La publicidad de la vieja normalidad aún sigue demostrando su efectividad. Cada vez que “ese” vibráfono retumba, evoca la propaganda de Cinzano de “El dandy”. Se trató de un préstamo de la reinvención que hizo el laboratorio electrotropical Señor Coconut y su Conjunto de “Showroom Dummies”, clásico de Kraftwerk incluido en el El baile alemán (2000), disco que tributa a la banda alemana pionera del techno. Mientras eso sucedía en la Argentina, en el resto del mundo el proyecto liderado por el productor francfortés Uwe Schmidt hechizó no sólo a la pista de baile, sino también a la cultura pop al demostrar que era posible darle una vuelta de rosca a los ritmos tradicionales latinoamericanos para sentar un diálogo con la electrónica. Para muchos, el punto de partida de la cumbia digital.
Sin embargo, a manera de mensaje subliminal, de paradoja, de broma o incluso de metadiscurso, el arte de tapa de ese disco tiene como protagonista al verdadero creador del novel género: Dandy Jack (no tiene nada que ver con “El dandy” de la publicidad), vestido en plan de Dámaso Pérez Prado: el llamado “Rey del mambo”. Tres años antes, el álter ego de Martín Schopf había publicado, en complicidad con Jorge González (líder del grupo Los Prisioneros e icono del rock chileno), el disco Gonzalo Martínez y sus congas pensantes (único registro del tándem Gonzalo Martínez), cuyo repertorio pasa por el filtro de la electrónica varios clásicos de la cumbia colombiana. A ese experimento se sumó más tarde Schmidt, quien se terminó llevando la gloria. Lo que transformó a ese trabajo en un álbum arcano.
“Si bien el disco de Gonzalo Martínez se volvió de culto, aunque la gente que investiga sobre música termina descubriéndolo, esa propuesta se ramificó en otros proyectos míos como Los Refrescos (con Argenis Brito, músico, productor y DJ venezolano radicado en Berlín)”, profundiza el artista, quien desde mediados de los años 80 fue parte de grupos electrónicos como Subrosa, Zone Industriel y Sieg Über Die Sonne. “La diferencia de Los Refrescos con respecto a lo otro que hice sobre la base de ese sonido electrolatino es que, en vez de interpretar temas conocidos, ahora los componemos nosotros. Es una parodia a la música latinoamericana comercial de hoy en día. Jugamos con la vulgaridad del reggaetón, por ejemplo, y le quitamos ese peso para darle un tono humorístico”.
A partir de ese momento, Dandy Jack se convirtió en leyenda. Y es que ése fue el primero de los emprendimientos con el que estableció un puente entre sus raíces chilenas y su arraigo alemán. Al igual que otros tótems de la escena electrónica del país europeo, como Ricardo Villalobos, Matías Aguayo, Cristián Vogel o Luciano, su familia huyó de la dictadura de Augusto Pinochet. Pero antes que dejarse someter por el Primer Mundo, el músico, productor y DJ nacido en Valdivia y establecido en Frankfurt eligió mantener el contacto con su terruño. Lo que decantó en una revolución cultural y en un sonido identitario, de lo que dará constancia este viernes 20 a las 23, cuando se suba a las bandejas de Artlab (Roseti 23), donde ofrecerá un DJ set, a siete años de su última actuación local.
“Como crecí en Alemania, al principio no tuve mucho contacto con la cumbia. Sólo sonaba en las peñas, en las que los exiliados chilenos se juntaban a comer empanadas, tomar vino y cantar canciones de Víctor Jara o de Quilapayún. Yo ya estaba con la música techno en esa época”, explica Schopf al otro lado del WhatsApp, desde Santiago de Chile. “Pero las cumbias tradicionales poseen una estructura muy similar a lo que puede ser el acid house, que tiene una mezcla que se repite contantemente a lo largo del track. Lo único que hace es abrirse y cerrarse un poquito, con algunas variaciones. Al darme cuenta de eso, me entusiasmé. Nosotros no inventamos nada nuevo con lo que hicimos, sólo cambiamos la instrumentación. Así fue como uní la cumbia con la música electrónica”.
Al mismo tiempo que consolidaba esa estética sonora, se posicionaba la diáspora de la nación austral dentro de la electrónica alemana, al punto de que recibió el nombre de la “Mafia chilena”. “En un principio, nuestros proyectos tuvieron aceptación en un circuito más experimental. Estaba afuera del techno mainstream que se tocaba en todas partes. Ese electrolatino aún sonaba un poco extraño, pero lo curioso es que nosotros no queríamos hacer música intelectual, sino para que la gente la baile”, repasa Dandy Jack. “En un momento, yo decidí venirme a vivir a Chile, y convencí a mis amigos en Alemania para que nos fuéramos todos. Prácticamente, éste era un terreno virgen. Sin embargo, la recepción del público chileno fue muy linda. Ese diálogo entre Alemania y Chile todavía sigue activo”.
En la medida que su carrera fue avanzando en los últimos años, Nicolas Jaar, aunque en este caso desde Nueva York, se tornó en uno los noveles productores y músicos electrónicos de origen chileno que reorientó su estética vanguardista hacia la dialéctica con su abolengo. Y de eso da constancia su disco Archivo de Radio Piedras (2024), que presentará en Buenos Aires, en la sala Deseo, el próximo 18 de agosto. “Me gusta lo que hace, pero me parece que lo suyo es un pop bien hecho. No veo que haya creado algo nuevo. En su música no hay mucho experimento, no tiene esa calidad de músico electrónico innato”, opina el también creador del sello discográfico Ruta 5. “La próxima generación de artistas son buenos músicos, pero no están en la vanguardia del sonido. No hay experimentadores de sonoridades”.
Según Dandy Jack, Sudamérica sigue siendo suelo fértil, atractivo y con futuro para la experimentación, lo que es todo un buen augurio, y más si se considera la rapidez con la que avanza la ultraderecha en Europa. “Allá se está viviendo una decadencia política, económica y social importante”, afirma quien el año pasado firmó el single “Divine in Chile”. “Como se están cavando su propia tumba, creo que habrá una migración europea muy fuerte en Sudamérica”. Al tiempo que eso sucede, la electrónica al otro lado del Atlántico padece el estancamiento creativo. “Vas de un festival a otro, y escuchás lo mismo. Es un copy paste”, asegura. “El mercado le ganó terreno a los valores que antes existían en la electrónica como movimiento vanguardista. Nuevamente, hay que salir a buscar en los nichos”.