La música de Guillermo Calliero reside en Barcelona, y su trompeta teje vínculos entre agrupaciones diversas y artistas de relieve; habida cuenta de los escenarios compartidos con Bobby Shew, Luis Salinas, Perico Sambeat, Horacio Fumero —de quien forma parte de su trío— y Paquito D’Rivera, entre otros. Este viernes a las 21, Guillermo Calliero Cuarteto presenta su repertorio en el espacio Precioso Paraíso del Teatro Astengo (Mitre 754); junto a Mariano Ruggieri (piano), Jorge Palena (contrabajo), Hugo García (batería), y la presencia invitada de Chivo González (saxo). “Vengo dos veces por año, siempre a tocar, a ver la familia, amigos; y ahora estoy con el bandoneón, tomando clases”, comenta Guillermo Calliero .

-¿Cómo es eso?

-Bueno, mi abuelo tocaba el bandoneón, si bien yo después estudié trompeta. Resulta que un amigo mío, de Rosario, Martín Chiani, que es trompetista y también va a estar invitado el viernes, me prestó un bandoneón y me lo llevé a España. Como tengo mucha actividad con la trompeta, no iba a tener mucho tiempo de estudiarlo, pero justo apareció la pandemia. Me dije: “ésta es la mía”, y me puse cinco o seis horas por día. Y ahora es un instrumento que toca conmigo; donde va la trompeta, va el fuelle.

-Si no me equivoco, también tocás el piano.

-Claro; de hecho, hice la carrera del piano porque, en su momento, no estaba la posibilidad de estudiar trompeta, más allá de que aprendí a tocarla con mi padre (director de la banda municipal de Santa Fe). Es evidente que el piano me ayudó a estudiar el bandoneón, ya de grande, porque es un instrumento que, cuando uno lo agarra, si no se tiene cierta movilidad en los dedos, es muy difícil. Yo tuve la ventaja de que nunca abandoné el piano, siempre hacía ejercicios y tenía un poco la gimnasia de los dedos.

-Tanto el piano como el bandoneón, te deben hacer volver a la trompeta de maneras diferentes.

-Exactamente. Y al revés también. Por ejemplo, yo hago una cosa que es pasar la trompeta al bandoneón, y es muy bonito; si bien es un instrumento que nace del tango, yo encaré el bandoneón del lado del jazz, de la trompeta. Obviamente, me encanta el tango, y caigo en el tango porque es un instrumento de tango, pero la verdad es que con el bandoneón improviso un poco, cosa que tampoco es común; pero bueno, yo vengo de un instrumento melódico, al que siempre toqué improvisando, y trato de pasar eso al bicharraco, como dicen algunos.

-Escuchaba el disco Barcelona Año Cero (BlueArt, 2011), y el tango, como el folklore, parecieran formar parte de tu ADN.

-En Barcelona tengo dos grupos míos, y también estoy tocando con otra gente; pero siempre tenemos esta cosa de que llevamos el bagaje nuestro, las raíces. Es mucho más fácil juntarse y tocar una chacarera o un tango con un uruguayo o un argentino, que tocarla con un catalán, un francés o un suizo. Es como un mismo idioma y esto se nota mucho. Es un poco lo que llevamos adentro los músicos argentinos que vivimos afuera.

-¿Qué es lo que te tiene ocupado hoy?

-Estoy con un grupo mío, que es SAP: South American Project, un proyecto que no es de música sudamericana, sino que fusiona la música que tenemos en Argentina con el jazz; tocamos, por ejemplo, un tango y lo improvisamos, le cambiamos los ritmos. Y tengo también un trío más íntimo, con el que hacemos un poco de todo; el percusionista es Humberto Perdomo, que fue percusionista de Buena Vista Social Club; y el pianista es un argentino que vive hace muchos años en Europa, Federico Mazzanti. Con ellos hacemos música del Negro Aguirre, de Astor, tocamos temas nuestros también. Y después estoy en otros proyectos muy lindos, como con el trío de Horacio Fumero, con el que estamos haciendo un homenaje al Gato Barbieri. Pero el otro proyecto mío, te diría, es que cada día el bandoneón se pegue más a la trompeta.

-El reencuentro con los músicos locales debe tener un gusto especial.

-Es un reencuentro musical con gente con la que hablamos el mismo idioma. Tené en cuenta que nosotros, para juntarnos a tocar este viernes, al ensayo lo hacemos en la prueba de sonido. Todos tienen ya una experiencia musical y entonces es mucho más fácil. Comenzamos a trabajar a distancia con la música que vamos a tocar, nos mandamos las partes, y después hacemos un encuentro de un par de horas antes de tocar, y la cosa va para delante. Pero son gente que ya tiene cierta experiencia y hablan el idioma que más o menos hablamos todos. Es bellísimo venir a tocar acá, es muy lindo lo que sucede; y será una noche fantástica, porque cuando hace mucho tiempo que uno no se ve con amigos músicos, hay muchas ganas de tocar y de pasarla bien. Si nosotros la pasamos bien, la gente la va a pasar mejor aún.