El freno que le puso el gobierno de Milei a la obra pública, incluso para el transporte de gas, hará que el país siga dependiendo este invierno de la importación de gas para cubrir la demanda para calefacción de los hogares sin interrumpir el suministro a la industria. Las cuentas que hacen los expertos del área indican que será necesaria la carga de 20 buques de GNL para atender el abastecimiento al mercado interno este año, lo cual representará una erogación de unos tres mil millones de dólares. La paradoja adicional es que dichas importaciones serán operadas a través de Enarsa (Energía Argentina Sociedad Anónima), la única empresa que está en condiciones de garantizar la concreción de esa operación, antes que el gobierno concrete su propósito de desguazarla.

A la interrupción del plan de obras para el tendido de gasoductos que había puesto en marcha el gobierno de Alberto Fernández, se suma en este panorama gasífero la acción desarrollada por el presidente Javier Milei para, en la práctica, expulsar a la empresa malaya Petronas del país, tirando por la borda el proyecto de la megaplanta de gas licuado que iba a construir dicha empresa junto a YPF en Bahía Blanca.

El empeño de Milei por trasladar esa planta a Punta Colorada (en Río Negro) para sacar esa inversión del territorio gobernado por Axel Kicillof, terminó derrumbando el proyecto. La inversión, estimada en unos 30 mil millones de dólares, hubiera sido quizás la mayor obra con fondos privados de la historia económica argentina. Pero Punta Colorada carece de conectividad básica, logística primaria y costosa infraestructura requerida para instalar allí una planta de licuefacción del tamaño de la proyectada (que Bahía Blanca sí podía ofrecer) , lo cual llevó a descartar el proyecto.

Petronas se retiró no sólo de ese proyecto, sino que además vendió sus activos en Vaca Muerta (indudablemente vinculados al proyecto GNL) para irse definitivamente del país. Pese a algunas especulaciones iniciales, hoy está claro que nadie asumirá el compromiso que la firma malaya dejó vacante.

Un proyecto alternativo, de Tecpetrol en la zona del puerto de Bahía Blanca, con unidades modulares de licuefacción de gas, pensado para la exportación pero también para abastecer al mercado interno, pasó a “etapa de revisión” o de análisis de factibilidad.

Además de involucrar a un volumen muy inferior de producción en relación al que representaba el proyecto YPF-Petronas, en el sector aseguran que hay una profunda discusión al interior de la petrolera del grupo Techint sobre su conveniencia. Incluso, se plantea si no sería una alternativa más económica y práctica apuntar a una planta flotante de licuefacción, tal como proyectan Pan American Energy (PAE) e YPF. Alternativa que aparece con más chance de ganar la discusión.

Barco a la vista

El proyecto que encabeza PAE dio un nuevo paso esta semana cuando se anunció que firmó un acuerdo para la instalación de un segundo buque de licuefacción en el Golfo San Matías, provincia de Río Negro. Este buque, denominado “MK II”, propiedad de Golar LNG (empresa noruega radicada en Bermudas), actualmente se encuentra en construcción en un astillero en China.

Se estima que llegará a las costas argentinas a mediados de 2028 para iniciar operaciones hacia fines de ese mismo año. Junto al buque Hill Episeyo, que comenzará a operar en 2027, sumarán una capacidad de producción de 6 millones de toneladas anuales de GNL (equivalentes a 27 millones de metros cúbicos día de gas natural).

PAE, con una participación del 30 por ciento, encabeza Southern Energy, la firma que asociada a Golar presentó el proyecto Argentina LNG solicitando su adhesión al RIGI (régimen de incentivo para grandes inversiones)  para acceder a los beneficios fiscales por 30 años que otorga eserégimen aprobado en 2024. Los demás integrantes de la sociedad Southern Energy son YPF (25%), Pampa Energía (20%), la británica Harbour Energy (15%) y Golar (10%).

La ventaja inicial del proyecto PAE-Golar es que utilizará como insumo el gas natural que viene por el Gasoducto San Martín desde la Patagonia Sur, con una capacidad de transporte excedente del 15 por ciento fuera de los meses de invierno. Con lo cual, no necesita de un gasoducto extra proveniente de Vaca Muerta como otros proyectos alternativos, abaratando notablemente la inversión.

En este mes de abril, YPF concretó a su vez la firma de un contrato con ENI, de Italia, para el aporte por parte de esta última de dos unidades flotantes para licuefacción de gas proveniente de Vaca Muerta, en la costa atlántica argentina. Su capacidad de producción inicial alcanzaría a las 12 millones de toneladas al año (el doble que el proyecto PAE-Golar). Pero, en este caso, necesita el gasoducto desde Vaca Muerta para trasladar el insumo, más la planta de tratamiento y desarrollo del gas en Neuquén antes de inyectarlo. En total, incluido el costo de la planta de embarque, se calcula que la inversión para llevar el gas hasta los buques rondaría los 8000 millones de dólares.

El compromiso de ENI es, además de aportar los barcos, participar en cada etapa del proyecto (extracción, transporte y licuefacción). Recordemos que la firma italiana, con control estatal parcial, ya tiene activos en yacimientos de Vaca Muerta. En la concreción de este acuerdo no habría sido ajena alguna gestión hecha por Javier Milei ante la jefa de gobierno italiana (presidenta del consejo de ministros) Giorgia Meloni. El pretencioso objetivo final es ampliar la capacidad de producción de GNL del proyecto a 30 millones de toneladas anuales durante la década del 30.

El cuello de botella

Por ahora, las ambiciones de estos y otros proyectos en estudio (Tecpetrol, entre ellos) choca con una restricción no resuelta: la capacidad de producción de Vaca Muerta para abastecer la explosiva  demanda de gas de estos proyectos en conjunto. Incluso el de PAE-Golar está pensado con una proyección de crecimiento futuro utilizando gas del excepcional yacimiento nequino.

Un dato clave es que, una a una, las mayores petroleras mundiales que participaban de Vaca Muerta se han ido retirando a través de la venta de sus activos, y de las que quedan varias ya tienen fecha de salida. Esto tiene que ver con una evaluación internacional consensuada en que “Vaca Muerta es una reserva de hidrocarburos de nivel internacional, pero no en la primera línea”. En su traducción: las empresas de primera línea tienen otras alternativas más atractivas (Guyana o Surinam, por caso).

El campo de explotación neuquino va quedando en manos locales, o de consorcios multinacionales pero con management local, como PAE (Bulgheroni) o Vista (Galuccio). ¿Hay suficiente capital disponible en estas empresas para afrontar semejante desafío de inversión? ¿Son capaces, en una situación de acotado financiamiento internacional, de alcanzar las metas de producción que requieren los ambiciosos proyectos de exportación de GNC?

Los expertos en la materia sugieren que, dada las condiciones de explotación del shale gas (producción bajo método no convencional), que requiere perforaciones permanentes para pozos con vida útil mucho más corta que los convencionales, la demanda de inversión anual de Vaca Muerta es de 12 a 15 mil millones de dólares. La actual no llega a la mitad.

Este puede resultar el principal cuello de botella. Y de su resolución depende no sólo la proyección del negocio más atractivo que hoy tiene la economía argentina: también define quienes serán los que lo controlen.