Salta enfrenta hoy un desafío que no se mide en metros cuadrados, sino en visión. Durante años, el crecimiento urbano fue desordenado, sin planificación, sin servicios básicos ni infraestructura que acompañara el ritmo de expansión.

Eso generó una ciudad desigual, con zonas desconectadas entre sí y realidades muy distintas a pocas cuadras de distancia. Ante ese escenario, el desafío es pensar estratégicamente el desarrollo de las próximas tres décadas, incorporando tecnología, análisis de datos y herramientas que permitan tomar decisiones basadas en evidencia.

La hoja de ruta es ambiciosa, pero posible: equilibrar el crecimiento, integrar barrios, atraer inversiones, conservar el patrimonio y mejorar la vida cotidiana de los salteños. “Nuestro paradigma de gestión prioriza primero comprender el territorio a través de información rigurosa y actualizada, para luego diseñar intervenciones eficientes y sostenibles”, señala Mariana Zoricich, coordinadora de Planificación Territorial del municipio.

Uno de los pilares de este proceso es el uso de datos georreferenciados y herramientas digitales para comprender cómo funciona la ciudad. En ese sentido, tecnologías como los Sistemas de Información Geográfica (SIG) permiten integrar múltiples capas de información: densidad poblacional, uso de suelo, infraestructura, servicios, tránsito, zonas de riesgo, accesibilidad y más. Esta información es vital para tomar decisiones concretas y eficientes.

La plataforma IDEMSa —Infraestructura de Datos Espaciales de la Municipalidad de Salta— es una herramienta clave de este proceso. Integra más de 14 variables urbanas que permiten planificar con precisión técnica y están a disposición de los vecinos de la ciudad. Gracias a este y a otros instrumentos, por ejemplo, se ejecutó el Plan de Recuperación de Calles, que permitió intervenir más de 2.500 arterias con criterios estratégicos, optimizando recursos y priorizando zonas claves.

Otra herramienta clave en este nuevo enfoque es la Evaluación del Desempeño Urbano (EDU), un diagnóstico técnico establecido por el Código de Planeamiento Urbano. Aunque su implementación fue largamente postergada, ahora se retoma con fuerza. La EDU debe realizarse cada dos años y permite medir el comportamiento y la evolución de variables fundamentales como la red vial, la infraestructura urbana, la densidad poblacional, la expansión del suelo urbano, los parques públicos y las áreas de reserva ambiental. Con esa información se elaboran programas de gestión a corto, mediano y largo plazo, permitiendo a la ciudad planificar no solo qué necesita hacer, sino cuándo, dónde y cómo hacerlo.

Esta misma lógica de planificación inteligente se aplicó a la reciente actualización de los Códigos de Planeamiento y Edificación, que llevaban más de dos décadas sin cambios. Estos nuevos marcos normativos establecen reglas claras y modernas para el desarrollo urbano, evitando construcciones irregulares, fomentando la densificación controlada y mejorando la relación entre el entorno construido y el espacio público.

Planificación

Pero la tecnología aplicada a la planificación urbana va mucho más allá. Hoy Salta cuenta con indicadores de eficiencia energética del alumbrado público, mapas de riesgo hídrico elaborados con fotogrametría aérea, drones que detectan construcciones ilegales y plataformas digitales que permiten gestionar expedientes de manera trazable y transparente. Cada uno de estos elementos, aunque técnico, tiene un impacto directo en la vida de los vecinos: calles mejor iluminadas, barrios más seguros, trámites más rápidos y decisiones más justas.

La planificación también incluye escuchar. Por eso, los avances se discuten en espacios como el Consejo Municipal de Desarrollo Urbano (CoMDUA), donde participan representantes del sector académico, profesionales, vecinos y desarrolladores. Se trata de construir una ciudad que no sea impuesta, sino consensuada.

Expansión urbana

La mirada a 30 años no es una utopía: es una necesidad. La expansión urbana y las nuevas dinámicas económicas exigen pensar la ciudad con anticipación. Salta busca hacerlo con una lógica de “ciudad inteligente”, entendida no como un lujo tecnológico, sino como una gestión más eficaz, sustentable y humana.

Planificar hoy es evitar los problemas de mañana. Y en ese camino, la tecnología y los datos no son un fin en sí mismos, sino herramientas que nos permiten ver con claridad, decidir con fundamento y construir con coherencia. La Salta del futuro empieza a diseñarse ahora, con una premisa clara: sin evidencia, no hay planificación posible. Y sin planificación, no hay futuro.