“Esto es una empresa. Estamos construyendo nuestro imperio a la talla y a la medida que nosotros queremos. No paramos de mejorar, pero podríamos mejorar más rápido y más fuerte y más firme”. En el audio, al que tuvo acceso Infobae, el sindicalista Juan Carlos Insúa se entusiasma con el negocio que tiene entre manos: la compra y el traslado de cocaína, a Villa Mercedes, en la provincia de San Luis.

Insúa no es un desconocido en esa provincia. Mantuvo relaciones políticas y gremiales durante hace años en esa ciudad. Incluso, participó de la campaña de 2019 de Alberto Fernández, como representante del Sindicato Unidos Portuarios Argentinos (SUPA) Corrientes y también miembro del gremio de Patrones Portuarios.

Juan Carlos Insúa, el sindicalista acusado de narco en Villa Mercedes, San Luis

La prosperidad que logró en poco tiempo Insúa se puede percibir reflejada en dos videos que lo muestran junto a una mujer bailar al ritmo de la cumbia a bordo de una lancha en Miami, en un traje de baño color naranja fluo, junto a quien sería principal testaferro y prestanombre de la organización: Sandra Cnochaert, su pareja. Las imágenes acompañan esta nota.

De acuerdo al expediente que lleva su nombre, usaba sus cargos como secretario adjunto en el Sindicato Obrero de Frigoríficos Empleado de Carne y Afines (S.O.F.E.C.A.) y en la Federación de Trabajadoras y Trabajadoras Agrarios (Fe.T.A.R.A) para traficar unos 5 kilos por semana de la sustancia blanca, que adquiría de un proveedor peruano, a través de la Ruta Nacional N°7, que la banda distribuía en Villa Mercedes y Merlo.

Uno de los audios que constan en la investigación -a cargo de Danilo Miocevic, titular de la Fiscalía Federal de Villa Mercedes, y la Procunar, encabezada por Diego Iglesias, y la Auxiliar Fiscal Florencia Compaired– revela cómo usaba esa coartada para evitar ser descubierto:

En el peaje de Junín, la Gendarmería a pleno. Me pararon… decí que le mandé chamuyo con el Sindicato, que esto y el otro, y no me revisaron. Está complicado el peaje de Junín. De pedo, safé recién. Me tuvieron media hora ahí”.

El mensaje iba dirigido a su socio en la maniobra, identificado por los investigadores como Raúl Ramayo.

Las conversaciones, transferencias bancarias, fotografías, y otros elementos de prueba, muestran que los envíos se realizaron por, al menos seis meses, entre diciembre de 2023 y junio de 2024. Dee esta manera, se estima que Insúa y Ramayo tuvieron una ganancia de $35.000.000 semanales, o bien, unos $140.000.000 mensuales. Es decir, un flujo total de $840.000.000, equivalentes a 120 kilogramos, detallaron las fuentes.

Al mismo tiempo, los detectives detectaron que Insúa alquiló un campo, en supuesto carácter de delegado, denominada “Quinta de Fetara”, lindera a la ruta 8 y conocida como “El campo de merca”.

En ese sitio entregaba los panes a Diego “El Gaucho” Funes, el eslabón dedicado a la distribución de la droga a través de múltiples revendedores.

“¡Si señor! Lo voy a estar esperando», le dice Funes en una de las conversaciones interceptadas. “De paso ahí yo te doy las fichas. Te dejo las fichas y listo, así no estamos con las fichas mías. No sé de cuántos novillos son las fichas. No sé si no son de todos. No se de todos, pero de tres seguro. De dos o de tres novillos que me vas a traer vos. De paso le doy las fichas ahí nomas. ¿Qué decís vos?”, agregó el cómplice que hablaba en código: “fichas” es dinero y “novillos” son los kilos de cocaína.

Al parecer, “El Gaucho” Funes pedía la droga con frecuencia. Así se lo explica Insúa a Ramallo: “Va a estar esperándote, está desesperado porque me esperaba ayer, y ya me está diciendo que el lunes quiere… tiene un ritmo bárbaro. Por eso cuando vengan estos a fin de mes, ya les dije, tenemos que estar allá con las cosas». “Te va a esperar con los brazos abiertos y te va a dar plata“, remarcó.

También hizo referencia a sus planes de expansión: “Con el ritmo del Gaucho, lo que tenés vos allá y si le sumamos Mendoza, en tres o cuatro meses estamos en otra galaxia, amigo”.

El socio reforzó esa idea: “Si, gracias a Dios. Viste como fue estabilizar el barco. Y empezar a hacer, empezar a hacer… yo allá también lo estoy armando, para que podamos movernos nosotros a los grandes tamaños“.

Al mismo tiempo, la red utilizaba otra quinta (“De Las Palmeras”), ubicada al lado del Hipódromo de Villa Mercedes, sobre un camino vecinal próximo a la ruta 7, como centro de operaciones.

Los detectives descubrieron que las segundas líneas de la red estaban ubicadas en Merlo y en Buenos Aires.

Por último, según la causa, en la maniobra participaba su hijo Juan Cruz “Juancho” Insúa, también apodado “Junior”, acusado de recolectar el dinero de la venta, la compra y venta de bienes y el suministro de vehículos para la operatoria de la banda.

“Junior” administraba una concesionaria de Escobar ubicada sobre la calle San Martín.

Efectivos de la Uniprojud de Buenos Aires de Gendarmería, la División Lucha contra el Narcotráfico de la Policía de San Luis y la DUOF de la PFA realizaron 27 allanamientos simultáneos que terminaron con 13 detenciones, entre ellas, la del sindicalista y su novia y su hijo.

Los agentes, además, secuestraron armas, vehículos, sumas millonarias de dinero y una máquina para contar los billetes producto de la aventura narco de Insúa.