La ya extensa novela por las dietas de los senadores y la posibilidad para desacoplarse del último aumento que habilitó -vía decreto- la vicepresidenta, Victoria Villarruel, agravó aún más la relación del pleno con la titular de la Cámara alta, que pasó de no inmiscuirse en el asunto y de asegurar que no haría más nada relacionado con el tema a exponer a legisladores de diferentes bloques en las últimas horas. Lo contradictorio de todo esto es que quienes perciban la suba el mes próximo -menos de $500.000 en bruto- estarán en condiciones de donar -si así lo desean-, mientras que los otros tendrán que decidirlo en base al salario actual, de poco más de $9 millones en bruto que, aproximadamente y en mano, hoy se encuentra entre $6,8 y $7,2 millones.
¿Cómo se pasó del inicio de una semana tranquila en el Senado a un viernes con gran parte del recinto todavía más enojado con Villarruel? El lunes se conoció una resolución -firmada el miércoles de la semana pasada- en la que Villarruel reconoce el impacto de la reciente paritaria para los agentes del Congreso -1,3% retroactivo para marzo, abril y mayo, respectivamente, para cada mes- e invita “a los senadores de la Nación a ejercer la opción de adecuar o no, total o parcialmente sus respectivas dietas, informándolo por nota a la Presidencia, en mérito a las facultades que les son propias”. Desde abril del año pasado, los legisladores volvieron a enganchar sus haberes a los aumentos de los trabajadores. Ahí no existió una batalla oficialismo versus oposición y fueron todos amigos.
El plazo límite fue, según una normativa interna, hasta este viernes. A partir de allí se inició una carrera para ver qué senador lo presentaba más rápido y su conveniencia a la forma de comunicarlo para no quedar en la mira del Gobierno y de un sector de la sociedad. Recordemos que la diferencia es una dieta actual de $9,1 millones versus $9,5 millones, todo en bruto, desde el mes próximo. Hasta las 19 horas de dicha jornada, Infobae corroboró que había al menos 30 legisladores con notas presentadas para desengancharse del último aumento. Lo que estaba claro desde el vamos es que el Frente de Todos, tal como adelantó este medio semanas atrás, no se iba a mover más en relación con esta cuestión.
Todo cambió a las 20 horas del viernes, cuando apareció la nómina completa: 35 senadores de la oposición dialoguista -UCR, PRO y un puñado de silvestres provinciales- junto a todo el oficialismo, más el riojano Fernando Rejal, que forma parte del interbloque kirchnerista. Por ende, casi todo el peronismo y tres dialoguistas continuarán -por ahora- con la suba en sus haberes pactada a cobrar en unas semanas. En el medio, algunos argumentaron la necesidad de no ceder la cifra en cuestión y direccionarla al hospital Garrahan, como propuso la neuquina Lucila Crexell. Por su parte, Rejal habría pensado en un hospital de su provincia, mientras que el radical Flavio Fama solicitó que se envíe a una universidad de su distrito.
¿Cuál es el inconveniente? Al igual que en otras ocasiones de discusión sobre las dietas, los senadores no pueden ordenar a las autoridades hacia dónde filtrar parte de sus haberes. Es por ello que hay otros que, al momento del cobro, deciden donar una parte. Claro está que unos pocos aprovecharon este mecanismo para inventar supuestas ayudas sobre las que nunca rinden cuentas, lo que lleva un debate ya tedioso hacia el mundo de la fantasía. Ahora, todos los que presentaron una nota no podrán hacer uso del diferencial de la polémica.
Un mensaje enviado por Villarruel a jefes de bloque cayó pésimo en varias bancadas. “¿No era que no se iba a meter más? ¿Ahora nos escracha y nos apura? Una cacería inútil. ¿Por qué no habla de las decenas de nombramientos que hizo en las últimas semanas? Además, podría aprovechar la ocasión para explicar por qué algunas resoluciones no están apareciendo. ¿A quién esconde?”, lanzaron a Infobae desde un despacho a punto de ebullición.
Desde otro piso tampoco faltó cariño: “Estamos sobreviniendo a un ´papelonazo´ institucional después de habernos quedado, tan solo en un mes, sin el secretario administrativo, que era un amigo de ella. No es muy difícil de entender el nervio principal. Victoria suele no cumplir con su palabra, es tan simple como eso. Te regalo las consecuencias. Ni me quiero imaginar, con la renovación de diciembre próximo, lo que puede llegar a pasar a la hora de manejar la ‘Casa’. Los que quieren intervenir y sacarle el poco poder que tiene acá ya hacen fila”.
“Lo más triste de todo esto es que tenemos el Senado muy frenado. Con suerte se trata lo que se puede de la agenda del Gobierno y algún proyecto opositor que viene de Diputados. ¿Dónde quedó nuestra agenda?”, se lamentaron desde la jefatura de una bancada dialoguista. Ni siquiera la semana próxima, casi sin actividad en la Cámara alta, logrará aportar algo de sensatez a la convivencia. En el medio, las pocas personas racionales y con oficio que casi por milagro logran mantener el enlace entre la vicepresidenta y los bloques, más el avance de leyes. La Casa Rosada, por supuesto, festeja.