M3GAN 2.0 7 puntos

Estados Unidos, 2025

Dirección y guion: Gerard Johnstone

Duración: 115 minutos

Intérpretes: Allison Williams, Violet McGraw, Brian Jordan Alvarez, Jen Van Epps, Amie Donald, Ivanna Sakhno, Jemaine Clement, Aristotle Athari y la voz de Jenna Davis.

Estreno exclusivo en salas.

Si la industria de Hollywood fuera una película, la mayor parte del tiempo sería una muy predecible. Por ejemplo, estaba cantado que tras el estreno exitoso de M3GAN en 2022, que cuenta la historia de una muñeca robot que interpreta su prompt de forma literal para convertirse en asesina de todas las personas a las que considera una amenaza para su niña-dueña, el siguiente paso era convertirse en una saga. Dicho y hecho, tres años después llega a los cines la primera secuela de título convenientemente techieM3GAN 2.0, para darle continuidad a este universo en el que la ciencia ficción y el terror alternan con la comedia y el absurdo.

La realidad es que en esta segunda parte el tono que prevalece es este último, en una historia donde el humor constituye el fiel que marca el equilibrio de los elementos que componen el relato. Una tendencia que ya se avizoraba en la primera entrega, en especial a medida que avanzaba sobre el tramo final. Acá ya no quedan rastros de los elementos propios del cine de terror, salvo algún salto que la película provoca menos para asustar que para subrayar la gracia de algún gag. El resto del tiempo, M3GAN 2.0 es abiertamente una comedia. Una que decide tomarse con humor uno de los temas más preocupantes en relación al vínculo entre lo humano y la tecnología: la incidencia descontrolada de las inteligencias artificiales en la vida cotidiana.

La película juega con las posibilidades de una realidad hiperconectada, para infundirle a la tecnología características quasi divinas, como la ubicuidad o la omniprescencia. Es que, luego de que la muñeca M3GAN es vencida en la entrega original (en un final que recordaba al de Aliens, de James Cameron, 1986), tras haber sido responsable de la muerte de cuatro personas (y un perro) por considerarlas una amenaza para Cady, la niña a la cual servía como juguete, la conciencia digital de la robot consigue subirse a “la nube” antes de ser destruida. Desde ahí, moviéndose a través de la tecnología online, cada vez más presente en la vida moderna, logrará continuar respondiendo a esa orden que da sentido a su existencia.

La vuelta de tuerca de M3GAN 2.0 tiene que ver con un movimiento usual en el mundo del desarrollo tecnológico dentro de las sociedades capitalistas: el que realizan sus avances, fluyendo entre su aplicación “doméstica” y su uso militar. Porque los eventos de la primera película son el disparador para convertir el proyecto de la robot/juguete en otro, que busca hacer de la robot una poderosa arma de infiltración. Así, la saga realiza una nueva torsión, pronunciando ese giro que es habitual en la ciencia ficción distópica: que el invento se vuelva una vez más contra su creador. Esta vez multiplicado por mucho, porque la nueva robot, que se llama Amelia (nombre que termina en IA, sigla de Inteligencia Artificial), no ha sido prompteada para jugar, sino para matar.

Redistribuidas las cartas, M3GAN 2.0 utiliza el mismo truco que ya probó ser exitoso en Terminator 2 (de nuevo James Cameron, pero en 1991), jugando con la dualidad entre la amenaza y el ángel protector. Por supuesto, el modo en que se percibe a la inteligencia artificial en 2025 es notoriamente distinto que a comienzos de los ‘90, lo cual tiene un efecto importante en la forma en que esta se manifiesta y se vincula con lo humano. Eso explica que la nueva versión de M3GAN maneje mejor recursos como el humor, la mordacidad, el sarcasmo (el lenguaje en general) o las citas a la cultura pop. En ese sentido, la idea de conciencia está mucho más desarrollada en M3GAN de lo que lo estaba en el T-800. Claro que en términos cinematográficos esta película está a años luz de la de Cameron, pero eso no invalida sus méritos, que los tiene.