Las acciones argentinas en Wall Street suelen dar pistas sobre el ánimo de los inversores respecto del futuro de la política económica del mercado interno. Pero también pueden ayudar a pensar cambios más estructurales que impactan en el mundo productivo y trascienden las fronteras locales.
Una forma de verlo es con el movimiento de dos acciones puntuales. Globant acumula una caída este año del 45 por ciento, mientras MercadoLibre sube más del 30 por ciento. Las dos empresas son de corazón tecnológico y se manejan en mercados que no dependen de los vaivenes locales.
La pregunta es evidente. ¿Por qué a una se le desploma el precio de las acciones y la otra sigue subiendo a récords de capitalización? Si bien no existe una respuesta única, detrás de estos movimientos parece estar involucrada la nueva estrella del momento: la inteligencia artificial generativa.
El último año hubo avances impactantes en la forma que los modelos de inteligencia artificial generan código en forma automática. Con indicaciones que son cada vez más básicas pueden generarse sistemas y plataformas cada vez más complejas que reemplazan miles de horas de programadores humanos.
El salto en la productividad en el desarrollo de código es exponencial y, al mismo tiempo, abre grandes interrogantes. ¿Hasta qué punto será necesario para las grandes organizaciones contratar el desarrollo de sus aplicaciones a las empresas como Globant especializadas en hacer software?
La caída de las acciones de esta compañía refleja mucho más que un mal balance del último trimestre. El olfato de los inversores parece indicar que en los próximos años habrá cambios radicales. Una mirada que es compartida también por algunos referentes de peso en el mundo de los negocios.
Uno de los que hizo declaraciones recientemente fue el dueño de Facebook, Mark Zuckerberg. “Todo el código de nuestras aplicaciones será escrito por la inteligencia artificial, no por ingenieros humanos. Y esto probablemente ocurrirá en 2025”, aseguró el empresario.
El director ejecutivo de Anthropic, que maneja uno de los modelos de inteligencia artificial más potente del momento, dijo algo similar. Planteó que en el 90 por ciento del código lo escribirán máquinas en menos de un año. En la mesa directiva de Google o Microsoft no piensan tan distinto.
Si bien estas declaraciones siempre deben tomarse con pinzas, porque están teñidas de la necesidad de obnubilar a los inversores propia de todo CEO de una multinacional, empiezan a ser cada vez más tangibles. Las plataformas que generan código a partir de simples indicaciones de lenguaje natural hacen cosas que parecen salir de la ciencia ficción.
La industria del software deberá prepararse para una gran transformación en el corto o mediano plazo. Desafíos que llegarán más temprano que tarde a la gran mayoría de sectores de la economía, incluido las finanzas.
Los filósofos griegos de la naturaleza dejaron ideas que están más vigentes que nunca y sirven para pensar el clima de esta época. Tomando el ejemplo del sector financiero, la esencia de los negocios – parafraseando a Parménides- es siempre la misma. Se ofrecen créditos, se hacen inversiones y se mueve dinero entre cuentas para hacer pagos y cobros.
Sin embargo, Heráclito tenía razón al pensar que hay que prepararse para el cambio permanente si se mira la forma en que se ofrecen los productos. Por ahora entramos a un portal web o a una billetera virtual en una aplicación de celular para poder transferir el dinero. Imaginar que en poco tiempo podrá hacerse esto mismo hablándole a un par de anteojos que llevemos puestos ya no suena a una locura.