Aunque su nombre no se haya mencionado prácticamente en el ámbito público, Martín Ezequiel Santi quedará en los archivos del Poder Judicial de Salta como ejemplo de perversidad: en mayo pasado fue condenado a 18 años de prisión, por delitos de grooming (acoso sexual a menores de edad a través de internet), corrupción de menores y promoción de la prostitución agravada por ser las víctimas menores de edad.

La administración de justicia probó que el ahora condenado, que tenía 32 años, acosó durante al menos dos años, de diciembre de 2023 a julio de 2024 a doce adolescentes de entre 14 y 17 años. En seis casos se probó que hubo acciones de corrupción y de promoción de la prostitución. El juez Guillermo Pereyra, que dictó la sentencia, en mayo pasado, sostuvo que se trató de una acción “deliberada y querida”, un proceder “sistemático y sostenido”. El juez también calificó de “vil” la actuación del agresor.

Estos son los hechos que llegaron a juicio y que fundaron la condena a 18 años de prisión. En la investigación, que se inició en junio del año pasado por la denuncia de la madre de uno de los adolescentes, se encontraron unas 1300 fotografías de desnudos, y unos 90 videos con contenidos similares. En los chats que mantenía con niños y adolescentes insistía para mantener encuentros presenciales, y hay mensajes que dan cuenta de que tenía encuentros con menores de edad.

El proceso muestra algunas características que, más allá de lo escabroso, pueden servir de advertencia para tratar de disminuir los riesgos que enfrentan las personas menores de edad en la era digital. El caso se conoció porque una madre miró el celular de su hijo, entonces de 16 años. La investigación que siguió reveló que los chicos tenían algún tipo de vínculo, por ser compañeros de curso o ir al mismo club.

El predador tenía un modus operandi: cuando se contactaba con una nueva posible víctima usaba un lenguaje juvenil, “pinta pack por plata, bro”, les decía; una vez iniciada la conversación enviaba imágenes de poses que requería, fotos de desnudos en distintas posiciones, o videos. Cada tipo de foto tenía un precio, los montos iban de 2.500 hasta 10 mil pesos. Los videos tenían otro precio y también ofrecía dinero a cambio de nuevos contactos. Y ofrecía, insistentemente, sumas más altas por encuentros presenciales, desde 30 mil a 150 mil pesos. Los pagos por fotos y videos se hacían vía electrónica, pero los encuentros se pagaban en efectivo.

En el debate, a puertas cerradas, declararon varios chicos. En el grupo de amigos “comentaban que había un tipo que te daba plata a cambio de fotos sin ropa, eso lo comentaron y luego le llegó un mensaje de una persona que no conocía, no tenía foto de perfil y un amigo le dijo que era este tipo y siempre que hablaba te decía que él iba estar para lo que necesites y ponía signos de pesos al comienzo y al final del mensaje, siempre comenzaba él las charlas, te buscaba, te pedía contactos de más chicos a cambio de darte plata por los contactos y así le fueron pasando números de más chicos, más amigos y los iba hablando”, relató uno.

Contó que le mandó fotos y cobró por ello. Al tiempo el tipo empezó a ofrecerle “un encuentro por plata”, que “si llevaba un amigo eran 30.000 pesos para cada uno”. El punto de encuentro que ofrecía era en la avenida San Martín, en una concurrida zona comercial de la ciudad de Salta. Incluso mencionaba que había un hotel alojamiento cerca.

Otro declaró que este hombre le pedía fotos y videos frecuentemente, le aclaraba que “sí o sí muestre la cara”, y “sí o sí quería encontrarse, le ofrecía sumas de dinero mucho más grandes, 100.000, 150.000 pesos para encontrarse”.

Siempre le pedía que se encontraran, lo hostigaba, le ofrecía que lo llevaba, le pagaba un remis, que se encuentraran en un hotel de la Avenida San Martín, relató otro.

Otro chico contó que este hombre se comunicó con él por Instagram primero y después por whatsapp, pidiéndole fotos y videos. “Le pedía fotos sin ropa y videos desnudos, siempre mostrando las partes íntimas”; le “ofrecía dinero, por video 10.000 y por foto 2000, transfería el dinero, pasaba la plata apenas mandabas la foto”, y “60.000 si se juntaban en algún lugar específico”.

La investigadora Valentina Cornejo detalló que se extrajeron más de 60.000 imágenes del teléfono de Santi, usando inteligencia artificial el mismo software clasificó como sospecha de abuso sexual infantil a por lo menos a 1335. De los 5000 videos extraídos, “por lo menos 90” fueron clasificados como desnudez.

El agresor tenía “modus operandi, un modo de conversar con estos menores muy marcado, se contactaba y les decía si querían dinero”, explicó la investigadora. Les decía “vos me pasás un pack de fotos y yo te paso plata, tanta plata por tantas fotos o tanta plata por videos”, una vez que los niños empezaban a enviar videos, “el señor les indicaba cómo” debían ser: “que se te vea la cara, les mandaba una foto de ejemplo de otra persona diciendo que sean así las fotos”. Y si las fotos no eran como las que pedía, no pagaba.

Una vez establecida una relación de “confianza”, les decía “tenes algún amigo fachero que necesite plata”, “haceme la segunda y si tus amigos me pasan yo te pago”.

La investigadora describió que entre los muchos mensajes que tuvo que revisar, encontró que Santi enviaba una fotografía de muchos billetes, y ponía “por encuentro $40.000, $50.000 hasta $100.000″ en efectivo. Como no había transferencias en este caso, no se pudo determinar fehacientemente si se realizaron o no los encuentros. Aunque sí se encontraron mensajes en los que Santi decía “no te puedo transferir ahora, me quedé sin plata para cargar, porque me encontré con un chico”.

En los mensajes, a pesar de que muchos fueron borrados, se pudo determinar que Santi sabía que interactuaba con menores de edad.

Lo que se sabe de Martín Santi es que era soltero y estaba desempleado al momento de estos hechos. En la investigación se pidió informes sobre sus ingresos en vista de determinar si había una red por detrás, pero no se determinó nada sospechoso.