El hecho ocurrió en Florencio Varela

Un trágico episodio ocurrió en las últimas horas en la localidad bonaerense de Florencio Varela, donde una mujer de 47 años mató de un balazo en la cabeza a su hijo de 6, y luego con la misma arma se suicidó.

Fuentes policiales indicaron a Infobae que la secuencia tuvo lugar en una casa ubicada en la calle Pehuajó, donde los cuerpos sin vida de M.A.L., ama de casa, y de su hijo N.C., fueron encontrados por el esposo de la mujer y padre del menor.

Fue el hombre, tornero de profesión y también de 47 años, quien dio aviso al 911. Según dijo, halló los cadáveres después llegar del trabajo. Los médicos del SAME que concurrieron al lugar constataron que ambos estaban muertos.

A primera vista, observaron que el menor presentaba un impacto de arma de fuego en la cabeza, mientras que su madre tenía un tiro en el tórax. En la vivienda trabajó también personal de Policía Científica.

Según las investigaciones preliminares y los testimonios de familiares y vecinos, la mujer había mostrado signos de depresión, agravados por la dificultad de lidiar con el autismo de su hijo. Además, tanto ella como algunos de sus familiares, cuentan con antecedentes de haberse querido quitar la vida. De acuerdo con las fuentes consultadas por este medio, su madre y dos primos quisieron suicidarse.

En el lugar se hizo presente el fiscal Darío Provisionato, de la UFI N° 1 descentralizada de Florencio Varela, quien ordenó varios peritajes, entre ellos, un dermotest, un examen exhaustivo de lesiones, y la incautación de prendas del esposo de la mujer para ser sometidos a análisis. Además, se efectuó el secuestro de los teléfonos celulares de las víctimas para ser analizados como parte de la investigación.

La policía secuestró un revólver calibre .22 Amadeo Rossi, encontrado sobre la cama, con dos vainas servidas y un proyectil intacto, así como un revólver calibre .38 Colt, hallado sin municiones en un ropero. Los cuerpos fueron trasladados a la Morgue Judicial de Quilmes para la realización de autopsias. El expediente fue calificado por el momento como homicidio seguido de suicidio.

Antecedente reciente

El caso de Florencio Varela trae de inmediato a la memoria el triple crimen del barrio porteño de Villa Crespo, ocurrido la semana pasada, donde Laura Leguizamón (50) asesinó a cuchillazos a su esposo Adrián Seltzer (53) y a sus hijos Ian (15) e Ivo (12), y luego se suicidó.

Los cuerpos del hombre y de los chicos yacían sin vida en dos de las habitaciones y en el comedor. En tanto, la madre fue hallada muerta en el baño.

En la escena, sobre la mesa de la cocina, encontraron una carta manuscrita que terminaba de cerrar la principal hipótesis: fue ella quien cometió los tres homicidios y luego se quitó la vida. Según pudo saber este medio, los peritajes médicos, forenses y caligráficos, además de la inspección ocular en el departamento, no dejaron dudas.

Todo ocurrió entre las 5 y las 6 del miércoles de la semana pasada. Aunque no se puede establecer con precisión cuánto duró el ataque, los forenses determinaron que la mujer murió al menos una hora y media después que su esposo y sus hijos, confirmaron fuentes del caso a Infobae.

El dato surgió al observar que presentaba un grado de rigidez cadavérica menor al de ellos, que era similar entre sí. Para los investigadores, esto indica que los asesinatos ocurrieron en rápida sucesión, y que luego Leguizamón permaneció con vida un tiempo más, lo suficiente para escribir la carta, dejarla sobre la mesa y dirigirse al baño, donde murió.

Según la reconstrucción del hecho, la mujer comenzó el ataque hiriendo a su esposo mientras dormía. Seltzer estaba acostado en la cama matrimonial y no llegó a levantarse. Tenía una herida punzocortante en la parte superior derecha del tórax, cerca del manguito rotador, otra herida cortante en el mismo nivel pero del lado izquierdo, y una tercera lesión detectada durante la autopsia. No había signos de defensa.

Además, sus pies estaban limpios, sin rastros de sangre, y tampoco el calzado que estaba a un costado de la cama tenía manchas, por lo que los peritos concluyeron que el hombre nunca se movió de su lugar.

A pesar de que no se obtuvieron rastros papilares útiles para identificación en la hoja, se hizo un cotejo caligráfico con los cuadernos encontrados en la casa, con escritos de la madre y los hijos, además de legajos de trámite de documentos de identidad. El resultado fue contundente: la escritura de la carta coincidía con la de Leguizamón. Las pericias sobre la letra de la carta confirmaron signos de alteración mental.