Donald Trump y Benjamín Netanyahu durante su último encuentro en la Casa Blanca, (Washington, Estados Unidos)

La estrategia geopolítica de Donald Trump para estabilizar Medio Oriente se enfrenta con la última decisión militar de Benjamín Netanyahu, que ordenó una profunda ofensiva sobre Gaza para derrotar a la organización terrorista Hamas.

El presidente de los Estados Unidos viajaba en una semana al Golfo Pérsico para fortalecer su estrategia regional, pero la decisión del premier israelí trastocará su idea original.

Ahora, Trump deberá escuchar los cuestionamientos del príncipe saudí Mohammed Bin Salman, el emir qatarí Tamim al-Thani y el presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Mohammed Bin Zayed, que ya condenan la iniciativa militar de Netanyahu contra Hamas.

El líder republicano definió una estrategia que implicaba una tregua en Gaza, la ampliación de los Acuerdos de Abraham con la suma de Arabia Saudita y la cancelación del programa nuclear de Irán.

Este plan del Presidente de Estados Unidos para Medio Oriente ha encallado por la agenda doméstica de Netanyahu.

El primer ministro de Israel considera que Hamas sólo liberará a los rehenes judíos -26 vivos y 33 muertos- con una campaña militar que reduzca su capacidad bélica. Y cuando Trump abandone Medio Oriente, miles de reservistas judíos cruzarán la frontera para ejecutar una operación castrense que no tiene fecha final.

El príncipe saudí Mohammed bin Salman saluda a Donald Trump durante el G20 de Osaka, (Japón)

El 13 de mayo, Trump será recibido en Riad por el principe Bin Salman, que siempre se mostró inclinado a reconocer la existencia del Estado de Israel y a continuación suscribir los Acuerdos de Abraham.

Sin embargo, el próximo plan bélico de Netanyahu para Gaza congeló la voluntad política del príncipe saudí y multiplicó las críticas entre los países árabes.

Ese clima de desasosiego tendrá su máxima expresión un día más tarde, cuando en Riad delibere el Concejo de Cooperación del Golfo que une a Bahrein, Kuwait, Oman, Qatar, Emiratos y Arabia Saudita.

Trump será el principal orador del cónclave árabe, y sus discurso estará condicionado por el futuro desembarco de Israel en Gaza, la suspensión de las conversaciones de Estados Unidos con Iran para aplacar su programa nuclear y la réplica militar que protagonizan Washington y Jerusalem contra los Huties armados por Teherán.

Las tropas israelíes ejecutarán una fuerte ofensiva sobre Gaza para terminar con Hamas

El presidente de los Estados Unidos tiene previsto aplacar las críticas de los países del Golfo Pérsico, pero sus interlocutores saben que Trump y Netanyahu son socios geopolíticos en Medio Oriente y que no harán nada para afectar esa relación.

En este contexto, Trump cumplirá su gira por los países árabes en un escenario de precaria estabilidad diplomática. La ofensiva israelí en Gaza causará la inmediata reacción de Iran, que todavía financia a Hamas y Hezbollah.

A su vez, como un efecto dominó, la agenda terrorista de Teherán complicará el desenlace de las negociaciones entre el regimen de los Ayatollahs y Stevie Witkoff, enviado especial de Trump para Medio Oriente.

A este escollo se debe sumar que Hezbollah continúa activo en El Líbano y que los Huties han demostrado una inesperada capacidad bélica: hace dos días lanzaron un misil balístico que impactó muy cerca del aeropuerto Ben Gurion.

La ofensiva de Netanyahu contra Hamas derivará en la condena de los países árabes, mientras que las organizaciones terroristas apoyadas por Irán -Hezbollah, Huties y la Jihad Islámica- empezarán a converger sobre la frontera de Israel.

Con esta perspectiva hacia adelante, Trump tendrá una tarea complicada para transformar a Gaza “en una Riviera”, anular las operaciones terroristas de Hezbollah, desmantelar el proyecto nuclear de Irán y facilitar las negociaciones entre Israel y Hamas para liberar a los rehenes del 7 de octubre de 2023.

Durante su último almuerzo en la Casa Blanca, Netanyahu le describió a Trump su plan para derrotar a Hamas. “Hacé lo que tengas que hacer”, le contestó el presidente de los Estados Unidos.

Trump todavía pensaba que podía alinear a los países árabes con su ambiciosa agenda para Medio Oriente.