“Es más fácil jugar que hablar ahora”, sostuvo Jannik Sinner con el trofeo de subcampeón entre sus manos, tras la caída en la histórica final de Roland Garros que protagonizó este domingo ante Carlos Alcaraz. El italiano número uno del mundo concluyó su escueto discurso entre lágrimas ante las más de 15.000 personas que todavía no podían creer lo que habían visto en la cancha del mítico estadio Philippe Chatrier minutos antes. Es que sí, el vigente campeón del US Open y del Abierto de Australia, contó con tres chances para cerrar el partido y levantar el trofeo de Los Mosqueteros por primera vez en su carrera.
Esa sensación desoladora lo acompañó desde los últimos puntos del súper tiebreak que cerró el match, instancia en la que el español sacó una ventaja de seis tantos que parecía indescontable. El murciano dio vuelta un partido increíble, en el que había comenzado dos sets abajo y con un Sinner que lucía infranqueable. Pero la garra del ahora bicampeón de Roland Garros y algunos errores que su rival no había mostrado hasta el tercer parcial allanaron el camino para que la historia del tenis escribiera uno de sus capítulos más memorables.
Y como en todo cuento hay un ganador y un perdedor. El número uno del mundo llevaba 20 partidos consecutivos con victorias en Majors y su nivel desde el regreso tras la suspensión por dopaje no parecía encontrar techo. Todos esos factores hicieron que la caída fuera aun más dolorosa, y la imagen suya, sentado solo en el banco de descanso, lo dejó en claro.
Con una mezcla de enojo, decepción, sorpresa y tristeza, el italiano, sin decir nada, dejó en claro en los minutos posteriores a la batalla librada en París que comenzaba a tomar dimensión de la oportunidad desperdiciada para conquistar el segundo título de su carrera sobre polvo de ladrillo: el único conseguido fue en el ATP 250 de Umag de 2022, justamente, ante Carlos Alcaraz.
Por momentos, solo atinaba a llevarse las manos a la cara, como si recordara cada una de las chances que dejó pasar cuando el marcador estaba 6-4, 7-6, 4-6, 5-3 y 40-00. No suele ser expresivo y cuando corre de un lado al otro en cancha parece no acusar recibo del cansancio ni del esfuerzo realizado. Pero este es uno de esos golpes de los que cuesta reponerse. Jannik no tiene margen para lamentos: en tres semanas comenzará Wimbledon, el tercer Grand Slam de la temporada, donde Alcaraz defiende el bicampeonato.
Con el altar montado en pocos minutos sobre el polvo de ladrillo que minutos antes los había visto tirar magia, ambos tenistas se acercaron para recibir sus respectivos premios y hacer uso de la palabra. El primero en hablar fue Sinner y su discurso duró poco más de un minuto. Solo fue estirado por las reiteradas ovaciones de los espectadores. En uno de los breves fragmentos, el mejor tenista según el ranking de la ATP reconoció: “No voy a dormir muy bien esta noche, pero está bien”.