El miércoles pasado se repitió la escena de la represión contra jubiladas y jubilados que reclamaban por sus derechos. En este caso el blanco fueron también sacerdotes católicos, ministros religiosos y personas de organizaciones basadas en la fe que se habían acercado para solidarizarse con quienes manifiestan cada miércoles en torno al Congreso. Ni las vestiduras litúrgicas ni los símbolos religiosos fueron una restricción para el accionar represivo de las fuerzas de seguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

Mientras el gobierno nacional permanece impávido frente a los reclamos y refuerza su decisión represiva bajo el supuesto pretexto de conservar el orden en las calles, diferentes organizaciones ecuménicas, de curas y diversas entidades religiosas hicieron público su repudio.

Ignacio Blanco, sacerdote católico de la diócesis de Quilmes e integrante de Curas en la Opción por las y los Pobres (COPP) fundamentó la presencia de los curas en la manifestación porque “la fidelidad al Evangelio nos propone ser capaces de compasión frente al caído en el camino” como lo enseña la parábola del Buen Samaritano. “Los jubilados caen cada miércoles reclamando por sus derechos y nosotros vamos simplemente a acompañarlos e intentar levantarlos para que sigan en su lucha que es nuestra también”, dice Blanco. Recuerda también el sacerdote que “jubilados y jubiladas han sido empobrecidos por este gobierno y allí está Jesús, en ellos y en ellas, esperando justicia”.

De manera similar opina el sacerdote Roberto Murall, también integrante de COPP, quien asegura que “estamos allí porque tenemos abuelos en nuestras comunidades que la están pasando mal, porque ellos nos enseñaron con su sabiduría lo que significa la dignidad cuando salen a reclamar con esa fuerza envidiable que tienen”. Y el también sacerdote Rodolfo Viano sostiene que hay “una indignación ética que surge de la compasión, de la ‘amistad social’, del ‘amor social’ o ‘amor político, que nos enseñó el papa Francisco, inspirado en la ‘enseñanza social de la iglesia’ que comenzó a hacerse explícita con Leòn XIII, y -esperamos- continuará y actualizará con León XIV”,

El pastor Leonardo Schindler, Presidente de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE), quién también fue parte de la protesta en el Congreso, argumenta que “la participación en la marcha de los jubilados y las jubiladas responde a la solidaridad con uno de los sectores más castigados por las políticas de ajuste y transferencia de recursos que está llevando a cabo el gobierno de Milei”, recordando que “les quitaron los medicamentos y plancharon sus haberes” y “los reprimen salvajemente cada vez que se organizan para reclamar por lo que les corresponde; condiciones dignas para disfrutar de la vejez”. Por eso, dice el pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP), “quienes comulgamos con la fe cristiana y representamos a iglesias acompañamos la protesta por opción al seguimiento a Jesús que siempre se solidarizó con los más débiles y necesitados”.

Carlos Gómez, COPP de La Plata, que viene participando de las movilizaciones cada miércoles, afirma que cuando “los ancianos luchan por sus derechos y son reprimidos, nosotros sentimos que la fe en Jesucristo nos pide estar ahí acompañando como podemos, con toda nuestra fuerza y con toda nuestra fe”. Según Marcelo Ciamarella, también COPP, “el cristiano tiene que estar donde estaría Jesús en este tiempo; por eso acompañar el reclamo de jubilados y jubiladas, así como acompañar cualquier otro reclamo de justicia o de reivindicación de derechos es una exigencia cristiana”. Y en relación a la represión sostiene que “la presencia de las fuerzas represivas es absolutamente desproporcionada y que el objetivo es agredir, hagan lo que hagan los manifestantes que, por otra parte, lo hacen pacíficamente”. Sostiene además que “el gobierno está pasando por encima de los derechos humanos, de los derechos reconocidos en nuestra Constitución y en los tratados internacionales”.

El pastor Leonardo Felix, de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina, afirma que “la naturalización de que, someter a otras y otros, a fuerza de bastonazos y gases lacrimógenos a aceptar su condición de precariedad económica, falta de medicamentos y atención médica, no solo es aberrante sino que nos deja en un estado de indefensión de nuestra futura vejez y de lo que el mismo Jesús demanda durante su ministerio público”.

Para Luis María Alman Bornes, co-presidente del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) y miembro de la Iglesia Anabautista-Menonita de Buenos Aires, “las y los jubilados, los trabajadores despedidos y los comedores comunitarios abandonados por el Estado son rostros concretos de las heridas que dejan las políticas excluyentes” Por eso, agrega, “este acompañamiento no es caridad, sino profecía encarnada: denunciamos un sistema que descarta a las y los ancianos y anunciamos que la dignidad humana es sagrada”.

Desde fines del año anterior se constituyó una Mesa Ecuménica, organismo inter religioso del que participan, entre otros, el MEDH, los COPP y la FAIE. Schlinder dice que esa iniciativa, “que ya es amplia, está abierta a quienes desde sus distintas confesiones y convicciones tengan disposición y compromiso para decir ‘no’ a este modelo de ajuste y quita de derechos humanos fundamentales y tengan por horizonte una sociedad más justa y solidaria en la que haya mayor redistribución, donde en ninguna mesa falte el pan, donde trabajadoras y trabajadores tengan salarios y condiciones dignas que respeten sus derechos”. Y en el mismo sentido Altman Bornes sostiene que “estamos desafiados a construir la unidad en la diversidad e invitamos a todas las expresiones de fe a salir de los templos y unirse en defensa de los derechos pisoteados”. Para el co-presidente del MEDH “los jubilados no solo reclaman por ellos: su lucha es una semilla de justicia intergeneracional”. Y dado que “las derrotas o victorias de hoy marcarán el futuro de todos y todas; por eso, es hora de que las religiones, como así cambien todas las organizaciones comprometidas con los derechos humanos seamos puentes en esta unidad más amplia”.

Murall espera que “los corazones de nuestros obispos se sientan interpelados por el grito de los abuelos que reclaman una ‘justicia largamente esperada’ “ y agrega que “ojalá nuestros pastores se acuerden como el papa Francisco veneraba a las y los abuelos con gestos y palabras y lo lleven a la práctica”. Preguntado sobre el apoyo que pueda llegar de los obispos Blanco dice que “ellos son hermanos y pastores nuestros” y “esperamos no que nos acompañen a nosotros, sino a la causa de la justicia”. Porque, agrega, “nuestra patria necesita que todas las iglesias, en comunión ecuménica, se pronuncien en favor de los más pobres, ante tanto atropello”. Y Viano reconoce que “a raíz de lo sucedido este miércoles algunos obispos (el de Merlo-Moreno Juan José Chaparro, el de Quilmes, Carlos Tissera), nos han llamado y preguntado cómo estábamos y si necesitábamos algo”. Pero -agrega- “el respaldo que esperamos no es otro que todas las iglesias, comunidades y cada cristiana o cristiano, seamos coherentes con lo que el Dios de Jesús nos reclama en el tiempo presente, a nivel colectivo y a nivel personal, y ese reclamo no es ‘para adentro’ sino ‘para afuera’, en la relación de las iglesias con la sociedad de nuestro tiempo”.

¿Qué se puede esperar de la dirigencia política?, preguntó Página/12.

El cura Blanco espera que haya “compromiso de los actores políticos que creen en otro país posible: más justo, más fraterno, más solidario” porque es “es necesaria la unidad del campo popular para hacer frente a tanta crueldad”. Su colega Murall es menos optimista. “Temo que (los dirigentes políticos) ni se darán por enterados de nuestro reclamo” porque “son meses ya de violencia sobre quienes reclaman y quienes los acompañan”. Y, en concreto, “del peronismo esperamos que piensen seriamente cómo resolver esta tragedia cuando vuelvan al poder. Tiene que ser prioridad”, afirma. Y Viano le pide “coherencia” a la dirigencia política para “priorizar la Patria, priorizar el amplio y diverso campo nacional y popular, las periferias, cada vez más castigadas”. Y hacerlo -dice- “escuchando y habilitando la participación política en cada uno de los territorios”.

Schindler responde que “es de esperar que se expresen los sectores políticos que rechazan este modelo de ajuste económico y represión institucional. Nosotros lo hacemos desde el campo de la fe y el compromiso con la defensa y promoción de los derechos humanos”.

Altman Bornes destaca “los gestos solidarios de algunos sectores políticos, sindicales y de la mesa de organismos de derechos humanos”, pero insiste en que “frenar tanta perversidad requiere de la mayor unidad posible”.

¿Qué hacer de aquí en más?

“Esta red tiene que crecer, Necesita crecer” afirma Ignacio Blanco. “Tiene que ser una red de reacción, solidaria, valiente, con la primacía del bien de la patria y no la obsesión de un lugar en la lista” y las acciones “tienen que nacer del encuentro de quienes no podemos tolerar la injusticia”, dice.

Schindler sugiere que en adelante “la convocatoria sea lo más amplia posible, a organizaciones y agrupaciones religiosas y culturales, del campo islámico, judaico y cristiano, de pueblos originarios y de sabidurías orientales, y las que se sepan convocadas en la diversidad a la práctica de la defensa y del amor al prójimo”. Y agrega que “estaremos evaluando otras acciones en los próximos días, articulando con otros sectores con los que la Mesa Ecuménica ya viene trabajando”, Según Murall “hay que insistir en la presencia al lado de las y los viejos, tan guapos que no bajan los brazos”. Para ello, agrega Altman Bornes, habrá que “federalizar nuestras acciones, ir más allá de Buenos Aires, escuchar las periferias” y el pastor Felix asegura que hay que ir contra “un modelo de desgobierno donde la hegemonía de la fuerza, el atropello y arrebato de sueños y proyectos colectivos toman cuerpo y hacen de la oscuridad y el mal una vivencia cotidiana y casi merecida”.

Según Carlos Gómez “tendremos que llegar a la victoria algún día y eso es cuestión de sabiduría popular y de lucha”. Ignacio Blanco agrega que “quizás podemos tener la reacción de la indignación y conducirla a formas creativas de resistencia y lucha por una mayor justicia social. Las Madres y las Abuelas nos pueden ayudar en esta historia” remata.