El emblemático afiche bélico diseñado por James Montgomery Flagg para instar a los ciudadanos a enrolarse en el Ejército por la Primera Guerra Mundial (Grosby)

Es el afiche de reclutamiento militar más famoso de la historia. Con rostro enérgico, el Tío Sam busca los ojos de cada persona que lo mira y, para que no queden dudas, la señala con un dedo índice que no admite equívocos. Debajo, en mayúsculas, el texto dice: “Te quiero para el ejército de Estados Unidos” y, en letras más pequeñas, “Centro de reclutamiento más cercano”, con un espacio en blanco para que se pueda pegar allí la dirección a la que hay que presentarse. Creado en 1917 por James Montgomery Flagg, uno de los más famosos ilustradores estadounidenses de la época, se imprimieron ese mismo año más de cuatro millones de copias del afiche para instar a los ciudadanos a alistarse en las tropas durante la Primera Guerra Mundial y se lo reeditó sin cambios y en una cantidad sideralmente mayor en la segunda.

El verdadero mérito de la obra – y de su eficacia – está en el arte de Flagg para lograr lo expresivo del dibujo y en su sabiduría para combinar un personaje que ya formaba parte inseparable de la historia estadounidense con una idea que ya habían utilizado los británicos tres años antes con el mismo objetivo, reclutar. El artista también innovó al dibujar los rasgos del emblemático personaje que representa a Estados Unidos: descartó los diferentes rostros con que se lo había representado a lo largo de las décadas y decidió utilizar el suyo propio, agregándole algunas arrugas y una barba blanca en forma de perilla para agregarle edad. En cuanto a la parte superior del cuerpo, de hombros fuertes y una mano ruda en la que destaca ese índice poderoso, utilizó como modelo a un corpulento vecino de su casa llamado Walter Botts, a quien el solo hecho de posar para la pieza le ganó un lugar en la historia.

Otro dato llamativo es que Flagg no debió pensar la composición de su personaje por encargo de un gobierno con necesidad de reclutar soldados para la Gran guerra sino todo lo contrario: ya lo había creado cuando le encomendaron realizar el afiche. Porque el Tío Sam, de Flagg – con su propia cara – ya existía desde un año antes, cuando el dibujante lo utilizó para ilustrar la portada de la revista Frank Leslie’s Illustrated Newspaper, donde salió con el titular “¿Qué están haciendo para la preparación?”.

Un artista consagrado

James Montgomery Flagg era un artista renombrado cuando dibujó el personaje y diseñó el afiche belicista por el que hoy se lo recuerda. Nacido el 18 de junio de 1877 en Pelham, Estado de Nueva York, dibujaba con habilidad y éxito desde hacía años. Fue un artista precoz que comenzó a publicar sus ilustraciones y caricaturas en revistas de circulación nacional cuando tenía solo 12 años. A los 14 era colaborador habitual de Life y un año más tarde se integró al equipo de arte de Judge.

Montgomery Flagg en 1915

Mientras tanto seguía formándose en la Art Students League de Nueva York, de la que egresó en 1898 para irse de inmediato a Londres y más tarde a París para perfeccionarse y estudiar Bellas Artes. Volvió a Estados Unidos en 1900 y desde ese momento no paró de trabajar realizando ilustraciones para libros, portadas de revistas, caricaturas políticas y humorísticas, piezas de publicidad y dibujos de propaganda. Entre sus creaciones más famosas de esa época se cuenta Nervy Nat, una historieta sobre un vagabundo que apareció de manera regular en Judge, entre 1903 y 1907.

También era muy requerido en el ambiente publicitario, aunque allí prefería trabajar desde el anonimato. En la agencia Calkins y Holden creó avisos para grandes empresas como Edison Photo y Adler Rochester Overcoats, siempre con la condición de que su nombre no quedara asociado con la campaña publicitaria ni con los productos. Le interesaba más ser reconocido como ilustrador y caricaturista, e incluso no tenía reparos en hacer de sí mismo una caricatura, como cuando asistió disfrazado del Capitán Kidd al baile anual de los ilustradores en Manhattan. Estaba en eso cuando en 1916 dibujó por primera vez al Tío Sam para la revista de Frank Leslie y, desechando todos los rostros con que se lo había representado durante más de un siglo, decidió ponerle el suyo.

El verdadero Tío Sam

El personaje que simbolizaría en forma humana a los Estados Unidos nació alrededor de 1812 y no por un designio patriótico sino por una necesidad comercial del matadero de los hermanos Samuel y Ebeneezer Wilson. Ese año estalló la guerra entre Estados Unidos y el Reino Unido por la posesión de las colonias británicas en Canadá. Los hermanos Wilson se convirtieron en proveedores del ejército estadounidense gracias a un contratista llamado Elbert Anderson que se encargaba de suministrar toda la carne necesaria para el Ejército en los estados de Nueva York y Nueva Jersey.

Las raciones de carne para las tropas debían estar identificadas con un sello de procedencia y que las del matadero de los hermanos Wilson estaban marcadas con las siglas “EA-US”, correspondientes a las iniciales de Elbert Anderson y United States. Una historia – nunca comprobada – cuenta que uno de los empleados de Anderson preguntó quién era es “US” que figuraba al lado de las iniciales de su patrón y que otro le contestó en broma que se trataba de “Uncle Sam” (Tío Sam), como llamaban a Samuel Wilson, uno de los dueños del matadero. No se sabe si la anécdota es verdadera, pero lo cierto es que los primeros dibujos que se conocen del Tío Sam” tienen la cara del matarife Samuel Wilson.

Samuel Gibson, apodado

Es difícil precisar el proceso por el cual pasó de ser una simple caricatura tomada por no pocos ilustradores y representada con diferentes rostros a un personaje político. En las décadas del ’20 y del ’30 del Siglo XIX se lo utilizaba ya en viñetas donde solía aparecer con otro personaje, el Hermano Jonathan. Fue por entonces que el Tío Sam pasó a representar al gobierno estadounidense mientras que el Hermano Jonathan simbolizaba al país en sí, mientras que otro personaje llamado Columbia, una mujer con gorro frigio, encarnaba al pueblo.

La figura del Tío Sam como se la conoce actualmente es obra del historietista político Thomas Nast, que a mediados de la década de 1860 lo dibujó con su típica perilla con forma de barba de chivo y la cara de Abraham Lincoln. Según la ocasión, lo dibujaba vestido de civil y con sombrero de copa o con un atuendo militar. En las dos representaciones ya estaban presentes los colores rojo, azul y blanco, y las barras y las estrellas de la bandera de Estados Unidos. Así se lo conocía cuando James Montgomery Flagg decidió darle su impronta personal.

¿Creación o plagio?

Se discute todavía hoy si el famoso afiche donde el Tío Sam insta a enrolarse a los estadounidenses es una creación en la que decidió emplear elementos ya utilizados o un burdo plagio. La polémica no es por el inevitable uso de la figura del personaje que simboliza al gobierno de los Estados Unidos sino porque su actitud y su llamado son prácticamente la copia de un cartel de reclutamiento que el gobierno británico venía utilizando desde tres años antes.

Flagg con su afiche más famoso

La obra de Flagg es casi un calco del afiche creado en 1914 por el artista gráfico inglés Alfred Leete por encargo del Secretariado de Estado para la Guerra del Reino Unido donde, en lugar del Tío Sam, el secretario de Guerra británico, Lord Herbert Kitchener, también miraba al frente y señalaba con el índice a quien se detuviera a observarlo. El texto decía: “Wants You” (te queremos a vos). Abajo agregaba: “Unite a nuestro Ejército” y “Dios salve al Rey”. Cuando Flagg diseñó su afiche, los carteles de Leete ya eran ampliamente conocidos, no solo en Gran Bretaña sino también en Estados Unidos.

Lo más probable, sin embargo, es que no se trate de un plagio inescrupuloso por parte de Flagg, sino que el caricaturista estadounidense haya decidido utilizar una idea que tenía una enorme potencia y que había dado resultado en el Reino Unido. Es decir, que haya querido seguir en la misma línea, privilegiando la eficacia comprobada de la obra de Lette por sobre su propia creatividad.

La obra de Flagg es casi un calco del afiche creado en 1914 por el artista gráfico inglés Alfred Leete

Terminada la Primera Guerra Mundial, las dos obras corrieron diferente suerte: mientras el afiche de Leete cayó en el olvido, el de Flagg mantuvo su vigencia. Se debió, sin duda, a la elección del personaje elegido para hacer el llamado en cada una de ellas. Lette utilizó la imagen de una persona de carne y hueso, el secretario de guerra británico Kitchener, que murió en combate en 1916, mientras que Flagg eligió un personaje que históricamente simbolizaba a su país y que seguiría “vivo” con el paso del tiempo. Tanto que, cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, se lo volvió a utilizar, con el mismo mensaje. Todavía hoy sigue siendo uno de los carteles de propaganda militar más emblemáticos de todos los tiempos.

James Montgomery Flagg pudo ver cómo su viejo afiche volvía a prestar servicio en esa nueva etapa. Murió el 27 de mayo de 1960, a los 82 años, en Nueva York. En su autobiografía, “Roses and Buckshot”, dejó escrito lo que pensaba de su propio oficio: “En Estados Unidos, después del béisbol, las historietas se han convertido en la más popular de nuestras obsesiones. Me consideran un leproso porque me disgustan ambas cosas. Me muero de ganas los domingos por la mañana de ir a buscar el periódico para agarrar las tiras cómicas y tirarlas al cesto de los papeles. Naturalmente, algo anda mal conmigo; 130.000.000 de personas no pueden estar tan equivocadas. Quizás”.