Llenar un Movistar Arena, conocido antiguamente como Wizink Center, no es una cosa menor. Mucho menos lo es si eres capaz de realizar tres fechas seguidas, algo que Rauw Alejandro ha logrado en su gira Cosa Nuestra. El cantante puertorriqueño está haciendo una gira mundial, recorriendo decenas de escenarios, y su primera parada en España es Madrid. Una hora antes, la pista ya estaba llena y una gran parte de las gradas ya ocupaba sus asientos. Para hacer más amena la espera, el equipo del cantante preparó un pequeño preshow. Un mix de canciones que incluía salsa, bachata, merengue o reggaetón entre otros, sonaba mientras que el recinto terminaba de llenarse. Cada 15 minutos aparecía un presentador que animaba el ambiente, con una estética de showman acorde al disco y un gran telón que, durante los preparativos, permanecía cerrado. También aparecían en las pantallas influencers que se dirigían al público, algo que mantenía a los fanáticos expectantes.
Primer acto: una declaración de intenciones
Ante más de 12.000 personas, Rauw Alejandro comenzó el espectáculo de la manera que esperaban los fans. Con una actuación en la que imitaba a la mafia, Rauw salió al ritmo de Punto 40, una orquesta acompañándole y varios bailarines que hacían de la canción una experiencia más vívida.
Las visuales y el juego de luces transformaron el concierto en un espectáculo a la altura de los grandes musicales. De hecho, los bailarines también hicieron de gansters, llegando a apuntar y disparar al propio artista. Después de tres canciones, Rauw dedicó unas palabras al público allí presente, haciendo vibrar a la grada: “Madrid tiene algo especial”, argumentó la superestrella.
Después del discurso, el escenario volvió a cambiar para trasladar al espectador a una sala de baile, pasando de un ambiente repleto de tiroteos a una coreografía llena de picardía y sensualidad. Déjame pasar y Santa condujeron a Rauw a tener serios problemas, en lo que al hilo argumental de la trama se refiere. Sin embargo, resolvería el enfado del resto de las bailarinas de la mano de Mil Mujeres.
Otro cambio de escenario llevó al espectador a la barra de un bar, donde aparecería el showman del inicio para acompañar la narrativa. “Este es un mejor sitio para conocerse”, explicó mientras Rauw aparecía de una mujer que había bailado con él previamente. Después de una afable charla, se declaró a su acompañante uniendo los estribillos de Tattoo, Fantasías y El Efecto.
“Hace tiempo que no me lo pasaba bien, ¿mañana te puedo ver?” Preguntaba el cantante a la mujer. Ante esa propuesta, obtuvo un sí y el nombre de la chica que, mientras confesaba que se llamaba María, desaparecía de la escena. Tras este suceso, Rauw cantó Desesperados a modo de liberación. Después de este tema, el telón empezaría a bajar para dar por concluido el primer acto.
Segundo acto: la confirmación del amor
La transición narrativa entre actos la volvió a protagonizar el showman del inicio, que dio paso a la gran ciudad. Con Raúl encima de un coche y con Revolú como banda sonora, fue directo a recoger a María y demostrarle su amor. “Realmente me quiero comprometer contigo”, confesó el puertorriqueño.
Sin embargo, el rumbo del romance estuvo a punto de torcerse cuando sus amigos le invitaron a salir. Después de una conversación muy entretenida, acordó con el público y con María portarse bien. Con el respetable en el bolsillo y después de un discurso de más de 10 minutos, decidió bailar con todos los allí presentes una coreografía que él mismo había enseñado al respetable.
Tras la interacción con el público, María bajaría para conducir el coche de Rauw mientras su amado cantaba La Old Skul. Después del viaje llegaron a un billar en el que Todo de ti haría vibrar al público en un espectáculo asombroso. Carita linda trasladaría el concierto a Puerto Rico con unas visuales y un interpretación que trajeron el ambiente caribeño al Movistar Arena. Amar de nuevo cerraría el acto bajo las luces de las linternas del público madrileño, que simulaban un cielo estrellado y dejaban una estampa preciosa.
Tercer acto: un giro inesperado
El showman volvería a aparecer como nexo entre actos, dejando caer que el amor entre María y Raúl se podía consumar. “Hasta dónde llegó ese beso”, insinuó de manera picaresca. Cuando el telón se levantó, el público pudo cerciorarse de que el narrador había actuado de manera omnisciente. Rauw apareció junto a su enamorada en una cama al ritmo de 2/14.
Sexo virtual y Diluvio fueron la clara confirmación de que los fanáticos estaban realmente entregados. En ambas canciones era difícil escuchar al artista, quedando opacado por las voces del público, que tomaron el protagonismo. Pero, sin darle opción de despedida, María abandonó a Rauw. “No me llames, no me busques, lo hago por el bien de ambos”, dijo a modo de despedida la chica.
El dolor y la frustración lo soltó a modo de desahogo con Khé, mostrando sus sentimientos de la mano de los bailarines. Terminaría de expresar toda la tristeza con Se fue, una de las grandes canciones de Laura Pausini. “María me dejaste, me toca continuar en la vida solo”, confesó al público. “Estoy soltero y la vida es muy bonita para estar llorando”, expuso el artista bajo el bullicio de la capital.
La fiesta y los ánimos volvieron a Madrid gracias a Baby Hello, que levantó al público del asiento. Esta sería la tónica habitual durante el último tramo del concierto. Sin embargo, la dinámica se vería interrumpida por la aparición de dos figuras que representaban el bien y el mal para intentar atraer a Rauw. Antes de conocer cuál de las dos elegiría, el telón se cerró.
Cuarto acto: un final a la altura
Una vez más, volvería a aparecer el showman, ahora por última vez, para intervenir una vez más como puente narrativo y dar paso al lado más pícaro de Rauw. El puertorriqueño apareció en el escenario al ritmo de la salsa para confirmar las palabras del presentador con Cosa Nuestra, canción que da nombre al disco y a la gira.
Para la suerte del público, el cantante saldría vivo de la trifulca en su coche. Bajo el ritmo de Qué Pasaría, una de las canciones con las que el público se entregaría al máximo, confirmó que aún le quedaban energías. Lokera y 212 traerían la versión más alocada de Rauw.
María volvería a aparecer una vez más, pero ahora acompañada de un gánster. Las luces se apagaron y la mujer disparó el arma que tenía en la mano. Al volver la luz al escenario, el acompañante estaba tendido en el suelo y Rauw esposado a un banco. En ese momento, María confesó que realmente se llamaba Sofía. La trama terminó con Rauw en el suelo después de intentar escapar fallidamente de la policía al ritmo de Desenfocao.