La muerte de Diego Maradona fue triste, hubo mucho dolor en los argentinos por esa muerte injusta, absurda, de alguien muy querido. El video de la jueza que estaba en la causa por esa muerte resultó una estupidez. Pero actuó como la exaltación de la frivolidad y la superficialidad que se adueñó de un Poder Judicial que se considera impune. En otro andarivel, la frase: “Si tuviste un hijo con discapacidad es un problema de tu familia, no del Estado” agregó ese aspecto de la sociedad libertaria que mezcla la frivolidad y la insensibilidad que también se evidenció en el conflicto del Garrahan.
Son destellos sombríos de los valores que ganaron la sociedad. Para muchos es derechización, para otros fascistización. Siempre hubo personas con esa formación reaccionaria, la pregunta es si esos sinvalores ahora se hicieron mayoría.
Que la jueza Julieta Makintach no se haya percatado del dolor que estaba involucrado en la causa que debía juzgar no constituyó un síntoma personal. Un juez es una institución y se llega a ese lugar por los valores que sostiene y por eso, un juez es expresión del sistema de justicia. Argentina es el único país en el mundo con una Corte Suprema de tres jueces. La Magistratura que presiden rechazó investigar a los jueces que participaron en una lujosa excursión a Lago Escondido pagada por el Grupo Clarín, cuando varios de ellos estaban relacionados con causas que involucraban a esa corporación.
La misma Corte que avaló la negativa a revisar la actuación pública y vergonzosa de estos jueces, es la que avaló una condena por “presunción” y no pruebas a una ex diputada, exsenadora y dos veces expresidenta y exvicepresidenta, que además es la principal dirigente de la fuerza política que compite con la que ellos favorecen.
La conversación del director de la Agencia Nacional de Discapacidad, con Marlene Spesso, la madre Ian Moche, un chico de 12 años, autista, y activista por los derechos de la discapacidad, tuvo un agregado por parte de Diego Spagnuolo: “¿Por qué yo tengo que pagar peaje y vos no?” La pregunta se encuadra en un sentido común que se regodea en la ignorancia. El brutalismo considera a la ignorancia como un valor superior.
Miles de transportistas, acompañantes, trabajadores de centros de día, familiares y discapacitados se movilizaron el jueves en el Congreso y en las provincias. El nomenclador nacional que establece el valor de las prestaciones está congelado desde el año pasado y se han obstaculizado los trámites sobre pensiones, remedios y tratamientos. Es el ajuste.
En el hospital Garrahan hay cerca de cien chicos en terapia intensiva, y unos 150 en terapias intermedias. En un año se realizan 600 mil consultas ambulatorias, unos cien trasplantes y cerca de diez mil cirugías. Pero decenas de médicos con alta capacitación debieron irse del hospital por falta de presupuesto. Hubo otra movilización conmovedora en solidaridad con el Garrahan porque participaron familiares de chicos cuyas vidas fueron salvadas por personal del hospital. Y se sumaron los residentes de otros hospitales que sufren el mismo abandono. Es el ajuste.
Y la de todos los miércoles: decenas de jubilados apaleados y gaseados por centenares de efectivos con escudos, garrotes y armaduras de Prefectura, Gendarmería, Policía Federal y de la ciudad, como si la ministra Patricia Bullrich quisiera comprometer a todas las fuerzas de seguridad en esta acción criminal. Es un espectáculo montado con un sentido aleccionador: “si les pegamos a los jubilados, lo haremos con cualquiera que levante cabeza”. Ahora se dedican a identificar a reporteros gráficos y apalearlos. No quieren que se repitan imágenes como las que comprometieron a los agentes que dispararon a Pablo Grillo y al que gaseó a una nena de 12 años. Es el ajuste.
En una semana se movilizaron para ser visibilizados estos sectores víctimas del ajuste: los discapacitados, los niños, los enfermos y los ancianos. Parece un país invadido por extraterrestres que atacan a los más vulnerables, en vez de seres humanos que los protejan.
Una parte de la sociedad asiste con mucha bronca a estos niveles de crueldad en las políticas del oficialismo. Otra parte, mayoritaria, pareciera anestesiada o cómplice y mantiene su respaldo al gobierno. En este universo que apoya al gobierno, hay una porción que ideológicamente celebra lo que sucede, la extrema derecha y un sector del capital concentrado. Ellos siempre funcionan así. Es un porcentaje que oscila alrededor del 20 por ciento de la sociedad. Pero hay otra porción muy amplia que rechaza las medidas que toma el gobierno y está peor que antes, pero igual lo respalda.
Para una encuestadora brasileña, ninguna de las medidas económicas del gobierno tiene un rechazo menor al 65 por ciento. Pero Javier Milei es el político con mejor imagen. Parece esquizofrénico. Podría decirse que todavía no se rompió el contrato electoral de ese sector con Milei: mientras baje o mantenga abajo a la inflación, está dispuesto a resignar calidad de vida.
Los que no lo votaron y algunos que se han arrepentido de haberlo hecho, miran furiosos a los políticos de oposición que no atinan a refrenar el avance destructivo del gobierno. Se habla de crisis de representación. En parte, la institucionalidad en general de la República demostró que es insuficiente para reaccionar frente a estos excesos. Y en parte, la relación entre la política y la sociedad coincide en la impotencia porque hasta ahora hay una mayoría que de manera explícita o implícita apoya al gobierno.
La oposición política está limitada porque es minoría y porque el gobierno central tiene una fuerte capacidad extorsiva sobre los gobernadores. No puede responder en forma satisfactoria la demanda de sus bases porque tiene esas limitaciones. La opción ha sido una estrategia defensiva y la perspectiva debería ser convencer a ese sector que todavía respalda al gobierno pese a no acordar con la mayoría de sus medidas. Es el sector que desequilibra. No es un problema sólo de los políticos, sino también de la sociedad. Los políticos están hechos a semejanza de la sociedad que los genera.
La disputa en la provincia de Buenos Aires empeora esa relación. Los intendentes reclamaron desdoblar las elecciones sobre la base de que el grueso del voto libertario es traccionado por Milei en el plano nacional. Y buscaron una forma en la que ese factor sea menos determinante. Fue la posición que respaldó el gobernador Axel Kicillof.
Cristina Kirchner ha planteado que cualquier elección, desdoblada o no, tendrá un trasfondo nacional fuerte, por lo que desdoblar no sería funcional. Lo real es que si se suman los votos libertarios, los del PRO y los del sector más reaccionario de la UCR, sobrepasan los que obtuvo Kicillof en sus dos elecciones.
El problema no está en la estrategia electoral. Ninguna de las dos posiciones tiene el triunfo garantizado. Hay un problema más de fondo que está en la sociedad, en el contenido de las propuestas y en hacerlas creíbles para un sector del electorado que está escéptico y enojado con la política.