuando normalmente las bajas no pasaban de 80. Hay un dato que se mantiene secreto: según parece, de los 24.000 soldados del Ejército quedan ahora menos de 15.000. Es que con cualquier changa, el soldado logra un ingreso superior al que impuso la motosierra en los suboficiales y oficiales. Un atractivo antes era la obra social. Ya no ocurre. También la obra social está en debacle.
Catástrofe en la obra social
El diario La Nación, histórico vocero de los militares, ratificó este jueves el mismo dato que publicó Página/12: la obra social, Iosfa, estaba saneada a fines de 2023 y ahora tiene una deuda de 160.000 millones de pesos, una cifra fabulosa e impagable. La gestión de este año y medio siempre estuvo en manos de tres administradores, los tres mendocinos, como el ministro Petri, que los designó. Oscar Sagás y Roberto Fiochi, pidieron préstamos siderales que no se pagaron. Ahora ocupa el puesto la tercera directora puesta por Petri, Betina Surballe. El personal, sobre todo médicos y técnicos, va renunciando y los prestadores optan por dos caminos: o dejan de prestar el servicio o exigen copagos altísimos.
Los policías, prefectos y gendarmes están en la misma situación porque todos tienen Iosfa. En el interior, casi no presta servicio y los efectivos tienen que contratar una prepaga, un privilegio que sólo tienen los de alto grado.
López, el secretario de la junta interna de IOSFA, aseguró: “trabajo desde hace 30 años en la obra social, nunca tuvimos una situación así. Nunca, con ningún gobierno. Ni con Macri. Hace dos meses que los afiliados están peleando para que les entreguen los medicamentos oncológicos o la insulina. Nuestras compañeras se van llorando. No hay prótesis, no hay marcapasos. Es una crisis terrible”.
En la Federal lo que produjo un enorme impacto fue el suicidio de un suboficial, Alejandro Tejerina, en un baño del Hospital Churruca, que está en la misma situación calamitosa que todos los prestadores de Iosfa.
Y, además, la interna libertaria
La guerra Milei-Bullrich-Petri vs Villarruel enciende las acusaciones cruzadas. En los sitios de militares, sostienen que dinero de Iosfa, con sus administradores mendocinos, se está yendo a financiar la campaña de Petri en Mendoza. No aportan pruebas sólidas, pero insisten e insisten. Afirman que es imposible semejante déficit en un año y medio.
En paralelo, en las fuerzas de seguridad, Bullrich es la principal apuntada: hablan bien de Villarruel y a la ministra la sindican como “panqueque”, “saltimbanqui” y, sobre todo, “exMontonera”. Pero el centro de la furia está en los sueldos y muchas veces en las condiciones de los largos operativos
Bullrich hace campaña electoral mientras ignora que hay fuego en su propio rancho. Proveyó de información a Maximiliano Bondarenko, candidato libertario en Provincia de Buenos Aires, y a los oficiales de la Bonaerense que operaban desde un comando paralelo a la conducción de la fuerza. Pero en su propio barrio y en el de su socio, Petri, los bajos sueldos, los pedidos de baja, la corrupción y la catástrofe de la obra social, están creando una situación que no es de malestar, sino de explosión.